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[Hagiografia]San Benito

 
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Ignius



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MessagePosté le: Sam Nov 03, 2012 10:43 pm    Sujet du message: [Hagiografia]San Benito Répondre en citant

Citation:

SAN BENITO:



Introducción:

Benito de Nursia, Ben para los amigos o San Benito para Aristóteles, fue el fundador de la Orden Benedictina, ahora extinta, e inspirador del auge monástico. Está considerado el santo patrón de las órdenes religiosas de la vida monástica y la aristotélica, inspirada en la Tabla de Oane. Fue el editor de la Regla de San Benito (madre de todas las otras cartas aristotélicas) y doce preceptos, que llevan también su nombre, destinados a civilizar un poco la vida de la ciudad.

Infancia:

El pequeño Ben nació hacia el año 480 en una familia de esnobs romanos. Sufrió una crisis existencial ya que rechazaba el modo vida depravado que lo rodeaba, se interesó por el estudio de la lógica de Aristóteles y por el misticismo de Christos.
En aquella época, una buena parte de las poblaciones rurales de los Reinos de Occidente era presa de las peores heterodoxias. El pequeño Ben encontró a un viejo hombre, un ermitaño, en un mercado. Benito le preguntó porqué vivía así, de una forma diferente a los otros, siendo un marginal entre los marginales. El anciano le respondió por la respuesta de Christos:


- ¡Discípulos! Vivid para otros en lugar de esperar que otros vivan para vosotros. Es la ciudad la que debe acoger a los marginales y no los marginales quienes han de ayudar a la ciudad.

El ermitaño le enseñó que la moral que lleva a Dios debe ser transmitida a los hombres unidos en la misma ciudad. Para guiarlos hace falta la razón. Ésta se obtiene por la educación siguiendo a los sabios, los hombres maduros y las mujeres que avanzaron sobre el camino de la Verdad.

Así podrá surgir la moral que nos lleva a Dios y da la paz en “gran esfera”. Empezaron a hablar y a discutir. Su intercambio duró tres días y tres noches sin fin, continuaron así y acabaron quedándose dormidos...
Cuando se despertó, Benito estaba solo, el ermitaño había desaparecido. Su voz todavía resonaba con una frase que quedó grabada en su mente hasta el final de sus días:


-Una causa final es una inteligencia pura, una divinidad. Si se volviese a montar el orden de las causas y de los efectos encontraríamos sólo una sola causa final. Pues Dios es único… Dios hay sólo uno, este motor inmóvil del mundo, esta voluntad perfecta que es la fuente de toda sustancia, de todo movimiento. Dios es la finalidad cósmica del universo.

Benito cayó de rodillas, obligado por la intensidad de la revelación que lo iluminaba. Benito rechazó a los dioses falsos de la gente oscura y fue iluminado por el resplandor de la Revelación.









Traducido por Casiopea Alonso Beltrán.
Revisado por el Padre Prior Jesús Alfonso Froissart del Camp..






Citation:



Vocación:

Ben pidió permiso a sus padres. Frente a su resolución, su padre sólo podría aceptar su decisión, le dio una beca cuantiosa y Benito se marchó.
Frecuentó a los doctos aristotélicos, prestándose a sus juegos de reflexión. Leyó todos los libros que le confiaron sus maestros. Se le instó a estudiar religión, pero él no se sentía preparado.

Descubrió emocionado la Razón sino así como la ciudad y su espíritu. Cuando tenía 21 años de edad se fue de nuevo y ganó la Galia cuando gran parte de su territorio era salvaje todavía. Quería estar a solas con la creación y obtener sabiduría al observar la gran obra de Dios.

Construyó una cabaña en una montaña rodeada de bosques. Aprendió a vivir lejos de los hombres y comenzó a pensar en la educación recibida. Escuchó a los animales, a sí mismo y se encontró con un ambiente extraño. Su alimento consistía en pescado que capturaba en un lago de agua pura, unos pocos vegetales y algunas frutas que recogía. Su inteligencia y carisma, reforzados por la comida sana, alcanzaron un alto nivel de desarrollo. Las bestias salvajes lo dejaban caminar entre ellas, sin asustarse de los más débiles, sin atacar a los más fuertes. Su cuerpo se sentía en plena armonía con la naturaleza, pero su alma de animal social a menudo se sentía sola por las noches junto al fuego.

Su inteligencia se agudizó y tanto su mente como su alma, se volvieron totalmente aristotélicas. La razón habitaba en él. Durante nueve años descubrió la ausencia de los hombres, reflexionó sobre sus vicios y sus defectos, meditó sobre su belleza y sus virtudes. A continuación, hizo una profunda experiencia de la moral que lo llevan a continuar buscando la razón humana. Tuvo la experiencia íntima de la relación entre el hombre, la razón y la moral.


-Todo es cuestión de proporciones y ritmos armoniosos.

Comprendió entonces las enseñanzas de Christos:

-La fe trae la verdad. Pero para entender esto, debemos usar la razón.


Se dio cuenta de la belleza del mundo, la belleza del hombre, su alma desprovista de todos los artefactos se percibe como belleza sensible, una imagen de la belleza eterna que siempre ha sido contemplada por el alma. Su conocimiento de la moral, la razón y la virtud habían evolucionado mucho pero de modo demasiado teórico y Ben sentía cada vez más la necesidad de tomar el sentido práctico.

Una noche tuvo un sueño extraño: vio girar una rueda en un cielo violeta, sentados en las barras había demonios provisto de látigos que hacían crujir sobre los lomos de unos bueyes. Sus ojos estaban tapados con velos, en cada uno de ellos se incluía el nombre de un vicio: la lujuria, la avaricia, el orgullo… La rueda giraba impulsada por la ganadería de tiro. Los animales caminaban constantemente en círculos para hacer girar la rueda. Cada res llevaba un nombre marcado y uno de ellos llevaba el de Benito.

Se sentían solos, no veían nada, solo el cielo púrpura a través de su velo. Entonces supo que el hombre sabio debe participar en la vida de la ciudad donde va a llevar los frutos de su sabiduría. Benito, en cuanto se despertó, preparó sus escasas pertenencias y se fue a las ciudades de los hombres.








Traducido por Casiopea Alonso Beltrán.
Revisado por el Padre Prior Jesús Alfonso Froissart del Camp..





