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[Dogma] Arcángel Santa Galadriela (la Conservación)

 
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lmgandul



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MessagePosté le: Mer Aoû 18, 2010 9:46 pm    Sujet du message: [Dogma] Arcángel Santa Galadriela (la Conservación) Répondre en citant

Citation:


Este texto es la traducción de un pergamino antiguo encontrado hace una decena de años en una vieja biblioteca en una isla griega. Su autor nos es desconocido, y la traducción ha necesitado numerosas horas de trabajo a causa de que el pergamino estaba en mal estado en su descubrimiento.

Hagiografía de la Arcángel Santa Galadriela


La negra infancia:

Galadriela nació en los tiempos fangosos cuando la Ciudad de Oanilonia fue entregada al pecado. Su familia formaba parte de aquellos que se reivindicaban como los fuertes. Controlaban el comercio de las vacas, que aseguraban así su superioridad sobre los otros. Había levantadas barricadas en el gran costado de la colina que sobresalía Oanilonia. Galadriela creció en este contexto de conflictos permanentes encerrada incansablemente en su habitación y en su casa. Galadriela era una simple niña que jamás pedía nada y que se contentaba con lo que se le ofrecía. De Dios no conoció nada durante su infancia. Se contaba una historia en su ciudad que hacía pasar a Oane por un hombre de poder. Fue rápidamente rechazada por sus hermanos y hermanas que la encontraban demasiado débil. Fue dejada a un lado encontrándose muy sola, vivía en el granero de su casa, en la oscuridad, esperando solamente ambas comidas que se le aportaba al mediodía y por la tarde.

Sin embargo pasó un día que cambió todo para ella. Mientras que la criada venía aportarle su plato del mediodía como de costumbre la luz que pasó por la trampa le reveló a Galadriela una pila de libros que jamás había visto. La suerte le sonreía, ya que encontró al lado de los libros unas velas y un pequeño objeto que permitía crear una llama débil. Aprendió así a leer, sola en su granero y descubrió muchos otros libros porque su granero estaba lleno. Un día que acababa de leer una obra que hablaba de plantas medicinales, buscaba un nuevo libro que estudiar y encontró un viejo conjunto de pergaminos, muy usados, con numerosas páginas. Se llamaba "El Guía". Este libro contaba la historia de Oane y de la creación de la ciudad y así es como Galadriela descubrió la existencia de Dios. A partir de aquí, rogó cada día, rezaba un poco más el domingo para estar en contacto todavía más con Él como lo hacían los ciudadanos antes cuando se reunían sobre la tumba del Guía.



La liberación:

Un día un gran estruendo la despertó. La casa fue atacada otra vez. El vicio incitaba a la exaltación extrema, donde la ciudad no era más que un cementerio donde todo el mundo se mataba, fornicaba y pertenecía ahora a la familia de Galadriela, pagando el precio de la decadencia los humanos que habían olvidado a Dios y su Amor. Toda la familia fue masacrada, las mujeres violadas antes de ser degolladas o destripadas. Galadriela, escondida en el fondo de su granero rezó durante todo el tiempo mientras duraba el ataque, continuamente de pillaje. Después de varios días sin comer escondida en su granero, salió por fin. La casa fue saqueada, no quedaba nada más, todo había sido robado o destruido. Se escapó hacia las montañas dónde sobrevivió un tiempo antes de regresar a la ciudad. Encontró allí a personas que, como ella, todavía creían en Dios y en su Amor. Con ellos ayudó lo que podía, comiendo y bebiendo siempre poco, sin guardar un viejo y simple vestido para vestirse. Durante ese tiempo, sirvió al pobre y la debilidad daba prueba de la generosidad más grande posible, tanto que su humildad fue reconocida por todos los que estaban con ella.


La iluminación:

Fue entonces cuando Dios se dirigió a los habitantes de Oanilonia para anunciarles la destrucción próxima de la ciudad. Es cuando los siete Señores del Vicio, como les llamaba Galadriela, aparecieron y tomaron el control de una parte de la ciudad en su rebelión contra Dios. Galadriela estaba en el campo opuesto, en los que todavía creían en el Todopoderoso, en su Amor y reconocían los pecados de los hombres así como aquellos que asumían con humildad. Durante seis días, Galadriela rezó con Raphaëlle, Miguel, Sylphaël, Gabriel, Jorge y Miguaël así como con un puñado de hombres y de mujeres que les habían seguido. Durante estos seis días, Dios se dirigió a ella dos veces. La primera, mientras que una mujer estuvo moribunda por falta de alimento. Le dijo entonces:

- Galadriela, de los siete humanos que encarnan las virtudes supremas, eres la que posee menos y jamás experimientas la necesidad, ayuda a esta mujer para probar que encarnas bien la conservación y serás recompensada.

Durante dos días que siguieron, Galadriela comió sólo un mendrugo de pan, dejándole el resto de su ración a la mujer que fue salvada. El tercer día Dios le habló otra vez a Galadriela y le dijo como la primera vez:

- Galadriela, de los siete humanos que encarnan las virtudes supremas, eres la que posee menos y jamás experimientas la necesidad, ofréceles a tus compañeros todo lo que posees para probarme que encarnas bien la conservación y serás recompensada.

