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[E] Libro de las virtudes - La Prehistoria

 
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Sainte Wilgeforte



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MessagePosté le: Jeu Fév 25, 2010 11:21 pm    Sujet du message: [E] Libro de las virtudes - La Prehistoria Répondre en citant


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Sainte Wilgeforte



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MessagePosté le: Jeu Fév 25, 2010 11:21 pm    Sujet du message: Répondre en citant

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    Libro de la Prehistoria
    Capítulo I - « Oanilonia »


    1 Los humanos eran en adelante los niños de Dios. Eso tenía por consecuencia que ahora estaban dotados con un alma, que se werían juzgados al final del tiempo en función de su práctica de la virtud. Además, eso hacía que estuvieran condenados ahora a trabajar para garantizar su subsistencia. Las otras criaturas de la creación, excepto esa que el Altísimo no había nombrado, estaban sometidas a ellos. Los humanos podían así cultivarlas y criarlas para alimentarse.

    2 Dios no intervino ya en el mundo, dejando a Sus niños vivir y prosperar. Había dado a la criatura que no había nombrado la libertad de tentarlos para que tuvieran que escoger entre el camino de la virtud y el del pecado. Siendo omniscente, ya sabía cómo sería su futuro, pero quería que fueran ellos quienen dieran pruebas, sin juzgarlos por adelantado.

    3 Oane, el que había respondido correctamente a Dios, ahora había pasado del estatuto de simple de espíritu de la comunidad al de guía de la misma. No renegaba de la tarea. Los condujo por el mundo para encontrar un lugar propicio para su plenitud. Durante años, cruzaron desiertos, montañas y llanos del mundo entero. Oane se debilitaba a lo largo de este viaje, pero no abandonó nunca.

    4 Por fin, llegó el día en que encontraron un valle propicio para su establecimiento. Había un lago, que parecía abundante de pescados. Extensos espacios eran propicios a la ganadería y al cultivo. Los bosques circundantes proporcionarían madera. Había incluso una huerta, donde crecían numerosos árboles frutales. El valle se encontraba al pie de una montaña, de donde los minerales, como el oro, el hierro o el carbón, podían ser extraidos.

    5 Oane estaba satisfecho de que su búsqueda finalmente haya llegado a su fin. Observaba el llano con la mirada cuando se desmoronó. Todos se agolparon en torno suyo para ayudarlo. Algunos intentaban mantenerlo en una posición casi sentada, pero estaba claro para todos que vivía sus últimos momentos. No obstante, a pesar del trágico acontecimiento, mientras que todos se asustaban, Oane hacia gala de una sonrisa plena de serenidad.

    6 Él dijo: "No tengáis miedo, ya que mi muerte no es más que un paso para unirme a Dios. He alcanzado el lugar que Dios me ha reservado en el mundo y he cumplido lo que Él esperaba de mí. La muerte no es para mí la pérdida de la vida sino el paso hacia otra, mucho mejor. Será lo mismo para vosotros si sabéis vivir en la virtud. Entonces, que vuestras lágrimas no sean de tristeza sino de alegría, ya que el Altísimo me hace el más bonito de los regalos. Amarlo y Él os amará. Adoradlo y Él os bendecirá. Vivid en la virtud y Él os acogerá a Su lado."

    7 Entonces, él hizo su último suspiro. Y todos se miraron sin entender el porqué de esta serenidad que seguia aún en la cara de su guía. Enterraron su cuerpo en medio del valle, allí adonde vivirían en adelante. Hicieron el juramento que, cada semana, se reunirían delante de su tumba, para que los acompañase y los guiase mientras ellos rendían homenaje a Dios.

    8 Pero ninguno entendió que el amor que Oane sentía por Dios le hiciera aceptar la muerte con tanta serenidad. Nadie quiso hacerle el menor reproche, él que había hecho tanto por ellos. En homenaje a su vida al servicio de los hombres y de Dios, decidieron nombrar la ciudad que iban a construir Oanilonia, "la ciudad de Oane".