Citation:



El mundo:

Benito se fue a las plazas públicas y mercados y comenzó a predicar. Estableció relaciones con mujeres, hombres y niños… les enseñó las virtudes, la naturaleza y la profunda belleza del hombre. Su mensaje era simple, era el de Christos:

- Si la vida no tiene sentido, entonces el amor tiene más significado que la vida. No esperes a morir para darte cuenta de que se te pasa la vida. Recuerda que: No nacemos para morir, nacemos para vivir.

También dijo que el ser divino es Todopoderoso y la esencia de las cosas está en las cosas mismas y en sus formas. El lugar ideal donde el hombre educado puede alcanzar la felicidad es la ciudad.

Nos reímos de él y algunos llegaron a tirarle piedras. La milicia lo detenía varias veces, lo golpeaban lo conducían a las puertas de la ciudad. Sin embargo, continuó con su trabajo. Gente de todas las edades lo seguía de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad. Benedicto XVI descubrió las dificultades de la enseñanza. Escuchó a los hombres y a las mujeres que le seguían, algunos de los cuales se ocupaban de realizar las tareas necesarias para garantizar la vida de todos. Comprendió que las cosas son copias de las ideas y que siempre se debe trabajar sobre las cosas, ya que las ideas solo pueden ser expresadas. Vio que, gracias al esfuerzo y trabajo de todos, su enseñanza estaba dando sus frutos.
Se impuso a todos ellos. Algunos se apartaron de él, lo dejaron. El resto del grupo se convirtió en una comunidad nómada. Los más avispados comenzaron a predicar también.

Sus pasos los llevaron a la tierra de Borgoña, plagada de bárbaros y paganos que se fueron abriendo poco a poco a la civilización aristotélica. Los pueblos los recibieron con un respeto prácticamente intangible. La multitud los recibía a su llegada y los escuchaban con afecto y comprensión. Ante la enorme afluencia de habitantes de Borgoña que seguían sus enseñanzas, la princesa Clotilde, la futura esposa de Clodoveo, rey de los francos, decidió llevarlo al palacio de los reyes de Borgoña.

Benito y Clotilde experimentaban un intenso amor por los demás, pero no sucumbieron aún. Benito la invitó a seguir el camino de la palabra y Clotilde convenció a su padre para escuchar la doctrina. Puso a prueba a sus sacerdotes de Borgoña y reunió a los nobles. Durante una semana debatieron y Benito tomó la delantera logrando eliminar uno a uno los valores paganos. A la Asamblea se incorporó la aristocracia, a quienes los sacerdotes habían otorgado cierto poder sobre los hombres. Benito entendió el adagio de Christos y gritó con voz estentórea, alto y claro, comprensible para todos:


- Tienes nobleza de alma y de corazón, por eso eres noble. Pero sabemos que aún así, serás vulnerable porque la nobleza fue herida muchas veces por la mezquindad.


Los nobles borgoñones entendieron su mensaje y empezaron a aplaudir. Persiguieron a la religión falsa y pidieron a su rey una audiencia. Durante tres días el Rey conversó y Benito se ganó el corazón y el espíritu de aquel hombre indomable. Se convirtieron a Aristóteles él y todos los borgoñones, debido a que su rey había entendido el mensaje del santo y se mostraba encantado.

- Sólo el honor evita la mezquindad - le dijo el rey.

Benito aprendió así la importancia del valor de unos hombres sobre otros hombres, los líderes respetados que conducen a su pueblo para afrontar el futuro. Sabía que tenemos que evolucionar estando entre ellos. Ben le dijo a un amigo en una carta:

- La vida de la ciudad no puede llevarse a cabo en el orden establecido. El único resultado que obtiene el soberano se deriva su legitimidad y se deriva del orden establecido por la Divinidad. Desafiando el orden establecido viene la tentación de caer en el caos y la criatura sin nombre. ¡Cuidado! Sigue siendo el soberano que se olvida de nuestra autoridad fuera de nuestras enseñanzas canónicas y dogmáticas.







Traducido por Casiopea Alonso Beltrán.
Revisado por el Padre Prior Jesús Alfonso Froissart del Camp.





Citation:




Tablas y leyes:

El rey otorgó a Benito unas tierras en Cluny para que pudiese instalar su comunidad. El grupo se trasladó allí. Se construyeron edificios para que los monjes pudiesen reunirse en un lugar donde cada uno buscaba encontrar la sabiduría. Este primer monasterio mantuvo firmemente la disciplina ejemplar: ningún monje volvió a intentar, como en ocasiones anteriores, salirse de la senda de la vida santa apartándose a la derecha o a la izquierda. Con tanta rabia contenida los hermanos perdieron la cabeza. Buscaron una forma de asesinarlo. Por medio de su oración y sus bendiciones, Benito descubrió las intrigas maquiávelicas y trató de desenmascarar los ataques del enemigo. Ben se planteó pues la cuestión de las reglas de moral ideal para organizar la ciudad y la comunidad monástica.

Según el consejo de Christos:


- Si alguien se niega a acogerle y a escuchar sus palabras, salga de esta casa o de esta ciudad poniendo pies en polvorosa.

Benito dejó el monasterio y se instaló de nuevo en la cumbre de Monte Casino, el antíguo lugar de tradición heterodoxa. El hombre de Dios en cuanto llegó destrozó el ídolo y derribó el altar. El "sin nombre" hace uso de los artificios más diversos para impedir la construcción del monasterio … En el peor momento y cuando empezaba a desesperarse, Dios le dio un empujón a su proyecto y San Benito tuvo un sueño extraño:

"... En el centro de un oasis había una estela erguida sobre la cual reposaba la Tabla de Oane, la famosa Tabla que contenía los mandamientos de Dios.
La piedra había sido esculpida por los dedos del Creador y fue confiada a la primera comunidad para que jamás olvidase que más allá del Amor estamos sujetos a la Ley de Dios. La piedra, aunque tendría que haber desaparecido con la ciudad estaba allí intacta. En su viaje onírico, vió a un hombre que lo invitaba a acercarse, parecía mayor y llevaba barba.... Se asemejaba a los retratos antiguos de Aristóteles, pero habría podido parecerse a Christos o la mismísimo Oane. El hombre cogió arena, pero tal vez era sal ... Una mujer que llevaba un cántaro se le acercó y el hombre vertió la arena en el frasco. La mujer se dirigió a la columna y echó el contenido de la jarra en la piedra ... No era sal, ni arena, ni cualquier otra cosa que él conociese... Era como un arco iris del cielo que se vertía sobre la piedra y hacía que brillasen miles de luces. La Tabla brilló pero sin deslumbrarlo y aunque las palabras estaban escritas en un lenguaje desconocido el texto le resultaba familiar.
Ben habló largo y tendido con la pareja, le dijeron que representaban el pasado y el futuro, le explicaron que la Tabla se había conservado, pero había sido retirada de la vista de los hombres, ya que aún no estaban listos para la contemplarla. Sin embargo, él, Benito de Nursia podía traducir el texto que Aristóteles le había mostrado cuando descubriese y descifrase la piedra. Le mostraron donde estaba escondido y olvidado el texto... "


