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[E] El Libro de las Virtudes- El Fin de los Tiempos

 
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Ignius



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MessagePosté le: Mer Nov 30, 2011 1:42 pm    Sujet du message: [E] El Libro de las Virtudes- El Fin de los Tiempos Répondre en citant


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Dernière édition par Ignius le Lun Oct 29, 2012 4:55 pm; édité 3 fois
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MessagePosté le: Mer Nov 30, 2011 1:44 pm    Sujet du message: Répondre en citant

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    El Fin de los tiempos
    Capítulo I - « El Sueño »



    1.- Yo, Ysupso de Alejandría, piadoso creyente de Egipto, les voy a relatar la revelación que me fue dada en sueños. Puede parecer extraño considerar un sueño como una verdadera premonición. Pero la lectura de mis revelaciones les mostrará que no se trata de un sueño común. Por otra parte, agradezco al Altísimo por haberme confíado la divina misión de transmitir al mundo Su voluntad.

    2.- Mi sueño comenzó con una luz dulce y blanca. Tenía la sensación de despertarme y, como de madrugada, emergía poco a poco de mi estado letárgico. La luz aportaba, conforme me despertaba en mi imaginación, un lote de matices. Acababa de ver un grupo de seres humanos con grandes alas de aves, coronadas por un anillo luminoso. Resplandecían con amor y dulzura. Sus miradas estaban llenas de bondad y de ternura.

    3.- Tenía frente a mí a todos los humanos que, por su vida sagrada y virtuosa, habían accedido al estatuto de ángeles. Siete de ellos sobrepasaban a sus compañeros debido a la sensación de bienestar que yo sentía en su presencia. Reconocí, sin dificultad, a los siete arcángeles bendecidos por Dios: Jorge, patrón de la amistad; Miguaël, patrón de la donación de sí; Rafaela, patrona de la convicción; Gabriel, patrón de la templanza; Miguel, patrón de la justicia; Sylphaël, patrón del placer; y Galadriela, patrona de la conservación.

    4.- Detrás de ellos, veía vastos paisajes tiernos y delicados. Todo era bello y daba ganas de quedarse allí para la eternidad. Pero ese paisaje me parecía vacío. Podía admirar a los innumerables elegidos, poblando el Paraíso, en el rostro de los cuales se exhibía la beatitud. Viendo tal felicidad en aquellos que habían vivido en la virtud, me regocijaba y esperaba poder reunirme con ellos.

    5.- Entonces, escuché una voz dura y serena decir: “aquellos que ves aquí son los que supieron ganar el Paraíso, siguiendo la palabra que le confié a Aristóteles y Christos. Pero debes saber que el futuro no será tan radiante para todos”. Comprendí que era el mismo Dios quien me enviaba este mensaje divino. Entonces, los ángeles me dejaron sólo, en comunión con el Altísimo. “Mira en el charco de agua que hay a tus pies”, me dijo.

    6.- Vi entonces un bello país. El calor dulce del sol acariciaba los árboles de los vergeles, alimentaba las espigas de trigo, que se levantaban, orgullosos, hacia el cielo, y daba todo su amor a las verduras, que prosperaban. Más lejos, podía ver a las vacas descansar plácidamente, acompañadas por ovejas vigiladas por su pastor. La agradable brisa prestaba su fuerza al molinero haciendo girar las alspas del molino.

    7.- El mar abastecía a los pescadores con muchos peces, con el fin de alimentarlos, y despedía olores rústicos pero agradables para los que sabían apreciarlos. En el corazón de esta vida agradable, una ciudad rodeada por murallas, estaba llena de actividad. Los artesanos trabajaban con el fin de abastecer a la población todo lo que necesitaba y los comerciantes elogiaban sus mercancías a los clientes que venían al mercado.

    8.- Los niños jugaban, risueños, y corriendo a lo largo de las calles. De las tabernas se escuchaban risas y ruidos de líquidos que se vertían en las jarras de cerveza. Un pequeño grupo se agrupó alrededor del alcalde, que escuchaba sus preguntas y les respondía. Las campanas empezaron a sonar y numerosos habitantes salieron de sus casas para ir a misa.


    Ysupso



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MessagePosté le: Mer Nov 30, 2011 1:44 pm    Sujet du message: Répondre en citant

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    El Fin de los tiempos
    Capítulo II - « El Castillo »



    1.- Y entonces, el horror comenzó.

    2.- El cielo se ensombreció, cargándose de nubes tenebrosas. Los truenos cayeron, resonando en todas las chozas. Y la lluvia empezó a caer. ¡Un diluvio jamás visto hasta entonces! La borrasca formaba remolinos y el mar se embraveció tan agitadamente que vi a varios pescadores desaparecer bajo sus aguas. Todos miraban buscando refugio, pero la lluvia no dejaba de caer.

