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[RP]La vita rosa.

 
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Hermerico



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MessagePosté le: Lun Aoû 15, 2022 11:49 am    Sujet du message: [RP]La vita rosa. Répondre en citant

    La deceleración indicó a Xacobo que estaban llegando a su destino. Con dos dedos movió un poco la cortinilla de la silla de manos para descubrir la villa a la que se dirigía. Satisfecha su curiosidad, dejó caer la cortinilla mientras los porteadores posaban la silla en el suelo. Gaspar, su valet, abrió la portezuela y colocó una pieza de madera para que el Marqués no tuviera que saltar.

      Para alguien con las convicciones personales, religiosas y políticas del joven Armiño, pasaba una cantidad de tiempo llamativa en Roma. Esto tenía su raison d'être. Raisons, para ser exactos. Estaba, claro, el hecho de que era su trabajo como Embajador. Castilla hoy, Castilla mañana, Castilla blablá. También estaba el nada desdeñable asunto de que lo que sucedía en Roma le interesaba desde más de un punto de vista. Una moneda caía en una fontana -no la de Trevi, pero otra- y las ondas llegaban de Brest a Estambul. Pero, para ser sinceros, no necesitaba oler tan a menudo el aromático Tíber para hacer ambas cosas. Roma, sin embargo, tenía un encanto que pocas ciudades de Europa podían igualar: estaba hasta arriba de comerciantes y anticuarios. Y así, los viajes a Roma del joven Armiño podían no terminar con una jugosa pieza de información, o con un avance diplomático, pero prácticamente siempre acababan con alguna adición a su Gruta de las Maravillas.


    Se acomodó la ropa, sencilla y sobria, en diversos tonos de gris, pero de buen paño. Si bien su sentido de lo fabuloso era agudo, un atávico instinto de supervivencia le impelía a no ser "esa mancha inconfundible de color" en un lugar como aquel. Los vivos colores, las telas amplias y los diseños moriscos que el joven paseaba por las cortes sureñas de su Corona se habían quedado allí. Se ajustó la media capa, terciada sobre el hombro, y puso los ojos en blanco.

    Á merda, ho. Va a pensar que voy hecho un pobre haga lo que haga.

    Con decisión, echó a andar hacia la puerta cuando uno de los carteles llamó su atención. Se quedó unos instantes mirándolo, decidiendo hasta qué punto era aquello una muestra de humor o una amenaza real. Tras unos instantes de cavilación, tomó una decisión: Xacobo no había corrido en su vida, y vive Déos que no pensaba empezar aquel día. Miró alternativamente a los dos porteadores que, absolutamente conscientes de lo que iba a suceder, se encogíeron intentando parecer más pequeños.

    Rico. -silente maldición de uno, suspiro aliviado de otro.- Buscad a alguien, ¿queréis? Que nos anuncien y todo eso.

    El hombre al que había llamado Rico asintió a regañadientes. Aunque discreto, como su señor, tampoco vestía mal. La ropa de los porteadores, como la pintura exterior de la silla de manos, era importante, porque hablaba de su dueño. Sobre el pecho, un cáliz y un bocado indicaban su lealtad.

    Ah, y Rico...-el Marqués no le miraba a él, muy interesado en sus propias uñas.- Hacedme la merced y tened cuidado, ¿queréis? No quisiera tener que volver al Campo di Marzio andando.

    El hombre asintió y comenzó a acercarse al límite de la propiedad, rezando por encontrar una persona -cualquier persona- a la que poder anunciarse. Y no, los perros -crea lo que crea alguna gente- no cuentan como personas.

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Ines..



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MessagePosté le: Ven Sep 16, 2022 2:29 pm    Sujet du message: Répondre en citant

El vehículo se balanceaba de un lado a otro. Inès, sencillamente, se dejaba llevar como los bebés son acunados en los brazos de su madre, como una peonza cae cuando su baile confuso termina; recostada entre cojines de plumas, observaba a duermevela el interior del palanquín sin mucho ánimo, más bien preocupada por que la temperatura no le volviera a subir, una de sus manos cayendo, lánguida, al exterior del vehículo, con el consuelo de la brisa romana acariciándole la piel, mientras que la otra reposaba cerca de su sien, sobre el cojín. Un doncel de su servicio tomó su mano, con delicadeza, y la introdujo dentro del palanquín al mismo tiempo que la advertía del peligro que suponía dejar al descubierto sus joyas. Inès no hizo ningún gesto de respuesta, tan sólo se recostó más en el colchón del vehículo, hasta que éste se detuvo.