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MessagePosté le: Jeu Fév 25, 2010 11:21 pm    Sujet du message: Répondre en citant

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    Libro de la Prehistoria
    Capítulo II - « El trabajo »



    1 El tiempo haciendo su obra, los hombres y a las mujeres se volvieron cada vez más numerosos, manteniendo su amor para Dios y rechazando en la sombra la Criatura sin Nombre. Ella alimentaba cada día un poco más su amargura y su cólera hacia este pueblo tan querido por Dios que se le había cogido su plaza de reina de la Creación. Los hombres y las mujeres vivían despreocupados mientras que en la sombra, su enemigo preparaba su venganza.

    2 Dios había pedido a los hombres y a las mujeres trabajar para garantizar su subsistencia. Este duro trabajo se los alejaba así de la acedia. Y los hombres y las mujeres sabían ser inventivos, ya que Dios los habían concebido así. Recogían lo que El había colocado para ellos en la naturaleza. Se pusieron a controlar estos recursos con el fin de garantizar su subsistencia y su vida se volvió mejor.

    3 Tomaron el trigo que crecía en la naturaleza y los cultivaron en sus campos. El molinero transformó el trigo en harina en su molino. El panadero lo cocinó en su horno para hacer el pan. Tomaron el maíz que crecía la naturaleza y lo cultivaron en sus campos. Tomaron las verduras que crecían en la naturaleza y las cultivaron en sus huertas. Recogieron los frutos que se encontraban en algunos árboles y así pudieron alimentarse. El placer aportado por las verduras y los frutos los volvía más agradable a codear con.

    4 De los mares, ríos y lagos, pescaron pescado. Y su inteligencia se encontró aumentada. Inventaron la barca y los pescados se hicieron más numeroso aún entre sus manos. A veces, algunos de ellos se despertaban una mañana bajo una barca. Rezaban después a Dios de este regalo. Criaron vacas, cerdos y ovejas en su pasto, cuidando estas criaturas que les habían sido confiadas por Dios. Las alimentaron y estas criaturas se volvieron más gordas.

    5 El carnicero preparó la carne a partir de las carcasas de estas criaturas. Para eso, inventaron el cuchillo, instrumento permitiendo separar las carnes las unas de los otras. La carne que extrajeron los alimentaba, pero se sentían sobre todo más fuertes después de haberla consumida. De las vacas, tomaron también la leche, suave néctar sin igual.

    6 Esquilaron las ovejas y tomaron la lana. Recuperaron la piel para hacer cuero. El tejedor vinculó la lana y el cuero para hacer prendas de vestir, que los protegían del viento y garantizaban la decencia de su aparición. La naturaleza dándoles acceso a todo lo que podían desear tuvieron que inventar barriles, donde pudieron almacenar los frutos de su trabajo.

    7 Para protegerse cuando las ventanas del cielo se abrían, crearon casas y vivieron adentro. Los arreglaron con camas, velas, mesas, sillas... y todo lo que podía mejorar la comodidad de su vida. Para eso, el minero tomó la piedra y el hierro en las minas. Y el leñador cortó la lena de los árboles. Para facilitar este trabajo, el herrero modeló el hierro y la madera para forjar herramientas, como las hachas o los cuchillos.

    8 A veces, Dios contribuía a este edad de felicidad dando comida a los que sabían amar el mundo, que no tenían entonces que producir. A veces también, les animaba volviéndolos temporalmente más fuertes, más inteligentes o más carismáticos. Y el domingo, antes de la comida, se reunían en medio de sus habitantes, en torno de la tumba de Oane, para rezar juntos El que los quería tanto. En efecto, no tenían aún clérigos, ya que no tenían aún la utilidad, siendo en comunión directa con Dios.

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    Libro de la Prehistoria
    Capítulo III - « La acedia »


    1 La sociedad de los hombres y mujeres era bonita y refinada.

    2 Así pues, aprendieron a producir vino a partir de la uva, después de muchos años intentando entender las sutilezas del afinamiento de tal bebida. Descubrieron también cómo elaborar cerveza a partir de la cebada y del lúpulo. Para eso, inventaron hornos de un tamaño impresionante. Debieron aprender a trabajar juntos con el fin de llegar a tales resultados. Pero ninguno dudaba que valiera la pena.

