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[Hagiografia] Santa Elena Apóstol

 
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lmgandul



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Messages: 886

MessagePosté le: Mar Aoû 10, 2010 11:06 pm    Sujet du message: [Hagiografia] Santa Elena Apóstol Répondre en citant

Citation:


    Hagiografía de la Apóstol Elena

    Su venida al mundo

    Después de una noche de tormenta, Demir, un herrero, decidió irse de Ilios para ir a Hellespont tomando un camino que bordeaba el mar Egeo. Fue escrito que ese día jamás llegó a su destino. Su mirada se cruzaba a veces con la playa, y con el instinto de curiosidad que tenía, se había acercado con el fin de encontrar lo que podía tener un valor cualquiera. A su gran asombro y pavor, se encontró allí a un niño desvanecido y muy joven que parecía tener 5 años. Inquietados por una pronta vuelta, Abbas, su hijo de 8 años, y su mujer Aleyna, se asustaron. El instinto maternal volvió rápidamente y el niño estuvo instalado sobre la paja junto al fuego y arropado en cubiertas.

    Citation:
    ...
    Demir:
    ¿Qué vamos a hacer, Aleyna?

    Aleyna, sorprendida por tal cuestión: ¿Cómo? El destino quiso que Elena viniera hacia nosotros y la amaremos a ella como si fuera nuestra propia hija. Además, ¿no es esta nuestra única posibilidad de tener un segundo hijo?

    Demir, desconcertado: ¡¡¡Elena!!! ¡¡¡Una chica!!! ¿Qué estás diciendo?

    Aleyna le tiende un colgante forjado a su marido: Mira, está escrito aquí…
    ...


    Cuando Abbas volvió con ropa, se le presenta a la niña como su hermana. Estuvo sorprendido, pero sin embargo, encantado de compartir su vida con otra compañera en el seno de su familia.

    Su infancia

    Abbas y Elena crecieron en el amor como verdaderos hermanos y hermanas. Su padre había decidido que su hijo tomaría su sucesión. Elena no quería quedarse de lado, y fue por entretenimiento que puso a su hija en el trabajo, pues pensaba que huiría rápidamente al cabo de un día de trabajo. No había medido toda la obstinación que ella podía soltar cuando había decidido algo. Más todavía, se reveló como una alumna muy dotada y apasionada. Lo que tocaba se convertía en verdaderas obras de arte ante el gran desconcierto de Abbas que se sentía cada vez más excluido de esta complicidad entre alumno y aprendiz.

    La ruptura

    Elena acababa de cumplir 17 años cuando Demir fue a reunirse con el Altísimo y con su mujer que le había dejado un año antes. A pesar del talento de la joven mujer, el heredero del taller podía ser sólo Abbas.
    Los dos años siguientes fueron pesados. Elena era reconocida por todos y la interrupían para solicitar sus servicios, provocando así los celos y el furor de Abbas. Una mañana, sacando provecho de su matrimonio, la despidió no deseando más verla en el seno del dominio familiar.
    Elena, que no fue sorprendida por estos acontecimientos, tomó el camino en una tristeza profunda y con melancolía. Desafiando los peligros a cada noche, decidió tomar la dirección hacia el sur.

    Su encuentro con Christos

    Durante su trayecto, Elena sobrevivía gracias a algunos panes conseguidos de aquí, de allí, a cambio de pequeños quehaceres domésticos. A su gran desconcierto, suscitaba sólo burlas cuando presentaba sus servicios a herreros.
    La soledad se hacía con ella y la ausencia de amigos o de una familia le cargaban terriblemente. Las miradas en cada pueblo eran sólo de sospecha, burla, villana…
    Al cabo de dos años de vagabundeo, se encontraba en Judea y la desesperación le hizo ir a la Gran Basílica donde prestó asistencia a un curioso encuentro…

    Citation:
    Christos, acompañado por sus tres camaradas, entró en la sala y declaró:
    Tú, hombre de poca fe, ¿a qué esperas para ocuparte de las aspiraciones de los creyentes? ¿Por qué no respondes a sus angustias?

    Christos se giró hacia nosotros, y dijo:
    Sabédlo: este hombre representa el vicio infiltrado en pleno corazón del templo de Dios. Es a vuestra imagen, mis amigos, que en vuestros corazones de criaturas de Dios, conocéis también el pecado.
    Mirad, el que no mueve el dedo meñique, no merece ser rey.
    ¿Y tú, rey de creyentes, que haces? ¿No ves tu Iglesia que se hunde? ¿No oyes los gritos de las almas, que, fuera de tu palacio, se desgañitan pidiéndote ayuda?