Por la mañana al despertarse sabía que tenía que ir a un lugar muy cercano: una cripta mortuoria en una cueva bien escondida a los pies del Monte Casino. Ben encontró allí, tal y como su sueño había mostrado, un paquete sellado de cuero que contenía varios rodillos de antiguos pergaminos en mal estado. Aristóteles los había traducido respetando el estilo grecoalejandrino vigente en su época y su traducción fue larga y laboriosa. Basándose en su conocimiento que la Ley Divina le había otorgado a través de la Tabla de Oane, Ben se propuso redactar doce preceptos con el fin de guiar la moral relajada de la ciudad y establecer la famosa regla monástica que en lo sucesivo llevarán su nombre.

Benito desarrolló su mensaje de orden y paz, sólo merecida por una comunidad de hombres y de mujeres inclinados hacia la verdad y la educación en la verdad.
Esta experiencia transformó su vida y le dio la inspiración necesaria para continuar su obra. El nuevo edificio que ayudaba a crear significó un resurgimiento más que una construcción. Hombres silenciosos permanecian en la obra o en el bosque, cavando, roturando, edificando. Otros hombres en silencio se recogían sentados en el monasterio helado, cansando sus ojos y aguzando su espíritu, a duras penas copiando y volviendo a copiar los manuscritos que habían logrado salvar. Ninguno discutía o despreciaba, ninguno se jactaba de lo que hacía pero, poco a poco, los bosques pantanosos se convirtieron en una ermita, una casa religiosa, una granja, un abadía, un seminario, una escuela, una ciudad.

Caminos y puentes la ponían en contacto con otras abadías y otras ciudades que habían crecido de la misma manera.

La comunidad benedictina fue fundada así. El trabajo fue el eje que los permitió desarrollarse para la satisfacción de se todos. La vid es lo esencial de los trabajos manuales, porque como lo decía Benito:


- Es la sangre de la tierra, don otorgado por nuestro señor a los hombres. Por esta sangre, hagamos fructificar la casa de los hombres para la magnificencia de Dios.

Cada uno tenía su sitio aunque podía cambiarlo. La búsqueda de la belleza estaba en el trabajo porque la belleza sensible es una imagen de la belleza eterna que el alma ya ha contemplado. Trataban de descubrir las proporciones, las medidas y los ritmos armoniosos que permiten su manifestación.

Benito seguía así los principios de Aristóteles: el motor de las cosas está en las mismas cosas y les da forma. Benito no olvidó en absoluto la educación de los hombres: sacerdotes en cada pueblo, obispos para llevarlos, monjes ambulantes para ayudarles sin descanso y hacerles compartir la sabiduría. Los que protegían a la comunidad tenían reservadas partidas de carne para que pudieran fortalecerse. A los predicadores borgoñones les daban frutas y verduras para que su carisma se desarrollase lo mejor posible; pescado para los que se quedaban en la abadía, trabajando en las causas primigenias, ya que su inteligencia debía estar más viva porque, como lo dice Aristóteles:


- Ya que el último bien reside en el divino, sin duda alguna y para identificar el bien, basta pues con ceñirse al análisis de la esencia de lo divino. La sustancia del todopoderoso es inteligencia pura y perfecta, así que el bien puede ser sólo perfección de la sustancia y, por tanto, de la naturaleza de las cosas.

Con un abad para dirigir la comunidad, un consejero para echarle una mano y encargarse de los monjes en pequeños grupos, todo el mundo encontraba a un guía siempre presente. Borgoña se convirtió en un gran feudo de la religión aristotélica.

Los 12 mandamientos de San Benito:


1) A un solo Dios adorarás y amarás.
2) Su Santo Nombre respetarás, huyendo de la blasfemia y de los falsos juramentos.
3) El día del Señor guardarás, sirviendo a Dios devotamente.
4) A tu padre y a tu madre honrarás y a tus superiores también de la misma manera.
5) El asesinato y el escándalo evitarás, así como el odio y la cólera.
6) La pureza guíe tus actos con cautela.
7) Los bienes de otros no tomarás, ni retendrás injustamente.
8)La maledicencia se desterrará y la mentira también.
9)En pensamientos y deseos velarás por la pureza.
10) No codiciarás los bienes de otros.
11) Fe y Razón te guiarán a la vez.
12) Solo a Aristóteles y Christos adorarás, evitando a los falsos profetas.










Traducido por Casiopea Alonso Beltrán.
Revisado por el Padre Prior Jesús Alfonso Froissart del Camp.




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Ignius



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MessagePosté le: Sam Nov 03, 2012 10:43 pm    Sujet du message: Répondre en citant

Citation:

Anexo a la Hagiografía : Regla de San Benito
Madre de todas las demás cartas internas aristotélicas




PRÓLOGO

Escucha, Hijo mío, la enseñanza del amo, abre los oídos de tu corazón! Acepta de buen grado los consejos de un padre que te ama de verdad y y haz todo lo que te dice. Con trabajo y obediencia llegarás a Dios. En efecto, si te niegas a obedecer por falta de coraje te alejarás de él. Ahora, te toca a ti y a todo hombre que abandone su voluntad egoísta para tomar las fuertes y bellas armas de la obediencia con el fin de combatir bajo las órdenes de Christos, el verdadero Rey, nuestro Mesías.
En primer lugar, cuando se empieza a hacer algo bueno debemos rezar con fervor a Aristóteles desde el principio al fin.
Él quiso convertirnos en sus Hijos, así que no debemos ofenderlo por nuestro mal comportamiento. Sí, los dones que nos ha otorgado siempre tenemos que destinarlos a obedecerle. De lo contrario, será como un padre enojado que castiga a sus hijos y los despoja de sus bienes.
E incluso si nos negamos a seguirle a la gloria, será un maestro terrible que se enojará por nuestros pecados. Y nos condenará al castigo eterno en el lugar más maligno.