- Ma signori, cosa ci fate in mezzo alla strada e in doppia fila? Non vedete che mia moglie non può passare??

La Princesa de Navarra, curiosa, entreabrió las cortinas del palanquín para observar de quién se trataba. Las armas de su primo fueron el primer referente, por lo que mandó a los criados que avanzasen hasta llegar a la altura de su ventana. La diferencia de altura entre un vehículo y otro era evidente, y con un gesto de su mano, como agitando al aire, saludó al Marqués para tratar de llamar su atención.

– ¿No es tan ancha Castilla como dicen?
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MessagePosté le: Ven Sep 16, 2022 5:18 pm    Sujet du message: Répondre en citant

    El Marqués giró sobre los talones, con la mano apoyada descuidadamente sobre el azabache romboidal de la empuñadura de la espada -principal utilidad de una espada en sus nada competentes manos, si se le preguntase a ese respecto- al oír la voz de Inés. Abrió la boca para dar cumplida respuesta al comentario de la joven pero, en su lugar, alzó un par de dedos de la mano. "Tate ahí", decía, claramente, "dame un momento". Bueno, lo decía con un poco más de elegancia y donaire, pero me entendéis. Lo decía. Se volvió y dio un par de silbidos cortos hacia la dirección en la que Rico había desaparecido. Al no obtener respuesta, se volvió hacia el segundo y desafortunado porteador.

    Hacedme la merced, Tomasso...

    El porteador que respondía al nombre de Tomasso gruñó una leve protesta, pero partió a buscar a su compañero. Xacobo, claro, no lo vio, porque ya le estaba dando la espalda. De no haberse girado, sin embargo, probablemente no le habría importado demasiado, porque los sentimientos de los porteadores no estaban especialmente arriba en su orden de prioridades.

    Si Roma hubiese sido creada a imagen de Castilla, ni nos habríamos encontrado. Pero cada lugar es como es, y aquí estamos, rozando con las esquinas.-un ruido periférico anunció que Rico y Tomasso estaban de vuelta.-¡Ah, ahí están mis porteadores! Lo de los canes es una forma de hablar, espero. Si no lo es, soy peor persona de lo que se dice por ahí. Incluso.

    Se acercó hasta el palanquín de Inés todo lo que resultaba posible sin cruzar la línea de lo inapropiado, y se quedó ahí, con la mano izquierda sobre el azabache de Alborada y la derecha sobre la muñeca izquierda, taborileando, con una sonrisilla aleteando en los confines de sus labios.

    He venido a veros.

    Verdad de Perogrullo, a la mano cerrada se le llama puño. O así.

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MessagePosté le: Sam Sep 17, 2022 1:30 am    Sujet du message: Répondre en citant

Tan pronto como terminó el zarandeo de su saludo, la mano se afanó por apartar una micra la cortinilla que pendía del techo del palanquín; las telas que caían en varias capas dejaron entrever al Cisne recostado, con la enfermedad como evidencia en su cara ojerosa y pálida, lo que, para la época, podía resultar incluso atractivo. Pero su debilidad era evidente. La fuerza de su voz titilaba como la lengua de una llama fatua.

– Vaya, muy importante ha de ser... -Respondió, entre la diversión y la sorpresa, pero jugando siempre con una fingida indiferencia que se alojaba en Inès cuando se trataba de Xacobo. – Ya es casi la hora del almuerzo, doy por hecho que me acompañaréis. ¿Queréis? Yo misma he recogido unos melocotones enormes del jardín, que hará de la comida una auténtica delicia, espero... a mí me gustan dulces, pero con cierta acidez.