    Despertado por la voz de Christos, el gran sacerdote, parco en palabras, pero sin pelos en la lengua, se levantó, y dijo:
    ¿Quién se creerá que es este pesado? ¡Pues si no te gusta, lárgate, tío! ¡Que estás empezando a tocarme mis santos guisantes!

    A estas palabras, Christos se volvió hacia sus discípulos, y les dijo:
    De verdad, os digo: ¡más vale oir esto que ser sordo! Este hombre cae en los excesos denunciados por Aristóteles, queda callado la mayoría de las veces, y cuando se despierta, es para hablar demasiado. No conoce ni la virtud de la templanza, ni el principio del medio justo.


    Elena estaba sorprendida, luego intrigada de ver a un hombre medirse al gran sacerdote. Una vez se fueron, siguió el pequeño grupo para saber más sobre esto. No podía desviar su mirada del carismático individuo.

    Citation:
    Christos caminaba a lado de sus compañeros: Titus, ten aquí un poco de dinero para comprar un poco de pan y algunas frutas. Después, mira a ver a esta joven mujer que nos sigue e invítala a reunirnos para la cena.

    Titus, sorprendido: ¿Qué mujer? (Mira detrás) Oh…
    ...
    Titus a Elena:
    Buenos días. No tengas miedo. Por favor, acepta esto, querida amiga. Estaríamos encantados de acogerla esta tarde para compartir nuestra cena.

    Elena, muda y sorprendida: Yo... Yo…

    Titus, sonriente: Venga, no tengas miedo.


    Y así es como Elena encontró a su segunda familia, la cual era fiel y sincera más allá de la muerte.

    Al lado de Christos

    Elena se puso al lado de Christos y otros apóstoles para propagar la Fe Aristotélica. Un día se encontró rodeada por centuriones romanos y el acontecimiento que se celebró allí influirá para siempre sobre su modo de pensar y sobre todo contribuirá a conservar el amor divino entre los fieles.

    Citation:
    Christos dijo entonces al centurión:
    En verdad, te digo, hombre de poca fe, yo no te seguiré, sino que serás tu quien me seguirá a mí!

    Entonces, el tribuno ordenó al centurión agarrar a Jeshua, y el oficial, con una expresión feroz, se nos acercó lentamente. Yo respiraba al ritmo de sus pasos, intentando calmar mi corazón que se había alterado. Cuando estuvo frente a Cristos, el centurión lo mira a los ojos, intensamente y durante largo rato. Entonces, de repente, se quitó su casco y se arrodilló cogiendo la ropa de nuestro Mesías.

    Maestro, le suplicó, ante el asombro de su superior, quisiera seguirte y pertenecer a esta comunidad de fieles. ¿Qué debo hacer? Sé que he pecado y que he servido a un mal jefe, pero te ruego que me digas cómo conseguir el perdón!

    Entonces Christos lo levantó y ante la mirada estupefacta de los romanos, pronunció estas palabras:
    Pecador, te lo digo, acabas de hacer la primera cosa que los fieles deberán hacer; mostrarse humilde y confesar sus pecados. Así, si tu arrepentimiento es sincero, Dios te perdonará.

    Christos se volvió hacia sus apóstoles y continuó:
    Y vosotros, que las faltas cometidas por vuestros fieles serán perdonadas si vienen y las confiesan a vuestros oídos, y que estén preparados para hacer penitencia.


    Es con estas palabras grabadas en su memoria para siempre, que Elena vivió al lado de su dueño hasta la última comida.

    Citation:
    Christos, que sonríe...
    ¡Y bien, querida amiga! Eres muy pensativa. Hoy no es el día. Tus pensamientos no deben girar en torno hacia mi muerte, sino más bien hacia todas las almas que vas a salvar.

    Elena: No comprendo. ¿Cómo puedo pensar en otra cosa?

    Christos: Mira el bien que vas a hacer. Mi muerte va a servir a nuestros fieles. Que todos ellos sigan el camino que tracé, y el Altísimo recompensará a las personas justas cuando venga Su juicio. Después de mi muerte, ve y propaga la Fe, y ocupa el cargo para confesar y colocar el arrepentimiento que traerá el perdón del Altísimo sobre cada fiel.