    3.- Durante tres días y tres noches, la lluvia deshizo todos los esfuerzos de los agricultores, que veían, impotentes, como morían sus cosechas. Las calles se transformaron en torrentes. Todo el país se hartó de agua. Y el mar golpeaba con toda su furia a la ciudad, destruyendo los embarcaderos, hundiendo los barcos más gruesos, y abatiéndose contra la costa.

    4.- Luego, el cielo se ensombreció aun más, haciendo desaparecer todos los rayos del sol, y se iluminaba sólo por los relámpagos de los truenos que resonaban en todas las casas donde la gente se agrupaba, llena de temor y miedo. La lluvia se hizo cada vez más fría, convirtiéndose en nieve. La helada terminó por destruir las cosechas y el viento glacial azotaba las casas, donde la gente, aterrorizada, sufría hambre y sed sin atreverse a decir una palabra.

    5.- Entonces, la nieve se convirtió en granizo. Ésta granizada tenía enormes y gruesos granizos como una pelota de soule y duros como una piedra. Golpearon, con todas sus fuerzas, las sólidas murallas y los edificios de piedra. Los tejados parecían doblegarse, pero se esforzaban por resistir. No bastaba, porque numerosas casas se hundieron sobre sus desafortunados habitantes, con gritos desgarradores que pedían ayuda, pero se perdieron en el ruido del cataclismo.

    6.- Pero el calvario pareció acabarse cuando el granizo disminuyó, y luego se paró. Poco a poco, la gente salió de sus modestos refugios y numerosos de ellos, llenos de pavor, se dirigieron hacia el castillo, con el fin de encontrar respuestas a sus preguntas. El cura y el duque se dirigieron entonces a la muchedumbre. Pero el discurso del señor temporal fue interrumpido por el hundimiento de una torre, que lo aplastó sin más.

    7.- Efectivamente, la tierra comenzó a temblar. El pobre electo se había situado bajo la trayectoria vertical del enorme monumento. La gente se puso a correr con el fin de ponerse a salvo de nuevo en sus refugios. Pero las familias, que aun habiendo encontrado refugio, se hundían unas tras otras. Las calles se abrían, las grietas se abrieron, devorando con sus ganchos de tierra a los desafortunados que se agarraban en su terrible trampa. Las murallas, quebrantadas también por el granizo se hundieron, aportando su lote de muertos.

    8.- Toda la ciudad se derrumbó poco a poco, dejando a numerosas personas en el pánico. Sólo la iglesia había sobrevivido a los asaltos de los elementos desencadenados, al parecer, el santo edificio estuvo al resguardo de los elementos desenfrenados. La tierra paró de temblar y se hizo la calma. Sin una palabra, los supervivientes se agruparon pues en la casa del Altísimo. El cura se encontraba allí. Recomendaba el arrepentimiento de las faltas cometidas. Su inspiración era de oro, pero se sentía en su voz la angustia, porque sus oraciones no bastaban para socorrerlos. Pero todos escuchaban, sin embargo, la prédica del cura como jamás lo habían hecho antes.


    Ysupso



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MessagePosté le: Mer Nov 30, 2011 1:45 pm    Sujet du message: Répondre en citant

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    El Fin de los tiempos
    Capítulo III - « La Iglesia »



    1.- El viento golpeó las paredes de la iglesia, haciendo estremecer toda su estructura. El cielo, tenebroso y glacial, se cubrió de amenazadores nubes de proporciones hercúleas. Por todos los lados del santo edificio, el relámpago desgarraba el aire, seguido pronto por su cómplice, el trueno, cuyo rugido resonaba en los corazones aterrados fieles.

    2.- El cura les animó a la oración. Fue constantemente recordándoles que ellos no tenían nada que temer si guardaban en su espíritu las palabras divinas reveladas por el profeta Aristóteles y por Christos el Mesías. La pureza de su fe lo empujaba a animar a sus oyentes a que hicieran penitencia por sus pecados. Y repetía constantemente que había llegado el momento de escuchar la confesión de los pecados. Pero nadie lo escuchaba, el terror tenía prioridad ante la razón, y todos miraban a través de las vidrieras de la iglesia.

    3.- Mientras, la tercera calamidad se alzó sobre ellos. El viento redobló la intensidad, convirtiéndose en borrascas y las borrascas en tempestad. El cataclismo alcanzó su exaltación extrema cuando un tornado terrible vino para embestir al santo edificio. Se rompieron las vidrieras de la iglesia, llenando el santo edificio de su aliento glacial. Los cristales de vidrio teñido recayeron, como una lluvia de cuchillas afiladas, sobre los desafortunados que se encontraban debajo.