Hablar de melocotones era, en la última temporada, la mayor afición de la noble; hacía poco regresaba del convento corso donde reposó para reinstaurar su salud, mas el viaje en barco de regreso la hizo recuperar algunas décimas de fiebre. No era tanto como su gesto aparentaba, pero sí lo suficiente para alejarse de otros ejercicios más cansados, como las jornadas de cetrería en las que estuvo practicando sus aptitudes antes de su retiro espiritual. La recolecta de frutos era mucho menos exigente, e igualmente permisivo como actividad al aire libre. Poco después de convidar al da Lúa, el palanquín volvió a avanzar con el paso de una beata procesión a través del camino principal del esplendoroso jardín otrora imperial, y mucho antes de alcanzar tan siquiera la fuente, se detuvo, y auxiliaron a su ocupante a descender de él. Inès vestía simple ese día, pero igualmente denotaba lujo en la calidad de las telas que cubrían su desnudez. Sin pudor, la Álvarez de Toledo extendió su mano hacia él.

– ¿Puedo preguntaros por qué?

Los perros, evidentemente, habían sido guardados, aunque sus ladridos se mantenían presentes.
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MessagePosté le: Mar Sep 20, 2022 8:07 pm    Sujet du message: Répondre en citant

    El joven se encogió de hombros con indiferencia ante la pregunta de Inés.

    Para obtener información privilegiada sobre el Papado. Para negociar un acuerdo comercial ventajoso. Para cambiar el atestado Campo di Marzio por una lujosa villa. Para matar los últimos días del verano. Para debatir sobre lo divino, lo humano, y lo "me han dicho que no es el Duque de Farignon el que ha arado el campo de la Duquesa de Farignon".-sonrió con suavidad.-Porque puedo, supongo. No tengo, no necesito, una razón.

    Alguien que hubiese seguido la saga del Príncipe Rojo, sin duda, habría notado una serie de cambios, acaecidos desde que había descendido de los Alpes con la derrota en la mirada y la barbilla tozudamente alzada. Aquel -poder hacer cosas sin un motivo específico para ello- era, probablemente, uno de los más sorprendentes.

    Pero no he venido con las manos vacías.

    Hizo un gesto, discreto pero elocuente, hacia su valet. Lo de no venir con las manos vacías era un asunto puramente metafórico, y era Gaspar, al fin y al cabo, quien tenía lo que el Marqués había traído consigo.

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MessagePosté le: Mar Sep 27, 2022 8:59 pm    Sujet du message: Répondre en citant

No sabía en qué momento la insensatez de Xacobo se había convertido en insolencia. La fina línea que separa estas dos actitudes, a veces, es difusa, e Inès únicamente era capaz de recordar al ujier de Olivares y al marqués soltero. Las nuevas facetas de éste, se le escapaban, así que se quedó muy sorprendida cuando Todos los Santos le habló de aquél modo, porque "podía". Por la misma premisa, ella forzó a Xacobo a sostenerla cuando, con la mano que había extendido, se afianzó en el brazo del marqués para caminar a un paso de cadencia lenta por los jardines, en dirección al pórtico de la entrada principal del palazzo.

– ¿Por alguna razón azarosa conocéis en persona a la Duquesa de Farignon? – Y a pesar de su sorpresa, fue aquí donde la Princesa demostró querer seguirle el juego.– Desgraciadamente no podré complaceros con esa información privilegiada, me temo que las únicas telas rojas que llevaré serán por Navarra. Ahora bien, el acuerdo ventajoso me podría interesar. Hacedme la merced, pasad.

Una bandada de patos cruzó a pie los jardines, toda vez que ellos entraban en el palazzo. Las telas que pendían de cortinas parecían flotar, sedosas, al antojo de la brisa que entraba a través de los arcos de media punta de la galería. La decoración interior del palazzo no tenía nada que envidiar al soberbio pórtico del exterior, donde el mobiliario, finamente labrado por los artesanos de toda la península itálica, destacaba notablemente, sin eclipsar los bustos que, como curiosos caprichos de la Princesa, habían sido emplazados sobre escritorios, o bien en mitad del paso, para ser admirados en todo momento. Inès no buscaba cosechar envidias, por lo que no se detuvo a enseñar cada salón y aposento, pero tampoco privaría a su primo de merodear por la misma sala que ella, razón por la que le liberó del nudo gordiano de su abrazo. Con la expectativa de un buen almuerzo e incredulidad por el presente que Xacobo decía traer, Inès se aproximó a una esquina del salón para servir dos copas de un licor ambarino, una de las cuales fue ofrecida a Xacobo inmediatamente después.