    3 Además, las artes y las ciencias se concibieron entonces para elevarlos aún más cerca de Dios. Aprendieron a componer música, los cantos que se han convertido cada vez más bonitos y los instrumentos que los acompañaban cada vez mejor hechos. Descubrieron las plantas que curaban las heridas y las enfermedades, para que su salud sirva para glorificar el Altísimo mucho más tiempo. Inventaron la escritura, que les permitió conservar todo su conocimiento para las generaciones futuras.

    4 Dios estaba satisfecho. Sus niños se sublimaban en el lugar que El les había dado. Pero sabía que esta bonita primavera iba a ver las flores de la virtud descolorarse. Ya que la Criatura sin Nombre seguía rumiar su rabia y su cólera. Agazapada en la sombra, esperaba el momento propicio para probar al Altísimo que la respuesta que había dado Oane no era la buena. Persistía en el error, negando la fuerza del amor y empeñándose a concebir la soberanía del débil por el fuerte como el sentido de la vida.

    5 Pero todas las invenciones que los humanos habían creado volvían su trabajo menos duro. Tenían cada vez menos trabajo que hacer y cada vez más frutas que recoger. Cuando antes tardaban un mes para recoger trigo, ya en adelante no les era necesario que la tercera parte. Mientras que antes solo pescaban un pescado cada dos días, tenían en adelante uno al día, y a veces dos. Allí donde les era necesario trabajar antes cada día para cultivar verduras, no les quedaba mas que recoger.

    6 Y la principal de las ciencias no existía aún. La teología era desconocida de estos humanos. No teniendo clérigos, no había aún nadie para consagrarse enteramente a Dios. Noembriagar teniendo texto consagrado, no había nada que estudiar. La fe humana era bruta, en eso que no tenía aún intermediario. Pero esta aparente pureza de su amor para Dios era precisamente lo que iba a conducirlos a su pérdida.

    7 Los humanos se dejaron embriagar por la suavidad de su vida. Les parecía tan suave y tan agradable que no entendían ya el interés en dedicar su vida al trabajo. Cada placer les daba la ocasión de descuidar su trabajo. Les gustaba el mundo, pero les gustaba para sí mismo, no porque Dios les había dado, por amor para ellos. Se desviaban poco a poco del amor de Dios.

    8 El primer pecado así involuntariamente fue descubierto por los humanos. Llevó más tarde el nombre de acedia. Ésta consistía en desviar del amor divino, en abandonarse a la vida material descuidando la vida espiritual, en preocuparse del momento sin guardar al espíritu eso por qué Dios los había concebido. Iba a traer a los otros pecados, conduciendo así los humanos a su pérdida. Alcanzó su cima cuando el domingo ya no estuvo ocupado al rezo, sino a la pereza.

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    Libro de la Prehistoria
    Capítulo IV - « Los pecados »



    1 Los humanos habían descubierto la acedía, habían despreciado el amor de Dios, porque preferían las cosas materiales que Él había creado. Habían tomado con placer una parte de lo divino, olvidando que era necesario amar al conjunto. Oane no estaba allí para guiarlos, él que había sido el único en comprender lo que era el amor del Altísimo. Ahora solos, privados de su guía, los humanos no sabían diferenciar la virtud del error.

    2 Se podía ver entonces a algunos comer más que lo que el hambre les pedía, tomando un placer que no hacía más que agrandarse. El gusto dulce de las frutas, el calor de la carne y la embriaguez del alcohol tomaron paso sobre los placeres simples de la vida. No había ya el menor lugar en sus placeres para el suave olor de las flores, ni para la belleza de los paisajes. Llegaron a tal punto que incluso los numerosos frutos de su trabajo no bastaban para colmar sus deseos.