EL SUPERIOR


El Superior, el que es digno de estar en la cabeza de una comunidad, debe recordar siempre el nombre que le damos. Debe demostrar con sus actos que es digno de llamarse "superior". Es por eso que debe enseñarnos algo, establecer poco y no ordenar nada fuera del entorno de los mandamientos de Dios. Pero sus órdenes y sus enseñanzas actuarán como una semilla para difundir la justicia de Dios en el corazón de sus discípulos. El Superior debe siempre recordar a esto: el día terrible en el que Dios juzgará a los hombres, examinará estas dos cosas: su enseñanza y la obediencia de sus discípulos. El Superior debe saberlo: Si, entre sus ovejas, el padre de familia encuentra una en mal estado, es el pastor quien asumirá la responsabilidad.
Por el contrario, si el pastor ve que las ovejas están intranquilas y no obedecen, y agota sus energías haciendo todo lo posible para curarlas de sus malas acciones y el Día del Juicio, Aristóteles le declarará inocente.

Es por ello que, cuando alguien recibe el nombre Superior, debe conducir a sus discípulos mediante la enseñanza de dos modos: todo lo que sea bueno y santo lo demostrará con sus palabras, y todavía más, con su ejemplo. Para los discípulos que tienen el corazón dócil, sus palabras representarán los mandamientos de Dios. Pero para los que tienen el corazón duro y para los que comprenden con menos facilidad será con su ejemplo con lo que mostrará los designios de Dios.
Y cuando el Superior les explique a sus discípulos lo que es malo, será con su ejemplo con lo que demostrará que algo no se debe hacer. De lo contrario, si no enseña a los demás, será condenado. Y si comete pecados, un día Dios le dirá:


- Recitas mis mandamientos: ¿pero por qué? Hablas de mi alianza: ¿por qué pues? Detestas todo reglamento.
¡Arrojas mis palabras al suelo!.


Y también:

- ¡Ves la paja en el ojo de tu hermano, pero no ves la viga que está en el tuyo!

El Superior ingiere todas sus comidas con los huéspedes y los extranjeros.
Pero cuando haya menos personas, podrá invitar a los hermanos que desee a la mesa. Sin embargo, dejará siempre uno o dos veteranos con los hermanos para mantener el buen orden.


EL SUPERIOR AMARÁ A TODOS LOS HERMANOS SIN HACER DISTINCIONES


En el monasterio el Superior no hará ninguna diferencia entre los monjes. No amará a un hermano más que a otro, a menos que encuentre uno que sea más apto o más obediente que otros. No hará pasar al hombre libre antes que al esclavo, excepto por un buen motivo. Pero si, por una razón justa, el Superior piensa que hay que actuar así, lo hará sin tener en cuenta el rango de los hermanos en la comunidad. Excepto en este caso, cada uno guardará su fila de entrada al monasterio. En efecto, esclavo u hombre libre, ambos son uno en Christos y todos tenemos la responsabilidad de servir al único Dios.
No, Dios no hace diferencia entre las personas. Lo único que le importa es que seamos mejores que otros por nuestras buenas obras y que seamos humilde. Por lo tanto el superior ama a todos los hermanos por igual. Se aplican las mismas normas para todos, pero de acuerdo a los méritos de cada uno. Obedece todas las órdenes de los superiores, incluso si se comporta de un modo diferente y esperemos que no! -. En este caso, recuerda que el mandamiento de Christos:


- Haz lo que dicen y no hagas lo que hacen!

El Superior tendrá mucho cuidado con los hermanos que han cometido errores, porque no son los que están sanos quienes necesitan al médico sino los enfermos.

EL SUPERIOR ACTUARÁ COMO EL BUEN PASTOR

El Superior debe hacer todo lo que haga falta y con presteza, para no perder una sola oveja del rebaño que Dios le confió. Para eso, se sirve de su inteligencia y su habilidad. En efecto, lo sabe: ha recibido la misión de conducir a personas enfermas y no debe abusar de su poder sobre las personas sanas. Tendrá miedo de la amenaza que Dios comunicó por boca del profeta Aristóteles:

- Se ha hecho cargo de las ovejas que a usted le parecían bien alimentadas. Sin embargo ha podido ver sus debilidades.

El Superior imitará la ternura del buen pastor que abandona a sus 99 ovejas en las montañas para ir a buscar a una sola oveja perdida.
Siente tanta lástima por la debilidad de esta oveja que la pone sobre sus santos hombros y la devuelve hacia el rebaño.


LOS BIENES Y OBJETOS DE LA ABADÍA

Para ocuparse de los bienes del monasterio (herramientas, trajes y todos los demás objetos) el Superior elige a hermanos en los que tiene confianza. Son su buena conducta y su modo de hacer lo que guían su elección. El Superior les otorga la responsabilidad de guardar los diferentes objetos, como él estime oportuno. Entonces los hermanos se ocupan de ellos y los arreglan. El Superior tendrá la lista de estas cosas. Así, cuando los hermanos se suceden en un servicio, el Superior sabe lo que da y lo que recibe. Si alguien trata los objetos del monasterio sin limpieza o con negligencia, se lo reprochará. Si este hermano no se corrige, será castigado según la Carta Caritatis.

LOS ENFERMOS

SERVIR A LOS ENFERMOS, ES SERVIR A DIOS


Ante todo y sobre todo, hay que ocuparse de los hermanos enfermos. Los serviremos como a Christos mismo, porque dijo:

- Estuve enfermo y vinisteis a visitarme.

Y:


- Lo que vosotros hagáis a uno de estos pequeños es lo que a mi me haréis.

CÓMO CUIDAR A LOS ENFERMOS

Los enfermos tendrán una vivienda separada y de uso exclusivo para ellos. Para servirlos pondremos a un hermano que respete a Dios, que sea muy devoto y cuidadoso. Cada vez que sea necesario, ofreceremos a los enfermos la posibilidad de tomar un baño. Pero se lo permitiremos en menos ocasiones a los que están bien de salud y sobre todo a los jóvenes. Además, permitiremos a los hermanos que están muy débiles comer carne para reponer sus fuerzas. Pero, cuando están mejor, todos se privarán de carne como es costumbre. El Superior velará con sumo cuidado para que los cuidadores y los enfermeros no sean negligentes con los enfermos. En efecto, es el Superior quien es responsable de todas las faltas de sus discípulos.