Galadriela dio entonces todo lo que hasta ahora poseía, guardó sin embargo, su vestido a petición de una mujer como préstamo. Y comiendo gracias a la amistad de sus compañeros que cada uno le dieron un poco de lo que alimentarse cada día. Llegó el séptimo día, el suelo se rompió, las llamas salieron de la tierra y toda la ciudad fue engullida. Galadriela, sus seis compañeros y sus pertenencias se habían refugiado sobre la colina dónde asistieron al cataclismo. Fue cuando una luz cayó sobre ellos. Galadrielle, Raphaëlle, Miguel, Sylphaël, Gabriel, Jorge y Miguaël tuvieron el honor de ser llamados Arcángeles para la humildad así como la virtud que ellos habían encarnado, sus discípulos se hicieron unos ángeles porque ellos también habían probado su deseo de arrepentimiento.



La Arcángel:

Hecha Arcángel gracias a su humildad y a la conservación que encarnaba Galadriela, se hizo una de los siete segundos de Dios, que tenía, como misión, ayudar a los humanos cada vez que esto fuera posible así como combatir a Criatura sin Nombre. Galadriela cumplió entonces con fervor la misión que Dios le había confíado. Durante los primeros tiempos hasta el nacimiento de Aristóteles, sólo miraba con dificultad a los humanos entregarse al paganismo. Pero el nacimiento del Profeta cambió numerosas cosas, inspiró entonces a numerosas personas que siguieron el camino de la conservación. A cada oración que le fue envíada descendía sobre la tierra otorgando su perdón. Jamás acabó su combate contra los golosos.
Llegó un día donde fue llamado a la Tierra por un joven chico que le pedía su ayuda. El niño, que lloraba y rezaba sobre su cama en una gran habitación lujosa, vio entonces llegar una mujer, con cabellos largos y rubios, vestida de un vestido ligero y simple de lino blanco inmaculado que revela sus formas, dos alas en la espalda que irradia una luz pura. Se dirigió así al chico:

- Soy Galadriela, Arcángel de la Conservación, me llamaste pidiendo ayuda y respondí a tu llamamiento, dime en qué puedo ayudarte.

El chico, maravillado por la belleza y la pureza de Galadriela, le respondió:

- Mi padre, el Rey de estas tierras, me fuerza a comer y beber como un guerrero porque dice que soy demasiado débil. Pero no me gusta comer todas estas cosas y beber todos estos vinos como él y su consejo hacen.

Galadriela meneó entonces la cabeza y cuando se elevaba en los aires para irse de un aletazo le respondió:

- Tu deseo será cumplido, chico.

Y desapareció entonces en el cielo entre dos nubes. Al día siguiente los almacenes del Rey fueron encontrados vacíos, y éste, incapaz de pasar el día sin el alimento que engullía, murió. El joven chico se hizo Rey y nunca más alguien fue obeso en este reino.

Vino un día que Dios pidió personalmente a Galadriela desempeñar una misión para ella. La convocó, se le presentó toda humildad y le dijo:

- Galadriela, vas a cumplir para mí una búsqueda. Vas a ir a las tierras olvidadas, allí dónde se encuentran las ruinas de Oanilonia, donde quiero que tú me devuelvas la Corona de la Criatura sin Nombre.

Galadriela se fue entonces hacia un largo viaje. El emplazamiento de las tierras olvidadas no fueron conocidas por ningún hombre y sólo un ángel podía acceder allí volando. Estaba a millas y millas de tierras áridas y negras, sin vida alguna o gota de agua. Galadriela encontró en el emplazamiento de las ruinas de Oanilonia una grieta inmensa. Durante días buscó alrededor la Corona de Criatura sin Nombre, sin éxito. Desesperada, soñó con abandonar y volver vergonzosa al Paraíso para reconocer su fracaso ante Dios. Es cuando una respirción anhelosa salió de la grieta inmensa. Galadriela comprendió entonces que debía ir a por la corona en el precipicio. Se zambulló dentro, iluminando su camino gracias a la luz divina que irradiaba. En el fondo del precipicio, sobre un pedestal rodeado de lava encontró la corona. Enorme, totalmente de oro y con numerosas piedras preciosas, que testimoniaba el orgullo de la Criatura sin Nombre. Galadriela tomó entonces la corona y salió del precipicio pero fue atacada. La Criatura sin Nombre en persona le saltó arriba, envolviéndola con su negrura. Combatieron durante varios días, mientras no lograban triunfar la luz y la sombra. Fue entonces cuando Miguel, Arcángel de la Justicia llegó para ayudar a Galadriela. Traspasó a la Criatura sin Nombre con su lanza, que la rechazaba y la ahuyentaba. Volvió entonces con Galadriela y con la corona al Paraíso, allí Dios destruyó el objeto, símbolo de codicia, y gratificó a Galadriela con una gracia divina por su combate contra la Criatura sin Nombre.


Traducido del griego por Arilan de Louvois, Teólogo del Santo Oficio romano.


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