    3 Es cuando la gula rompió los vínculos que unían a los hombres y a las mujeres. Cuando uno guardaba para sí el fruto de su propio trabajo y se negaba a compartir. El fuerte producía más, comía más, bebía más, y pasaba a ser más fuerte. El débil producía menos, comía menos, bebía menos, y se debilitaba. La comunidad de los hombres y las mujeres se dividía debido a su gusto inmoderado de las cosas materiales, que los condujo a la avaricia.

    4 Entonces, el hombre y la mujer se hicieron orgullosos. El fuerte se puso a despreciar al débil, que no podía alimentarse tanto como él lo deseaba. Como la Criatura sin Nombre, pensaban ahora que el papel del fuerte era dominar a los débiles. Ella vio que la hora de su venganza había llegado. Se movió entre la sombra y se acercó a los que se despreciaban, ya que no tenían bastante para alimentarse. Les dijo: ¿porqué ustedes se dejan tratar así, porqué no invertir los papeles?.

    5 Y el débil se puso a envidiar al fuerte. El fuerte, satisfecho con su situación, no veía al débil preguntarse porque eran menos que ellos. La Criatura sin Nombre rebosante de alegría, ya que sentía la hora de su gloria. Murmuró a la oreja del débil y atizó su deseo. La cólera tronó en el corazón del débil, que se rebelaba internamente contra esta injusticia. Le preguntó: ¿por qué tener este sentimiento en su espíritu y no dejar expresarla?

    6 Entonces, el hombre y la mujer sorprendieron a sus hermanos y a sus hermanas. Tomando un cuchillo y una hacha en cada mano, cada uno alcanzó al otro en una tormenta de violencia y destrucción. Acababa de ser inventada la guerra, que alcanzó su paroxismo cuando cada uno se puso a quemar la casa y a devastar los campos del otro. La Criatura sin Nombre fue de nuevo cerca de los que la escuchaban y les dijo que la violencia y el odio les permitirían en adelante dominar a su prójimo.

    7 El hombre tomó entonces a la mujer y la mujer tomó al hombre. El fuerte abusó del débil y el débil sufrió por el fuerte. Todos se unieron en una orgía bestial de estupor y violencia. Sus cuerpos mezclados reflejaban las llamas de las casas que quemaban. La comida se devoraba, la bebida absorbida. Las palabras suaves fomentaban los gestos indecentes. Una verdadera orgía de vicio tenía lugar. Y del amor de Dios no se supo ya.

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    Libro de la Prehistoria
    Capítulo V - « El Rey del pecado »



    1 Eso duró semanas y meses. El vicio del humano no tenía más límites. Ninguno, entonces, tenía la menor intención de trabajar. La violencia y el estupro eran su pan diario. Los graneros se lanzaron a bajo y para recuperárlos todos se pegaron por recuperar lo posible productos. Ya no querían más que abandonarse a su exceso a las cosas materiales.

    2 Todos desconfiaban unos de otros. El menor pretexto era bueno para reiniciar su oda a la violencia. Cuando uno, empujado por la gula, envidiaba las comidas que otro poseía y lo intentaba robar, otro, empujado por la avaricia, respondía con la violencia. Más nadie se hablaba, si no amenazándose e insultándose.

    3 Los hombres y las mujeres no observaron ya hacia las estrellas. El pecado tenía el control de sus vidas. Habían olvidado hasta la existencia incluso de Dios y no experimentaban ya su amor. Ya no gustaban más que los placeres malsanos del pecado. Sin Oane para recordarles, se olvidaron de la virtud y el defecto fue elevado en un pedestal en sus detestables vidas.

    4 Su solo interlocutor era la criatura a la cual Dios no había dado nombre. Rebosante de felicidad, pensando finalmente por haber demostrado al Altísimo que su respuesta era la buena y que la de Oane era falsa. Según ella, el fuerte debía dominar al débil y el débil someterse al fuerte. Negaba la potencia del amor como sentido de la vida y odiaba a Oane por la pureza de su fe.

    5 Era la única en acordarse que había sido enterrado en el centro de la ciudad. Para desafiarlo, fue sobre su tumba e invirtió la lápida. Desterró el cadáver de Oane y bailó una noche entera, atascándose su cuerpo, cantando su alegría de destruir su obra. Muy en torno ella, la ciudad estaba en llamas, mientras que los humanos se pegaban, se violaban, se mataban y se torturaban mutuamente. La hora del triunfo parecía haber venido para la criatura que Dios no había nombrado.