LOS TRABAJOS MANUALES

La pereza es la enemiga del alma. También, en ciertos momentos, los hermanos deben estar ocupados trabajando con sus manos. En otros momentos, deben dedicarse a la lectura de la Palabra de Dios. Es por eso que creemos que hay que organizar estas dos tareas del modo siguiente: de Pascua en el 1 de octubre, saliendo del oficio de Prima, los hermanos harán el trabajo necesario hasta aproximadamente las 10. De las 10 horas hasta el oficio de Sexta, harán su lectura. Después de Sexta, levantándose de la mesa, reposan en su cama en silencio completo. Entonces, cuando un hermano quiera leer algo en particular lo hará en voz baja, sin molestar otros. Llamamos Nona al período anterior, hacia las 2.30 horas.
Luego los hermanos empiezan de nuevo a trabajar hasta Vísperas. Ellos mismos deben recoger las cosechas, bien porque sea necesario allí dónde están, o bien porque son pobres, y así no estarán tristes. Cuando vivan la experiencia de trabajar con sus manos, como nuestros Padres, entonces serán verdaderamente monjes. Sin embargo, lo haremos con mesura, a causa de los que son débiles. Del 1 de octubre hasta el principio de la Cuaresma, por la mañana, los hermanos harán su lectura hasta aproximadamente las 8. Luego, hacia las 8 horas, se le llama Tercera. Posteriormente harán el trabajo que se les asignó hasta las 3 de la tarde aproximadamente. A la primera señal de Nona, todos los hermanos dejarán su trabajo para estar preparados para la segunda señal.
Después de la comida, leerán de nuevo o estudiarán los salmos. Durante la Cuaresma, harán su lectura desde la mañana hasta las 9. Luego harán el trabajo que se les pidió hasta las 4 de la tarde. Durante este tiempo de Cuaresma, cada hermano recibirá un libro de la biblioteca. Lo leerá a continuación. Distribuiremos estos libros al principio de la Cuaresma. Ante todo, nombraremos a uno o dos veteranos que circulen por el monasterio en el momento en el que los hermanos hagan su lectura. Los vigilarán: habrá posiblemente alguien a quien no le gustará nada. Pasará su tiempo sin hacer nada o charlanado en lugar de aplicarse la lectura. Este mismo hermano se causa perjuicio y además distrae a los otros.
¡Cuando se encuentre a un monje de este género -y esperemos que no- se lo reprocharemos una vez, dos veces!
Si no se corrige, lo castigaremos según la Carta para que otros sientan temor. Un hermano no estará con otro hermano cuando no sea el momento. El domingo, todos hermanos se ocuparán de la lectura, salvo los que sean responsables de servicios diversos. Si un hermano negligente o perezoso no quiere o no puede meditar o leer, le ordenaremos realizar un trabajo para que no se quede sin hacer nada. En cuanto a los hermanos enfermos o de salud frágil, les daremos una tarea u oficio que le puedan hacer. Así, no quedan desocupados y tampoco serán maltratados por un trabajo demasiado duro. El Superior debe tener en cuenta su debilidad.


EL CAMINO DEL NOVICIADO

UNA ENTRADA DIFÍCIL


Cuando alguien llega con la intención de llevar una vida religiosa, no le dejaremos entrar fácilmente. Seguiremos el consejo de San Benito:

- Procure saber si el espíritu que tiene viene de Dios.

Sin embargo a veces el que llega sigue llamando a la puerta. Después de cuatro o cinco días, vemos que sobrelleva con paciencia la mala acogida y las dificultades que se le ponen. Y sigue pidiendo entrar en el monasterio. Entonces le permitiremos entrar y se quedará en la casa de los huéspedes durante algunos días.

¿ACASO EL RECIÉN LLEGADO VERDADERAMENTE BUSCA A DIOS?


Luego, irá a la Cripta de los novicios, allí dónde meditan, comen y duermen durante 15 días. Se los confiaremos al Maestro de Novicios quien es capaz de conducirlos hacia Dios.
Este hermano se ocupará de ellos con gran esmero. Observará atentamente al recién llegado. ¿Acaso verdaderamente busca a Dios?
¿Acaso se aplica con ardor al Servicio de Dios, la obediencia, las pruebas que lo hacen humilde? Le hablaremos de antemano de todas las cosas duras y penosas por las que hay que pasar para ir hacia Dios.


UN COMPROMISO PARA TODA LA VIDA

Quien va a ser recibido por los hermanos debe prometer delante de todos ellos, en la iglesia de la abadía, quedarse para siempre en la comunidad, vivir como un monje y obedecer. Hará esta promesa delante de Dios y de los santos. Entonces, si se comportase de otro modo, debe saber que: el Dios de quien se burla lo condenará. Hará su promesa por escrito en nombre de los santos que tienen sus reliquias en ese lugar y en nombre del Superior. Esta promesa, él mismo la escribirá de su mano. Si es analfabeto, le pedirá a otro que la escriba por él. El novicio trazará un signo sobre su promesa y él mismo la pondrá sobre el altar. Después de eso, el novicio comenzará a recitar este versículo:

- Acógeme, Aristóteles, según tu palabra y viviré.
No hagas larga mi espera.


Toda la comunidad repetirá tres veces este versículo y añadirá el "Credo". El hermano novicio se arrodillará a los pies de cada monje con el fin de que se rece por él. A partir de ese día formará realmente parte de la comunidad.

EL HÁBITO


El Hábito desde que los monjes ingresan a la orden debe ser llevado por todos ellos cada día. El vestido comprende la túnica blanca, el escapulario negro, el cinturón de cuero y una cruz de madera en el pecho. Lo que distinguirá a los Padres Oblatos de los Hermanos será una cruz de plata en lugar de la de madera.







Traducido por Casiopea Alonso Beltrán.
Revisado por el Padre Prior Jesús Alfonso Froissart del Camp.






Citation:




ACOGER A LOS HUÉSPEDES

Todos los huéspedes que lleguen serán recibidos como el Hijo de Dios. En efecto, él mismo dirá:

- Fui forastero y me acogiste.