    Después de la muerte de Christos

    Elena tomó la dirección hacia Lydie para atravesar luego el mar el Egeo en compañía de Paulos. Después de su llegada, se dedicó al estudio de Aristóteles y de sus escritos. Su saber sobre el sujeto crecía día tras día hasta tal punto que Paulos, que le echaba una mano desde el comienzo, la dejó trabajar sola para el bienestar de los fieles.

    Citation:
    Paulos, a punto de irse hacia Alejandría: Voy a irme algunos días, querida amiga. Tengo confianza en tu capacidad de cumplir la misión que Christos te confió. Y yo también debo asumir la mía. Sabré informarme sobre tus avances.

    Elena: ¿No te puedes quedar un poco más? Hay una cuestión que siempre me perturba. Y se trata de la más importante. Christos habla de arrepentimiento, pero, ¿podemos nosotros, humildes servidores, imponer lo que sea en nombre del Altísimo? ¿Y debemos estar siempre con miedo hacia el Altísimo? No podemos recompensar a nuestros fieles por sus acciones… ¿Ves? Mis dudas me asaltan y son infinitas.

    Paulos: No se trata de vivir con miedo, sino muy al contrario, de tener confianza en nuestro dueño. Sólo nosotros podemos poner en un estado lastimoso su paciencia. Es misericodioso y arrepentirse debe ser nuestra única preocupación, porque estamos lejos de ser irreprochables. ¡Hablas de recompensas! No tengo que repetir nada ahí. Nosotros debemos ser unos guías para nuestros hermanos. E incluso debemos estar atentos al beneficio de los demás. Debemos mirar lo que está bien en casa de otro y evitar así caer en el egocentrismo. Es útil mientras nuestros actos laboren por la Fe, la amistad y el amor hacia nuestro prójimo.


    Es mientras que la apóstol se sumió en el trabajo que un día, recibió a dos jóvenes que eran opuestos el uno al otro. Uno, virtuoso y generoso, venía para dar su fortuna y su vida con buen fin a la Iglesia. El otro, un bandolero con numerosos hurtos, deseaba arrepintirse de sus culpas. Elena los confesó, luego se preguntó sobre cual debería ser la penitencia de uno y el agradecimiento para el otro.
    Entonces, le pidió al bandolero ayunar durante cinco días, después de ir en peregrinación a Jerusalén.
    En cuanto al segundo, le agradeció y fue a rezar por esta persona. Pero esto no bastaba. Cuando Titus se hizo Papa de la Santa Iglesia, ella debía proponer algo.

    Una mañana, después de una noche de sueño y pesadillas, se fue ante el gran asombro de sus discípulos a casa de un herrero y le pidió si podía utilizar su taller. Exigió que ellos todos sin excepción se fueran y la dejaran trabajar. El artesano, que la conocía, aceptó sin condiciones.
    Elena pasó noches y días trabajando en la revelación que había tenido. Al cabo del séptimo día le pidió a su discípulo más fiel verla. Le prometió ir a Roma en persona con el fin de entregar a este pergamino con este paquete.

    Su enseñanza

    Citation:
    Carta de Elena a Titus

    Querido amigo,

    Quiero, en primer lugar, decirte que estoy orgullosa de ti. Christos no podía escoger mejor. De todos nosotros, eres tú quien queda para dirigir nuestra Santa Iglesia. Tienes mi confianza para siempre. Rezo cada día con el fin de que la obra del Altísimo atraviese los siglos y de que la humanidad pueda vivir y creer en esta amistad universal.
    El joven discípulo que te presento tiene toda mi confianza y debe devolverte mi reflexión y una medalla. Este trabajo requiere ser un guía para nuestros discípulos con el fin de que la existencia de un Altísimo misericodioso sea conocida por nuestros fieles y creyentes. Que estos últimos vengan a nosotros para confesarse, y que vamos hacia ellos para honrarles por su Fe y sus actos.

    He aquí lo que propongo con el fin de que nuestra institución reciente pueda formar a estos fieles.
    La Confesión será el acto por el cual el fiel que habrá cometido una torpeza podrá hacerse perdonar. Dios es consciente de que el Humano no es perfecto, sin lo cual, no sería Dios; no obstante, reconoce que el alma que asume el curso de una confesión sincera y profunda es un alma pura. Esto quiere decir, que para asegurarse el perdón divino, el culpable deberá posiblemente dar pruebas de penitencia. Todos los sacerdotes podremos dar confesiones y no podremos dar a conocer su contenido bajo pena de excomunión. Los curas deberán incitar también a sus feligreses a que se confiesen interiormente con Dios antes de cada misa.