    6 Fue a las minas a recuperar lo que necesitaba para forjarse su corona de reina de la Creación. Se hacía de oro, dinero, diamantes, rubí, esmeraldas y todo lo encontrado que fuese lo más precioso del mundo. Su peso daba prueba del orgullo y el odio hacia los hombres y las mujeres que había desarrollado la criatura que Dios no había nombrado. Y ésta era la única de levantar los ojos al cielo, pero era para mostrar su sonrisa de triunfo hacia del que esperaba el reconocimiento de fracaso.

    7 Entonces, Dios quiso dar una gran lección a estos humanos, que lo habían traicionado. El cielo se hizo negro sobre la comunidad y los vientos soplaron con fuerza. Les dijo: "Mientras que les di mi amor, se desviaron, prefiriendo escuchar las palabras de la criatura a la cual no di nombre. Prefirieron abandonarse a los placeres materiales más que de darme las gracias.”

    8 Añadió: "Creé para ustedes un lugar llamado Infierno, que dispuse en la luna, donde el peor de entre ustedes conocerá una eternidad de tormentos para castigarlo de sus pecados. En siete días, su ciudad se absorberá en las llamas. Y los que estuvieron pasarán la eternidad en el Infierno. Sin embargo, soy magnánimo, y los que entre ustedes sepan hacer penitencia pasarán la eternidad en el sol, donde se encuentra el Paraíso."


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MessagePosté le: Jeu Fév 25, 2010 11:22 pm    Sujet du message: Répondre en citant

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    Libro de la Prehistoria
    Capítulo VI - « El castigo »


    1 Los humanos se habían entregado tanto al pecado que Dios había decidido castigarles. Pero la inmensa mayoría de ellos no comprendían dónde estaba su falta, había sido tan grande su abandono al vicio. Se habían aficionado tanto a los placeres de la vida que temblaban ante la idea de dejarla. Número de ellos decidió entonces huir la ciudad maldita de Oanylona. Pero la Criatura Sin Nombre encontró a siete humanos cuyo gusto por el pecado era tan pronunciado que encarnaban cada uno, uno.

    2 Azazel se había entregado a la gula, Asmodea a la lujuria, Belial al orgullo, Lucifero en el acédie, Belzebuth a la avaricia, Leviatán a la cólera y Satanás a la envidia. Según los consejos de la Criatura Sin Nombre, recomendaron la rebelión contra Dios, afirmando que sólo la envidia le motivaba en su decisión de castigar los humanos. Añadían que era débil y jamás podría poner en ejecución Su amenaza. Gran número de humanos los escuchaba con atención.

    3 Siete humanos habían comprendido sin embargo el error que habían cometido. Sus nombres eran Gabriel, Jorge, Miguel, Miguaël, Galadriela, Sylphaël y Raphaëla. Recomendaron la humildad, afirmando que había que aceptar el castigo para expirar sus pecados. El discurso de cada uno demostraba virtudes que se habían encarnado. Gabriel daba pruebas de templanza, Jorge de amistad, Miguel de justicia, Miguaël de donación de sí, Galadriela de conservación, Sylphaël de placer y Raphaëlle de convicción. Sólo un puñado de humanos era sensible a sus palabras, pero la pureza de la fe de cada uno de ellos valía el vicio de cien pecadores.

    4 Los seis días fueron terribles, los relámpagos desgarraban el cielo y los truenos que estremecían la voluntad de los más débiles. Gran número de humanos evitó entonces la ciudad. Sólo se quedaron los más viles, que escuchaban las prédicas de las siete encarnaciones del pecado, y los más virtuosos, que, a ejemplo de las siete encarnaciones de la virtud, aceptaban el castigo de Dios. Hasta la Criatura Sin Nombre tuvo la prudencia de huir, dejando a los siete corruptos cegarse en su locura.