Los recibiremos a todos con sumo respeto, sobre todo a los hermanos aristotélicos y a los extranjeros. Por tanto, en cuanto se anuncie la llegada de un huésped, el superior y los hermanos irán a su encuentro con todo el honor que el amor inspira. Comenzarán por rezar juntos. Luego se darán la paz. Daremos este beso de paz solamente después de la oración, a causa de los engaños de los engaños del maligno. En los saludos, les mostraremos los signos de humildad a todos los huéspedes que lleguen o se vayan. Bajaremos la cabeza o bien nos arrodillaremos para adorar a Christos a través de quienes recibimos.
Después de esta acogida, conduciremos a los huéspedes a la oración. Luego el superior o el hermano al que envíe se sentará con ellos. En presencia de toda la comunidad, el Superior lavará a los pies a todos los huéspedes. El Superior verterá agua sobre las manos de los invitados. Recibiremos a los pobres y a los extranjeros con más cautela y mayor atención. En efecto, es sobre todo a través de ellos como se recibe a Dios. A los ricos, les tememos, por eso los respetamos siempre. Ningún hermano irá a buscar a los huéspedes o a hablar con ellos cuando no haya recibido la orden expresa de hacerlo. Pero si los encontrase o viese, los saludará humildemente, como dijimos anteriormente, y pedirá su bendición. Luego continuará su camino explicando que no está autorizado a hablar con los huéspedes.
Nombraremos a un hermano como anfitrión y se ocupará de invitados con la bendición del Superior.


RECIBIR A LOS MONJES EXTRANJEROS

Un monje extranjero llega de muy lejos. Querrá quedarse en el monasterio como huésped. Si se conforma con las costumbres que encuentre en este lugar, si no enturbia el monasterio pidiendo demasiadas cosas, y si está contento simplemente con lo que encuentra, lo recibiremos tanto tiempo como desee. Si reprocha algo o si pone reparos de modo razonable y con un amor lleno de humildad, el Superior dirá con prudencia: ¿acaso Aristóteles lo ha enviado a propósito para esto? Luego, si quiere quedarse para siempre en la comunidad, no nos opondremos. En efecto, durante su estancia en la casa de los huéspedes, podremos observar su modo de vivir.
Pero si, durante este tiempo, se ha mostrado exigente, o si su conducta ha sido mala, no debemos agregarlo al cuerpo del monasterio. Le diremos, pero educadamente, que es mejor que se vaya, para que su mala conducta no dañe a otros. Al contrario, cuando no merezca ser expulsado lo recibiremos, si lo pide; o mejor, le aconsejaremos que se quede y lo introduciremos en la comunidad, para que otros aprendan con su ejemplo. En todas partes servimos al mismo Dios y combatimos bajo las órdenes del mismo Rey. Hasta cuando el Superior ve que un monje lo merece puede ascenderlo a un rango superior al que tenía cuando entró.
El Superior puede hacer esto no solo con un monje, sino también con un sacerdote o con un clérigo, si considera que su conducta lo merece. Ya lo hemos mencionado más arriba. Sin embargo, el Superior tendrá cuidado: jamás acogerá demasiado tiempo a un monje de otro monasterio conocido, sin tener el acuerdo de su abad o sin un carta de recomendación. Porque Aristóteles dijo:


- No infrinjas a otros el dolor que no quieres para ti.

AMOR

En el corazón puede nacer un incendio triste y amargo que nos separe de Dios y conduzca lejos de él para siempre. Puede surgir también allí un buen fuego que nos separe del dolor y nos conduzca a Dios y a la vida con él para siempre. Este fuego se contagiará de unos monjes a otros a través de su gran amor. He aquí cómo: cada uno querrá ser el primero en mostrarle respeto a su hermano. Soportarán con una enorme paciencia las debilidades de los otros, las del cuerpo y las de su naturaleza. Se obedecerán mutuamente de todo su corazón. Nadie buscará su propio interés, sino el de otros. Se profesarán entre ellos un amor sin egoísmo, como los hermanos de una misma familia. Respetarán a Dios con amor.
Amarán a su abad humildad y sinceridad. Nada preferirán antes que a Christos y a Aristóteles. ¡Que nos conduzca todos juntos a la vida eterna!


EL ALIMENTO

Para el almuerzo diario, que será a eso de entre las doce y las tres de la tarde, creemos que dos platos cocinados serán suficientes para cada mesa. Y esto, debido a las debilidades de cada uno. Entonces el que no pueda comer de un plato comerá del otro. Por eso dos platos cocinados bastarán para todos los hermanos. Y cuando se pueda tener frutas o verduras frescas, las añadiremos como tercer plato. Cuando haya una sola comida (y también cuando haya dos) al mediodía y por la tarde, un grueso pedazo de pan bastará para el día. Cuando se haga una comida por la tarde, el hermano custodio guardará el tercio de pan para dárselo a los hermanos en ese momento. Cuando haya más trabajo que habitualmente, el Superior puede, si así lo estima oportuno, añadir algo.
Pero sobre todo, hay que evitar los excesos, de manera que un monje jamás llegue a indigestarse. No hay nada más contrario al aristotelismo que comer demasiado. Christos dijo:


- ¡Atención! ¡No aumente el peso de vuestros corazones por comer y beber en exceso!.

Para los jóvenes y niños, no serviremos la misma cantidad de alimento que para los mayores. Les daremos menos, siendo siempre comedidos. Todos absolutamente evitarán comer carne, salvo los enfermos que estén demasiado débiles.

LA BEBIDA

Cada uno recibe de Dios un don particular: uno este y el otro aquel. Es por ello que vacilamos un poco a la hora de fijar la cantidad de alimento y de bebida para otros. Sin embargo, a causa de la imperfección de los débiles, pensamos que una hemina de vino bastará para cada hermano al día. Pero, a algunos, Dios les da fuerza para privarse. Esos deben saber que recibirán por ello una recompensa especial. Cuando se necesita beber más vino a causa del lugar donde se está, a causa del trabajo o a causa del calor del verano, el superior decide dar más. Pero, en todo caso, debe ser cuidadoso con esto: los monjes no beberán demasiado vino y jamás se pondrán ebrios. Sin embargo, he aquí lo que leemos:

- El vino no está hecho para los monjes.

Pero hoy no podemos convencerlos de esta verdad. Entonces, pongámonos de acuerdo por lo menos para decir: no hay que beber demasiado, debemos hacerlo con mesura. A causa del vino hasta los sabios pueden abandonar a Dios. Algunas veces, el lugar será tan pobre que ni siquiera podremos encontrar la cantidad de vino fijado. Encontraremos mucho menos o nada en absoluto. Entonces los monjes que viven allí bendecirán a Dios en lugar de murmurar. Sí, ante todo, he aquí lo que recomendamos: ¡Que los monjes jamás murmuren!