    4.- El tornado lanzó los bancos contra las paredes, mientras los hacía volar en pedazos. Atropelló a los fieles, que chocaron unos otros. Hizo caer a las estatuas desde lo alto de su pedestal, rompiéndose en mil trozos. Las puertas pesadas e imponentes de la iglesia eran antiguas de varios siglos. Habían conocido la angustia del tiempo sin dar pruebas de la menor debilidad. Pero el tornado las hizo despegar como espigas de paja.

    5.- El ruido de la tempestad cubría las exhortaciones de la oración del cura. El cura las interrumpió cuando vio a un niño pequeño en el suelo. Una viga enorme amenazaba con derribarse sobre él. El cura se echó sobre él y empujó al niño fuera de la trayectoría del monstruo de madera. Este sacrificio resultó desgraciadamente inútil, porque el edificio entero se hundió sobre sus habitantes, entre los cuales sólo algunos supervivientes lograron escapar.

    6.- Estos no fueron más afortunados, ya que finalmente tuvieron la desgracia de asistir a la última calamidad. La ciudad no era más que un campo de ruinas con el suelo agrietado, el mar estaba agitado bajo un cielo de tinta rasgado por los relámpagos; los campos, los pastos y los vergeles se ahogaron y sólo unos pocos árboles se mantenían, más o menos levantados.

    7.- Los supervivientes vieron entonces a éstos últimos abrasarse. Gritaron con todas las fuerzas que les quedaban. El viento, hasta entonces glacial, se encendió con una verdadera hoguera a cielo abierto. Las nubes se enrojecieron, reflejando las llamas que bañaban al país. Éstas devoraban todo lo que había sobrevivido en una hoguera gigantesca. Las desafortunadas personas que habían sobrevivido a las tres otras calamidades gritaron con dolor cuando la hoguera destruyó sus carnes, no dejando nada más que sus cuerpos.


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    El Fin de los tiempos
    Capítulo IV - « El Juicio divino »



    1.- Alcé la vista del agua en la que todas aquellas imágenes acababan de desfilar ante mis ojos. Mi alma temblaba mientras los alaridos de sufrimiento de aquellas pobres víctimas resonaban en mis oídos, encogiendo mi corazón. Lloraba con lágrimas calientes, pues horrible era la suerte de aquellos desgraciados.

    2.- Entonces Dios, con una voz dulce y tranquilizadora, me dijo: “¿Ves, como puede terminar el mundo al que amas? Será destruido por el agua, el fuego, el viento y la tierra. Pero no temas si eres virtuoso, porque los virtuosos pueden evitar este horrible final. Que no se inquieten los virtuosos, pues yo no olvido a quienes Me aman.” Vi, en efecto, las nubes desaparecer, los vientos calmarse y las llamas morir. Pero la tierra no dejaba de temblar, sino que siguió aumentando su intensidad.

    3.- Entonces, los hombres y mujeres que habían vivido aquellas atrocidades, que contemplé en el agua, salieron volando del mundo. Eran innumerables, todos juntos parecían como un mar de humanos. A pesar del largo tiempo pasado en la tierra, parecían vivir ahora una segunda juventud. Montaron en una hermosa nube que los llevó junto a su Creador.

    4.- Detrás de ellos, pude ver de nuevo la Tierra, aquella gigantesca bola de materia. No quedaban ya seres humanos en ella. Su superficie comenzó a agrietarse, y titánicas llamaradas surgían de las grietas. Luego, el mundo entero se quemó. Iluminaba a los demás astros con una potente luz roja. Finalmente, en una impresionante explosión, finalizó la misión que Dios encomendó a la Tierra.

    5.- Los hombres se colocaron entonces a lo largo del grupo de estrellas que llamado Vía Láctea. Se colocaron en una fila que parecía interminable. Algunos esperaban el Juicio con alegría, otros lloraban lamentando no haber sabido escuchar el mensaje divino transmitido por Aristóteles el Profeta y Christos el Mesías. Los ángeles esperaban pacientemente a los humanos en el Sol, mientras que los Demonios escupían con odio a quienes iban a ser juzgados.

    6.- Y entonces me habló Dios: “¿Ves a estos hombres que están aquí unidos, a la espera del Juicio? Los creé para que aspiraran a la virtud, y creé la virtud para que, si uno de ellos la practicaba, los demás le imitarían.” - Reconocía en aquellas palabras las enseñanzas de Aristóteles y Christos- “Había un motivo para todo esto, servirme, honrarme, y quererme. Soy la mano invisible que guia vuestros pasos, pero siempre hay corderos que abandonan el rebaño y se olvidan Mi palabra.”