    5 El séptimo día vino para concluir la sentencia divina en un titánico cataclismo. En un temblor ensordecedor, el suelo se abrió bajo los pies de los pocos que se quedaron en la ciudad. Llamas altas como una catedral fueron a devorarlos. Los edificios se derrumbaron, las piedras aplastaron a los habitantes, y las llamas devastaron todo. Pronto, toda la ciudad fue engullida en las entrañas de la tierra, no dejando rastro alguno de su existencia.

    6 Las siete encarnaciones de los pecados fueron castigados por Dios. Fueron desterrados a la luna, viviendo desde aquel momento una eternidad de sufrimientos bajo el nombre de Príncipes-demonios. Los que les habían escuchado sufrieron el mismo destino, con el título de demonios. Su amor hacia el vicio y su odio de Dios crecían durante siglos, tomaron cada vez más del malsano placer de practicar su oficio. Y su cuerpo reflejó poco a poco la negrura y la bestialidad de su alma.

    7 Pero Dios vio que los siete puros, así como sus discípulos, habían probado que los humanos eran capaces de sentir arrepentimiento y humildad. Los elevó al sol y fueron bendecidos con una eterna felicidad en el Paraíso. Los siete puros fueron llamados arcángeles y sus discípulos ángeles. Debían secundar al Altísimo ayudando a los humanos, cada vez que esto fuera necesario, a combatir la tentación de la criatura que Él no había nombrado.


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MessagePosté le: Mer Nov 30, 2011 1:29 pm    Sujet du message: Répondre en citant

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    La Prehistoria
    Capítulo VII - « El Éxodo »



    1.- La ciudad entera de Oanilonia fue absorbida hacia los intestinos del mundo, devorada por las llamas. Para purificar la tierra, Dios esparció sal sobre el rastro de la ciudad del pecado, de modo que no se asentase más vida y prosperase allí. El poder del divino cataclismo cubrió el cielo de polvo por varias millas a la redonda. Los variados grupos que habían huido redoblaron su velocidad para escapar a la catástrofe, dejando atrás todo recuerdo de su vieja vida. La mayoría lloraron sobre aquello que les parecía ser una injusticia. Estando separados de Dios y de Su amor, no entendieron Su correcta decisión divina.

    2.- Algunos llegaron al mar. Cortaron árboles e hicieron barcos con ellos. Les tomó mucho tiempo terminar estas construcciones. De hecho, habían perdido la práctica del trabajo y les dolía ponerse a trabajar. Pasaban más tiempo holgazaneando en la playa que buscando con qué alimentarse o construir sus naves. Pero las nubes de polvo siempre les recordaban que debían de estar trabajando. Poco a poco, tomaron otra vez agrado al esfuerzo y, aunque no vivían más en la virtud, sus sociedades viciadas no conocieron más el desenfreno de los pecados que habían practicado en Oanilonia.

    3.- Cuando los barcos estuvieron listos, se marcharon para atravesar el mundo, cruzando los mares y desembarcando en todas las costas que les parecieron favorables. Otros grupos de refugiados huyeron incluso a tierras más profundas escapando del cataclismo. Cruzaron varios bosques, pantanos, ríos, arroyos, valles, colinas, montañas, barrancos, glaciares y llanuras. Cada vez que encontraban un lugar favorable para su establecimiento, un grupo se quedaba y fundaba una ciudad ahí.

    4.- Así, poblaron gradualmente el mundo entero, instalando aldeas por todas las partes a las que llegaban. Cada ciudad organizó su sistema político. Eligieron jefes, quienes manejaron los recursos de sus comunidades. Éstos nombraron guardias, de modo que las leyes de la ciudad fuesen respetadas. Para financiar esta joven jerarquía, tomaron oro y plata de las minas y los derritieron para hacer monedas de ellos. Esta idea facilitó los intercambios entre cada ciudad.

    5.- Pero, especialmente, les permitió intercambiar mercancías entre ciudades. Pero este intercambio enriquecía a algunos mientras que empobrecía a otros. Las ciudades competían cada vez más entre sí por el control de los recursos. Lo que no pudieron obtener por intercambio, intentaron obtenerlo a la fuerza. Así, cada ciudad organizó un ejército, entrenando soldados, para luchar para enriquecer a su comunidad y a sus líderes.