LA ORACIÓN

Cuando queramos pedir algo a gente poderosa nos atreveremos a hacerlo sólo con humildad y gran respeto. Entonces, cuando supliquemos al Dios del mundo, debemos hacerlo con más humildad todavía, con un corazón puro y totalmente entregado a Dios. Y lo sabemos: Dios nos otorgará, si rezamos con pocas palabras y un corazón puro, apenado hasta las lágrimas por haber ofendido a Dios. Es por eso que la oración debe ser corta y pura, excepto si Dios, en su bondad, nos toca y nos inspira a rezar durante más tiempo. Sin embargo, en comunidad, la oración ha de ser muy corta. Y tan pronto como el superior dará la señal los hermanos se levantarán todos juntos.

REGLAS IMPORTANTES

1. Estar presente regularmente y participar en la vida de la abadía.
2. Asistir al oficio religioso regularmente y participar en las celebraciones de las grandes fiestas religiosas.
3. Las ausencias prolongadas justificarán la toma de medidas en contra de la introducción de los monjes cistercienses en la iglesia y en la Orden. El Superior será el responsable de una auditoría periódica para supervisar el cumplimiento de los votos de los hermanos.


INCUMPLIMIENTO DE LOS REGLAMENTOS

El Superior tiene la facultad de reprender en público o en privado toda infracción leve de un cisterciense. Cada reprimenda será objeto de un informe que relate el capítulo. La recidiva manifiesta o una infracción importante le da la posibilidad al Superior de convocar al tribunal de la orden.

Las Sanciones:

=> reprimenda estricta y pública.
=> arrepentimiento público.
=> sermón público en el momento de la misa hecha en la ciudad de residencia.
=> peregrinación.
=> limosna.
=> flagelación pública con un látigo.
=> aislamiento espiritual.
=> suspensión temporal.
=> destierro de la orden.
=> transferir el caso a la inquisición o a los tribunales.


Pongamos suma atención en esto: No se permitirá a nadie del monasterio y en ningún caso tomar partido por uno u otro monje o ejercer de su protector, hasta si es un familiar más o menos próximo. Los monjes jamás se permitirán actuar de esa manera. Esto podría ocasionar conflictos muy graves. Si alguien no tiene en cuenta este alegato será castigado con dureza.


TRIBUNAL

El Capítulo General estará siempre unido a Regla o a la Carta del Superior. El Superior será el Presidente del Tribunal y actuará como Fiscal. El acusado enfrentarse a la Regla defendiéndose sólo. Las modalidades exactas del procedimiento serán definidas por el Superior con arreglo a la complejidad del asunto (intercambios de mensajes privados, reunión msn, subforo tribunal)

Aristóteles: la virtud de la justicia pertenece a la esfera política, ya que es la noción de justicia lo que introduce en una orden la política y el poder judicial marca la frontera entre lo justo y lo injusto.

EPÍLOGO

He aquí por qué escribimos esta Regla: llevándola a la práctica en los monasterios mostramos, al menos un poco, que nuestra conducta es recta y que comenzamos a llevar una vida religiosa. Pero para quien pretenda llevar una vida perfecta todavía hay unas enseñanzas de los Padres Santos. Si se practican conducen a la cumbre de la vida perfecta. ¿En los libros santos, cada página, cada palabra que viene de Dios mismo no es una regla segura para guiar la vida de los hombres? Hay también libros del Padres Aristotélicos Santos: ¿acaso no hablan claramente de lo que debemos hacer para ir por el camino recto hacia nuestro Creador?

Herencia de San Benito.
Regla de San Benito corregida por el Padre Pobelcourt, Gran Prior de la Orden Cisterciense.








Traducido por Casiopea Alonso Beltrán.
Revisado por el Padre Prior Jesús Alfonso Froissart del Camp.




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MessagePosté le: Sam Nov 03, 2012 10:44 pm    Sujet du message: Répondre en citant

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Resumen de la Hagiografía



Introducción:


Benito de Nursia, Ben para los amigos o San Benito para los aristotélicos, fue el fundador de la Orden Benedictina, ahora desaparecida, y sobre todo inspirador del auge monástico. Está considerado el Santo patrón de las órdenes religiosas aristotélicas y de la vida monástica, inspirado por la Tableta de Oane, redactor de la Regla San Benito (madre de todas las demás cartas internas aristotélicas) y de los 12 preceptos que llevan también su nombre y están destinados a civilizar un poco la vida de las ciudades.

Inicio:

El pequeño Ben nació hacia el año 480 en una familia de esnobs romanos. Sufrió una crisis existencial y rechazó el modo vida depravado que lo rodeaba, se interesó por el estudio de la lógica de Aristóteles y por el misticismo de Christos. Benitorechazó a los dioses falsos de los mundos oscuros ya que fue iluminado por la luz de la Revelación.

Benito se trasladó a las plazas, a los mercados, y se puso a predicar. Les contó a las mujeres, a los hombres y a los niños presentes las virtudes, la naturaleza y su enseñanza, la belleza profunda del hombre. Su mensaje era simple, era el de Christos:


- Si la vida no tiene sentido, entonces el amor tiene más significado que la vida. No esperes a morir para darte cuenta de que se te pasa la vida. Recuerda que: no nacemos para morir, nacemos para vivir.

También dijo que el ser divino es todopoderoso y la esencia de las cosas está en las cosas mismas y en sus formas. La forma ideal de convivencia para que el hombre culto pueda alcanzar la felicidad es la ciudad.


Tablas y Leyes:

Un rey, habiendo sido seducido por sus apasionados sermones, otorgó a Benito unas tierras en Cluny para que pudiese instalar su comunidad. El grupo se trasladó allí. Se construyeron edificios para que los monjes pudiesen reunirse en un lugar donde cada uno buscaba encontrar la sabiduría. Este primer monasterio mantuvo firmemente la disciplina ejemplar: ningún monje volvió a intentar, como en ocasiones anteriores, salirse de la senda de la vida santa apartándose a la derecha o a la izquierda. Con tanta rabia contenida los hermanos perdieron la cabeza. Buscaron una forma de asesinarlo. Por medio de su oración y sus bendiciones, Benito descubrió las intrigas maquiávelicas y trató de desenmascarar los ataques del enemigo. Ben se planteó pues la cuestión de las reglas de moral ideal para organizar la ciudad y la comunidad monástica.

Según el consejo de Christos:


- Si alguien se niega a acogerle y a escuchar sus palabras, salga de esa casa o de esa ciudad poniendo pies en polvorosa.