    7.- “Vosotros seréis juzgados uno por uno al morir, pero esto puede cambiar. La Criatura sin Nombre defiende que el fuerte ha de dominar al débil, y tiene libre albedrío para demostrarlo. Si volvieras a apartar tu amor de Mi, lo que viste en el agua se hará realidad. Si olvidais Mi amor o creeis que no os amo, esa será la realidad. Si Mi Palabra, revelada por Aristóteles y Christos deja de ser escuchada, destruiré la Tierra, porque que el amor no sería más su guía. Cuida de que Mi Palabra no caiga en los pozos del olvido.”

    8.- Por esto les hago estas revelaciones. La Virtud debe guiar siempre nuestros pasos, y es nuestro deber transmitirla al prójimo. Esa es la Palabra de Dios. ¡No se desvíen del camino, del amparo de Su sabia mano, porque entonces Él destruirá la Tierra y todos seremos juzgados!


    Ysupso
    Traducción por Griko
    Revisión por Astaroth_14




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    El Fin de los tiempos
    Capítulo V - « Las Preguntas »



    1.- Pero había aún preguntas que no habían encontrado una respuesta. Le pedí a Dios si quería abrirme los ojos y, en Su gran misericordia, aceptó.

    2.- Le pregunté: “¿Cuándo seremos juzgados? ¿Cuáles serán los castigos y recompensas que tendremos?” Él me respondió: “He decidido que ya que he hecho de los humanos Mis niños, les daré el mejor regalo: he convertido a todos vuestros espíritus en almas, que os permitirán ganaros el Paraíso si seguís las enseñanzas de Aristóteles y Christos, pero que os enviarán al Infierno si os desviáis del camino que han trazado. Estáis en tela de juicio a lo largo de vuestra vida. Cada pensamiento, cada palabra y cada acción influyen en Mi decisión final. Cada vez que uno de vosotros muere, yo decido vuestro destino eterno. Dependiendo de si habéis sido virtuosos o pecadores, alcanzaréis el rango de los elegidos o de los condenados.”

    3.- Entonces le pregunté: “Pero, ¿a qué se parecerán los humanos que accedan al Sol o a la Luna? ¿Nos convertiremos en puros espíritus? ¿Qué pasará con nuestros cuerpos? ¿De qué están hechos los ángeles y los demonios?” Él me respondió: “El cuerpo no puede vivir sin el espíritu, ni el espíritu sin el cuerpo, pues Yo he hecho la vida con la unión de ambos estados. Cuando un humano accede al Paraíso o al Infierno, el cuerpo que tenía en el mundo es abandonado para nutrir la vida y se le entrega un nuevo cuerpo a cambio. Este último, está hecho a la imagen del espíritu del humano: representa ya sea su belleza ya sea su fealdad. Los ángeles son aquellos que, por su santidad, han obtenido un cuerpo ten perfecto que me siguen dentro del sol. Los demonios son aquellos que han vivido tanto en el error que su cuerpo sólo está hecho de horror y bestialidad.”

    4.- Le pregunté todavía: “El bautismo es el sacramento que consagra la entrada de un humano en la comunidad de los fieles. Sin esto, no hay posible acceso al Paraíso. Pero que les sucede a los pobres niños cuando la vida se les acaba antes de tener la posibilidad de ser bautizados?” Él me respondió: “Os he hecho elegidos en vuestro nacimiento, pues tendéis naturalmente hacia Mí. Son vuestros pecados los que os alejan de Mi divina perfección.”

    5.- “El bautismo permite a la virtud redimir al pecado, permite al amor vencer la acedia. Un virtuoso no bautizado no verá borrar sus faltas, porque Yo no bendije su entrada a la comunidad de Mis fieles. Pero no creas que el hecho de estar bautizado te autoriza a pecar sin vergüenza. Este sacramento sólo es el medio para vivir en la virtud. Pero todos aquellos que no hayan sido bautizados, ya sean niños o adultos, si absolutamente jamás pecaron, podrán igualmente acceder al Paraíso.”

    6.- Finalmente le pregunté: “¿Tendrá lugar forzosamente el Fin de los Tiempos?” Él me respondió: “No, Yo decidiré destruir el mundo si los humanos se abandonan tanto al pecado que acaben por dar la razón a la Criatura a la que Yo no he puesto nombre. Debéis saber que el futuro del mundo no depende de nada más que de vuestra virtud. Debéis respetar la palabra que he transmitido a Aristóteles y Christos, pues si os comportáis como los habitantes de Oanilonia, vuestro vicio se unirá a la suerte del mundo que tanto amais.”

    7.- Entonces, Dios me dijo que había llegado el momento de que yo volviera a casa, que mi sueño acabara, y que me despertara. Complacido por haber aprendido tanto de Dios, regresé a mi cama blandita, donde me desperté. Aún confuso por estas revelaciones, me lancé a poner por escrito el mensaje del mismo Dios.


    Ysupso
    Traducción por Pauet



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