– Tened cuidado, degustadlo con mesura. Apreciaréis que es rugoso al paladar, e incluso creeréis que os arde la garganta... ¿seguís siendo el Copero de la Corte? – Corte, como sustitutivo de Rey o Reina, pues Inés ya no sabía quién se sentaba en el trono.
Conservando la fragilidad de sus males, la Álvarez de Toledo tomó asiento en un diván.
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MessagePosté le: Mer Oct 05, 2022 9:08 pm    Sujet du message: Répondre en citant

    Muchas cosas habían, sin duda, cambiado en y alrededor de Xacobo. Las guerras, todas ellas, habían dejado huella, y el chico desnutrido y solemne que había descendido de los Alpes ya no existía. Quizás esta no sea la mejor de las comparativas, teniendo en cuenta que seguía tomándose demasiado en serio a sí mismo y que seguía siendo la pesadilla de cualquier abuela que se preciase, pero bueno, vuacedes me entienden. Había leguas metafóricas bajo sus metafóricas botas -calzado que procuraba evitar cada vez más-, a medida que Xacobo iba convirtiéndose en el hombre que un día sería. Pero no todas las cosas que habían cambiado en y alrededor de Xacobo tenían este ominoso cariz. Algunas eran más livianas, más de andar por casa. Por ejemplo, ahora tenía algo parecido a sentido del humor. No mucho, pero algo.

    Ah, querida, querida... es una broma. No existe Duquesa de Farignon ni, por tanto, un Duque de Farignon que are o no su campo.-chasqueó varias veces la lengua mientras negaba con la cabeza.-Todo el mundo sabe que Farignon es un vizcondado. ¿No conocéis la tonada? "La vizcondesa mira del revés / al caer la noche y rayar el día / mirando de lado a lado no atina / Farignon, ¿qué otra cosa podría ser?"

    El Marqués se fue dejando llevar por el palazzo, observando con ojo critico. No crítico tipo "Ay, ¿de verdad pensaste que combinar esas cortinas con esos frescos era buena idea? Vaya, vaya, vaya...", más crítico tipo "Ay, mira, esa disposición pega de vicio con mi busto de Perséfone".

    Sigo siéndolo, sigo siéndolo. ¿Quién mejor, no? No todo el mundo lleva cálices en sus armas. -tampoco todo el mundo estaba dispuesto a hacer algunos de los sacrificios que él había hecho desde aquel puesto. Pero esa, Déos bendito, esa desde luego que era otra historia.-Es alguna clase de augardente, deduzco por vuestras palabras.

    Olfateó el líquido y lo inspeccionó a la luz, antes de darle un sorbo. Una familiar quemazón le inundó la boca. No se dejó quemar la garganta, pero la experiencia fue suficiente para saber que Inés no había mentido a ese respecto.

    Interesante. Una curiosa novedad, frente a nuestros augardentes. ¿Cuál es, si puedo preguntaros? Os reconoceré que este no es el campo en que soy más ducho.

    Hizo girar la bebida en la copa, arrancando cálidos destellos del líquido. Al notar que el sabor se desvanecía, dio un segundo sorbo. El primer sorbo de aguardiente, en realidad, era un sorbo desperdiciado mientras el paladar se hacía al sabor, era el segundo en el que la experiencia comenzaba, realmente. Algunas facciones de coperos radicales defendían que era en el tercer sorbo. Ambas posturas se habían enfrentado amargamente durante el Concilio de Tournai, que había terminado con tres coperos apuñalados. Probablemente.

    ¿Me permitiréis ahora entregaros mi pequeño obsequio?

    ¿Insistente? Puede. Pero, en cierto modo, le daba algo así como un poco de miedo que no surgiese la oportunidad de entregar lo que había traído, y tener que volverse a casa con las manos llenas y cara de idiota. ¡Ay, qué complicado es esto de la alta sociedad!