Benito abandonó el monasterio y se instaló en la cumbre de Monte Casino, el antíguo lugar de tradición heterodoxa. El hombre de Dios en cuanto llegó destrozó el ídolo y derribó el altar. El "sin nombre" hace uso de los artificios más diversos para impedir la construcción del monasterio … En el peor momento y cuando empezaba a desesperarse, Dios le dio un empujón a su proyecto y San Benito tuvo un sueño extraño:

"... En el centro de un oasis había una estela erguida sobre la cual reposaba la Tabla de Oane, la famosa Tabla que contenía los mandamientos de Dios.
La piedra había sido esculpida por los dedos del Creador y fue confiada a la primera comunidad para que jamás olvidase que más allá del Amor estamos sujetos a la Ley de Dios. La piedra, aunque tendría que haber desaparecido con la ciudad estaba allí intacta. En su viaje onírico, vió a un hombre que lo invitaba a acercarse, parecía mayor y llevaba barba.... Se asemejaba a los retratos antiguos de Aristóteles, pero habría podido parecerse a Christos o la mismísimo Oane. El hombre cogió arena, pero tal vez era sal ... Una mujer que llevaba un cántaro se le acercó y el hombre vertió la arena en el frasco. La mujer se dirigió a la columna y echó el contenido de la jarra en la piedra ... No era sal, ni arena, ni cualquier otra cosa que él conociese... Era como un arco iris del cielo que se vertía sobre la piedra y hacía que brillasen miles de luces. La Tabla brilló pero sin deslumbrarlo y aunque las palabras estaban escritas en un lenguaje desconocido el texto le resultaba familiar.
Ben habló largo y tendido con la pareja, le dijeron que representaban el pasado y el futuro, le explicaron que la Tabla se había conservado, pero había sido retirada de la vista de los hombres, ya que aún no estaban listos para la contemplarla. Sin embargo, él, Benito de Nursia podía traducir el texto que Aristóteles le había mostrado cuando descubriese y descifrase la piedra. Le mostraron donde estaba escondido y olvidado el texto... "


Por la mañana al despertarse sabía que tenía que ir a un lugar muy cercano: una cripta mortuoria en una cueva bien escondida a los pies del Monte Casino. Ben encontró allí, tal y como su sueño había mostrado, un paquete sellado de cuero que contenía varios rodillos de antiguos pergaminos en mal estado. Aristóteles los había traducido respetando el estilo grecoalejandrino vigente en su época y su traducción fue larga y laboriosa. Basándose en su conocimiento que la Ley Divina le había otorgado a través de la Tabla de Oane, Ben se propuso redactar doce preceptos con el fin de guiar la moral relajada de la ciudad y establecer la famosa regla monástica que en lo sucesivo llevarán su nombre.
Benito desarrolló su mensaje de orden y paz, sólo merecida por una comunidad de hombres y de mujeres inclinados hacia la verdad y la educación en la verdad.

Esta experiencia transformó su vida y le dio la inspiración necesaria para continuar su obra. El nuevo edificio que ayudaba a crear significó un resurgimiento más que una construcción. Hombres silenciosos permanecian en la obra o en el bosque, cavando, roturando, edificando. Otros hombres en silencio se recogían sentados en el monasterio helado, cansando sus ojos y aguzando su espíritu, a duras penas copiando y volviendo a copiar los manuscritos que habían logrado salvar. Ninguno discutía o despreciaba, ninguno se jactaba de lo que hacía pero, poco a poco, los bosques pantanosos se convirtieron en una ermita, una casa religiosa, una granja, un abadía, un seminario, una escuela, una ciudad.

Caminos y puentes la ponían en contacto con otras abadías y otras ciudades que habían crecido de la misma manera.

La comunidad benedictina fue fundada así. El trabajo fue el eje que los permitió desarrollarse para la satisfacción de se todos. La vid es lo esencial de los trabajos manuales, porque como lo decía Benito:

- Es la sangre de la tierra, don otorgado por nuestro señor a los hombres. Por esta sangre, hagamos fructificar la casa de los hombres para la magnificencia de Dios.

Cada uno tenía su sitio aunque podía cambiarlo. La búsqueda de la belleza estaba en el trabajo porque la belleza sensible es una imagen de la belleza eterna que el alma ya ha contemplado. Trataban de descubrir las proporciones, las medidas y los ritmos armoniosos que permiten su manifestación.

Benito seguía así los principios de Aristóteles: el motor de las cosas está en las mismas cosas y les da forma. Benito no olvidó en absoluto la educación de los hombres: sacerdotes en cada pueblo, obispos para llevarlos, monjes ambulantes para ayudarles sin descanso y hacerles compartir la sabiduría. Los que protegían a la comunidad tenían reservadas partidas de carne para que pudieran fortalecerse. A los predicadores borgoñones les daban frutas y verduras para que su carisma se desarrollase lo mejor posible; pescado para los que se quedaban en la abadía, trabajando en las causas primigenias, ya que su inteligencia debía estar más viva porque, como lo dice Aristóteles:


- Ya que el último bien reside en el divino, sin duda alguna y para identificar el bien, basta pues con ceñirse al análisis de la esencia de lo divino. La sustancia del todopoderoso es inteligencia pura y perfecta, así que el bien puede ser sólo perfección de la sustancia y, por tanto, de la naturaleza de las cosas.

Con un abad para dirigir la comunidad, un consejero para echarle una mano y encargarse de los monjes en pequeños grupos, todo el mundo encontraba a un guía siempre presente. Borgoña se convirtió en un gran feudo de la religión aristotélica.

Los 12 mandamientos de San Benito:

1) A un solo Dios adorarás y amarás.
2) Su Santo Nombre respetarás, huyendo de la blasfemia y de los falsos juramentos.
3) El día del Señor guardarás, sirviendo a Dios devotamente.
4) A tu padre y a tu madre honrarás y a tus superiores también de la misma manera.
5) El asesinato y el escándalo evitarás, así como el odio y la cólera.
6) La pureza guíe tus actos con cautela.
7) Los bienes de otros no tomarás, ni retendrás injustamente.
8)La maledicencia se desterrará y la mentira también.
9)En pensamientos y deseos velarás por la pureza.
10) No codiciarás los bienes de otros.
11) Fe y Razón te guiarán a la vez.
12) Solo a Aristóteles y Christos adorarás, evitando a los falsos profetas.







Traducido por Casiopea Alonso Beltrán.
Revisado por el Padre Prior Jesús Alfonso Froissart del Camp.




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