    6.- Entonces, Dios decidió permitidles que aprendan la amistad, de modo que los humanos dejasen de matarse unos a otros. Dividió la única lengua en una multitud de lenguas. Los humanos no eran capaces de entender las palabras habladas en otras ciudades. El Altísimo entonces les permitió ser capaces de aprender las lenguas que no conocían. Este entrenamiento requería que cada uno se abriese hacia la cultura del otro. Así, estaban menos inclinados a combatir, habiéndoles dado la comprensión del otro debido a los esfuerzos necesarios para aprender las lenguas de aquellos que deseaban atacar.


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    La Prehistoria
    Capítulo VIII - « El Paganismo »



    1.- Los grupos de humanos que habían huido de Oanilonia, se habían dispersado y poblado el mundo. Sus descendientes construyeron ciudades, gobiernos e inventaron el dinero, que les permitió comerciar. Pero también habían inventado la guerra y, para animarlos a conocerse en vez de pelearse, Dios dividió el lenguaje único en multitudes de lenguas.

    2.- Entre los humanos, se formó un grupo que buscaba la realidad divina, pero este grupo ignoraba tanto sobre Dios como el resto de la humanidad. Los humanos ya no sentían el amor divino porque se habían desviado de Él. Buscaban una explicación a sus vidas, cuando la respuesta ya se había dicho. Pero ya no sabían escuchar, ahora se habían quedado sordos.

    3.- Este grupo declaraba que en cada cosa, en cada elemento que rodeaba a los hombres y mujeres, había un espíritu cuyo poder sobrepasaba el entendimiento. Estos espíritus elementales poseían poderes sobrehumanos. Tenían diferentes personalidades y siempre competían con el fin de demostrar cuál era el más fuerte. A menudo montaban en cólera y jamás vacilaban en medirse uno a otro, con los humanos de por medio.

    4.- Así, no teniendo más a Dios en su corazón, se habían inventado todo un panteón de dioses falsos. Como el cielo cubre el mundo y era la fuente de luz, hicieron un dios del cielo y lo pusieron como rey de todos los demás dioses. Sus rayos se volvieron rápidamente célebres y todos los humanos aprendieron a temerlos rápidamente. Como los humanos no conocían la virtud, los dioses que se habían inventado tampoco la conocían. Su rey divino podía transformarse en una nube de oro para ejercer el pecado de lujuria con princesas.

    5.- Para honrar a sus múltiples dioses, los humanos crearon iglesias dedicadas a sus dioses y los llamaron "templos". Los propios humanos actuaban como clérigos en su propio paganismo, así que se nombraron "sacerdotes". Suplicaban la ayuda de sus dioses y, a cambio, les sacrificaban animales. Mientras que Dios le había enseñado a Oane que las diversas criaturas del mundo, aunque sometidas a los humanos, debían ser respetadas; los paganos ofrecían y reverenciaban su sangre a sus falsos dioses.

    6.- Pero no había amor hacia sus nuevos dioses. Éstos servían únicamente para prestar servicios a cambio de estos sacrificios. Además, estos paganos respetaban a sus divinidades, pero era más por miedo que por amor. Las numerosas ciudades se reagruparon en reinos, teniendo en su cabeza a los reyes. Estos reyes acudían a los sacerdotes paganos con el fin de que sus dioses les ayudasen, y estos falsos clérigos creían tener el poder de leer el futuro de las ciudades en las entrañas.

    7.- Pero todavía quedaba un vacío en el corazón de los hombres y mujeres. Les faltaba el por qué habían sido concebidos. Les faltaba el amor que Dios quería darles y lo que esperaba en cambio. Entonces, Dios decidió que había llegado el momento oportuno para que Su Creación hiciera memoria. Encontró a un niño en una ciudad llamada Stagire y le enseñó Su Palabra con el fin de que la Humanidad vuelva al camino de la virtud. Este niño se llamaba Aristóteles.


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