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MessagePosté le: Mer Oct 12, 2022 2:10 pm    Sujet du message: Répondre en citant

Entornó ligeramente los ojos cuando Xacobo le explicó la broma acerca la duquesa de Farignon y aquel detalle sobre que era un vizcondado, claramente ninguno de los dos estaban en la misma onda, pero sólo sirvió para que Inés esbozase una ligera sonrisa de medio lado que se apagó sucesivamente hasta que inclinó suavemente el rostro, como la cara de un perro que no entiende las monerías que le dice el amo. Observó cómo degustaba el licor, y la sonrisa volvió a aparecer. Inés seguía siendo tan expresiva, al contrario de lo que era su madre, y no era algo que a ella especialmente le inquietase salvo para las reuniones más serias, pero en cuanto a convenciones sociales, se mostraba segura de sí misma. Tras el veredicto del Copero castellano, la soberana de Navarra realizó un gesto de aprobación.

– Llevaos dos botellas de amaretto, si placen a los reyes de Castilla, venid a verme y zanjamos ese provechoso negocio que proponíais al principio. Y llevaos otra más para vos también.

Pero ella ni lo había probado, su propia copa seguía conteniendo el licor, a la espera de que la Princesa lo bebiera. Meneó la copa entre sus manos con cierto interés renovado cuando el Marqués recuperó el asunto de su llegada.

– Por supuesto, ¿de qué se trata?
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MessagePosté le: Sam Oct 22, 2022 9:01 pm    Sujet du message: Répondre en citant

    Xacobo adelantó ligeramente el labio inferior, mirando con fijeza el licor. Tras sus ojos, los mecanismos de su cerebro iban decidiendo si tenía hueco en las Bodegas. No físico, claro, sino si tenía un hueco en sus rutinas, rotaciones y vueltayvueltas para aquel licor. Aquello era importante y, hasta cierto punto, independiente de la calidad del licor. Aquel oficio era, en cierto modo, como la poesía: no se trataba de que existiesen palabras mejores que otras, pero no todas las palabras encajaban en siempre o siempre igual. Sin embargo, debió quedar relativamente satisfecho con lo que vio en su mente, porque le hizo un gesto claro a Gaspar. "Recordadme esto", decía el gesto, "que no quiero olvidarme".

    Os lo haré saber, no lo dudéis. Con un poco de suerte, a la Reina le gustará y se asentará en la Corte. No nos vendrá mal. -No nos vendrá mal algo de civilización, entiéndase. Al Marqués aquel era un rasgo de su tierra que le dolía profundamente.-Os lo agradezco.

    Gaspar le acercó entonces el cofrecillo que había estado cargando, y el Lucero lo abrió para ofrecérselo a la Princesa. En su interior, pequeños arbolitos de color rojo destacaban contra la madera acolchada.

    ¡Coral! Es difícil de encontrar fuera del Mediterráneo, pero en Roma he conseguido un par de vendedores. Quería comprar un poco para hacer algunas pruebas, y me acordé de vuestro taller, así que decidí comprar un poco para vos. Estoy seguro de que sabréis sacarle partido, es un material muy especial.

    El coral era complicado de usar -al menos, eso pensaba Xacobo-, pero ben usado convertía una pieza anodina en una de esas prendas que uno no olvida con facilidad.

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MessagePosté le: Lun Oct 31, 2022 12:49 pm    Sujet du message: Répondre en citant

Se quedó mirando los movimientos de Gaspar con atención, cuya presencia no hubo advertido anteriormente, ya que ambos primos se habían centrado en sus propias conversaciones. Sin perder detalle, analizó el cofrecillo, preguntándose qué habría en el interior, y cuando Gaspar le ofreció tomarlo entre sus manos la Princesa extendió ambas extremidades para cogerlo, abriéndolo con la siniestra con sumo cuidado, revelando su interior. Pequeños arbolitos de color rojo destacaban contra la madera acolchada, y Xacobo se apresuraba a dar diálogo a la irrelevante escena.