    La Penitencia será el estatuto en el cual, voluntariamente, está el pecador que se ha confesado para conseguir el perdón divino. El ayuno, la peregrinación, o incluso la caridad deberán servir al arrepentido de que hay que someterse al perdón del Misericordioso.
    El ayuno será el acto por el cual el penitente o el simple fiel se priva de alimento o se limita a una comida básica para un cierto tiempo, poniéndose así a los niveles de los más débiles, para darse cuenta así de la miseria humana que combate la Iglesia. El ayuno procede así de la meditación de Christos en el desierto.

    La caridad será el acto de virtud que deben practicar todos los aristotélicos. Esto consistirá en ayudar a sus hermanos aristotélicos en el camino de la Virtud.

    La peregrinación consistirá en recorrer los reinos para darse cuenta de la creación. La peregrinación permite, además de ser una prueba de fe fuerte, entrar en contacto con otros hermanos aristotélicos y así ayudarles.

    La Santidad será el estatuto al cual debería aspirar todos los aristotélicos. Ciertos fieles accedieron a este estatuto por su respeto casi innato de los principios aristotélicos. Estos santos todavía tienen en el Sol el poder de influir sobre ciertas cosas de la creación, así que es importante considerarles y alabarles. Con el fin de que Nuestra Iglesia recompense a estos fieles, te doy lo que mi arte y mi fe me ordenaron producir. Esta medalla de Aristóteles deberá ser la recompensa suprema frente a los servidores del Altísimo.

    Elena


    Su fin y su elevación al rango de mártir

    Un rumor de los paganos se había difundido, sobre que una mujer, llamada Elena, había confeccionado una joya de una rara belleza, adornada de oro y de joyas.
    Este rumor necio iba a causar la pérdida de la apóstol. Una tarde, mientras que iba a su casa, Elena fue atracada por bandoleros que se la llevaron a su casa con el fin de que les diera lo que habían venido a buscar. Exasperados y frustrados por las declaraciones de Elena que no paraba de decirles que no había ningún tesoro material allí, el jefe de los bandoleros le asestó una cuchillada que vino a terminar una vida dedicada a Aristóteles.

    Alertados por los gritos, los discípulos de la apóstol no habían podido coger a los fugitivos. Alrededor de la personas, sólo había consternación, incomprensión, tristeza y soledad...

    La noticia se propagó por toda la ciudad. Glorificada por un comportamiento semejante, todos vinieron para rendirle un último homenaje a Elena. El mismo día, cinco ladrones murieron en circunstancias misteriosas. El primero, trabajando en sus asuntos, se cayó al puerto y se ahogó. El segundo, cuando volvió a su casa, se topó con una viga y cedieron sus heridas. El tercero, mientras paseaba por la calle, un hombre se cayó de un piso y se estrelló contra él. El choque fue fatal. El cuarto, que corría para escapar de una muchedumbre furiosa por haber robado a uno de los suyos, se tropezó y se empaló sobre su cuchillo. Por fin, el último y el más joven, lleno de remordimiento vino para asistir a los funerales de Elena. Una vez a su lado, murió con una lágrima sobre la mejilla, derribado por un ataque cardíaco. Uno de los discípulos le reconoció y la muchedumbre, que veía a un hombre de apenas 18 años derrumbarse así, se arrodilló de nuevo viendo allí un signo divino.
    Se empezó a decir que el Altísimo castigó así tal ultraje. Elena fue honrada como mártir de la fe. Todos vinieron a ver su tumba y a rogar al Altísimo.

    Se hablaba de Elena como un ejemplo que había que seguir en toda Grecia. Su virtud y su fe inspiró a grandes y números nuevos discípulos y fieles que se inspiraban sólo en vivir según la virtud y en predicar contra la Bestia sin Nombre en cualquier momento.

    Titus, que se enteró de la muerte de su hermana, recogió la estrella confeccionada con tanta Fe, y tomó la decisión de que la medalla de Aristóteles, a la imagen de Elena, sería la recompensa, a partir de ahí, de una vida llevada en la virtud y en la Fe.

    Sus reliquias

    La medalla de Aristóteles.


Traducido por Silencioso

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