– ¡Coral! ¿Dónde lo habéis conseguido? – Era tan propio del sur que Inés apenas lo había visto en Francia, por no decir que sólo lo vio en los ropajes de las ricas mujeres toledanas; en los Estados Pontificales tampoco era frecuente, aunque el mar estaba más próximo.– Es escaso y lujoso... ¿Para unos pendientes quizá? ¿Qué pensáis?

Se quedó pensativa mirándolo, y cerró después la cajita, esperando su respuesta. La comida ya estaba preparada, por lo que podían pasar a la mesa; poco a poco, Inés se fue levantando.
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MessagePosté le: Dim Avr 23, 2023 2:09 pm    Sujet du message: Répondre en citant

    Mientras imitaba a su anfitriona, el Lucero fue relatándole la historia de cómo había acabado en posesión de aquellas piezas.


    Desde hace tiempo, aprovecho mis visitas a Roma para hacer compras. Al fin y al cabo, ¿no es este el Umbilicus mundi? ¡Ah, querida, Roma tiene sus encantos, pero pocos de pueden comparar a sus tiendas, ese crisol en que el Mediterráneo todo vierte sus tesoros! De cuantos lugares visité, sólo París y Sevilla pueden competir con Roma en este campo, y a fe mía que lo hacen por detrás y a distancia. He adquirido algunas piezas...-hizo un gesto que un día se llamaría "chef's kiss".- ...auténticamente encantadoras. En una de mis razias, bueno, en dos, para ser sinceros, encontré un par de vendedores, intermediarios de materiales exóticos, que traen coral rojo. Curiosamente, ambos eran malteses, y chapurreaban un sabir infame, pero ya sabéis que no hay lengua más universal que el oro. Pero algo os diré, en lo que a mi experiencia atañe, si los malteses combatiesen como negocian, estaríamos todos oprimidos bajo su yugo.


    Había, de hecho, abandonado ambas tiendas con la sensación de haber sido vapuleado por ambos mercaderes. Aunque el negocio, algo más amplio que una simple compra y que incluía tercerías relativas a ciertos materiales exóticos, le beneficiaba, no había conseguido quitarse de la cabeza la certeza de que, de haberse tratado de comerciantes italianos o franceses, habría duplicado sus ganancias. Con comerciantes íberos, probablemente las habría triplicado.


    Una vez, en Sevilla, vi a una dama de cierta posición cerca de la Puerta del Osario, supongo que se dirigía a misa en Santa Lucía. Llevaba un vestido negro, con el pecho decorado con una ristra de coral, pendientes y anillo a juego, y hasta prendía la mantilla con un broche de lo mismo. ¿Podéis creerlo? Aquella dama llevaba, entre tela y coral, una verdadera fortuna encima. Pude luego saber que era la esposa de un próspero comerciante, aunque lo cierto es que no fue próspero mucho tiempo más. Tuvo un par de encontronazos con la Aduana, perdió las cargas y, como se había gastado sus fondos en cosas como aquel traje, no pudo recuperarse. ¡Sabe Déos dónde estará hoy esa maravilla de vestido! -negó con la cabeza, como si él fuese una especie de ser de pura austeridad que nunca gastaba en fruslerías.- El efecto, sin embargo, era auténticamente espectacular, con el rojo destacando sobre el negro. Elegante, sin chabacanerías, pero demostrando sin asomo de dudas el poder pecuniario de su portadora. Fijaos que han pasado ya casi dos años, y aún lo recuerdo, prístino como si hubiera sido ayer, bañado por la luz de la mañana.


    Pareció quedarse un instante extático, recordando aquel vestido que tanto le había impresionado, pero volvió a la realidad encogiéndose de hombros. El destino de aquella dama le importaba absolutamente nada: era una simple mercader, y los mercaderes tendían a averiguar que lo que fácil viene, fácil se va. Además, su marido había sido lo que el joven Armiño llamaba "competencia", y había sido una suerte que la Aduana hubiese detectado sus chanchullos. Los del mercader, no los del Marqués.


    Pero, si alguien sabrá averiguar cómo utilizar este material, sois vos, no me cabe duda alguna.


    El Marqués siguió a Inés a... bueno, adonde le llevase, él no conocía aquella casa.

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