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[Dogma] Príncipe Demonio Asmodeo (la Lujuria)

 
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cuartetero



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MessagePosté le: Mar Nov 30, 2010 5:23 pm    Sujet du message: [Dogma] Príncipe Demonio Asmodeo (la Lujuria) Répondre en citant

Citation:


    Demonografía de Asmodeo, Príncipe Demonio de la Lujuria


    Un niño precoz

    Hace mucho tiempo nació en Samarra, un pequeño pueblo agrícola, no lejos de Oanilonia, un niño cuyos padres llamaron Asmodeo. Era fuerte y estaba lleno de vida. Sus ojos eran de un color negro intenso y fascinante. Su rostro era hermoso hasta el punto que había sido tomado por un ángel. Pero grande fue la sorpresa de sus padres cuando encontraron en su cuerpo una extraña deformidad. Debido a que no habían inventado el agua caliente y aquello parecía muy inusual, decidieron ir a ver a la vieja Gedeón, curandera de nacimiento y apartada de los hombres.

    Esta última era una mujer fina y delgada por los años y que había mantenido su fe en Dios intacta. Tomó al pequeño de los brazos de su madre, lo colocó sobre una mesa y lentamente le desabrochó el pañal con el fin de examinarlo. ¡Cuan grande fue su asombro cuando vio que el niño no tenía un sexo, sino dos! Tenía tanto el femenino como el masculino. Luego se volvió hacia los padres.

      « Habéis dado a luz a un ser raro. Esto está más allá de mis habilidades. No sé si es un mensaje que nos ha enviado el Todopoderoso, o si... »


    Antes de que pudiera terminar su frase. Vistió velozmente al bebé y se volvió a la pareja que estaba esperando una respuesta con ansiedad.

      « Debéis venir de nuevo aquí con este niño. Os aconsejo que a su vez recéis y oréis a Dios una y otra vez... En cuanto a él, amadlo lo mejor que podáis y apartadlo del mal. »


    Y con temor y preocupación la familia regresó a su casa, y el niño creció en este ambiente.

    Tan pronto como pudo caminar, comenzaron los problemas para el padre y la madre.

    Asmodeo era particularmente aficionado a la observación de animales en el patio trasero. Se asomaba todos los días para verlos mover, comer, y oír los sonidos mas curiosos. Pero estaba, sobre todo, fascinado al ver las parejas de animales. Aquella fue su mayor emoción. Lanzaba pequeños gritos que parecía acompañar a los animales en sus tareas de reproducción. Daba una palmada en todas las manifestaciones de macho cabrío o de un toro. Era inútil que su padre le regañara, le amenazara o le pegara. Nada funcionaba.

    A los cinco años, hizo algunos "experimentos" con los animales. Conocía bien los hábitos de las especies que vivían a su alrededor. Decidió cambiar el orden natural de las cosas, poniendo al perro con la cerda o un gato con el pato. Se produjeron heridas crueles que no iniciaron, sin embargo, sus deseos calientes.


    La Revelación

    A la edad de diez años, mientras asistía a la cosecha de Julio, se produjo un evento que cambió su vida. Era el final del día, los campesinos habían desaparecido ya en su mayoría. Estaba solo en un campo en medio de montones de rastrojos preparados de vez en cuando. Vio un par de escarabajos subir el uno sobre el otro. De pronto, su atención fue desvíada por el ruido estridente que parecía venir de una piedra afilada. Atraído por los sonidos inusuales, decidió acercarse lo más discretamente posible. Y allí descubrió que nunca había visto antes: un hombre y una mujer, completamente desnudos, cuerpos entrelazados rebosante de sensualidad adoptando posturas de los animales que eran tan familiares para él. No se mostró, pero vio todo lo que pudo, sintiendo las más profundas de sus emociones en su insólito cuerpo.

    Al regresar a casa, no cerró un ojo en toda la noche, su mente estaba totalmente consumida por lo que había visto.

    A la mañana siguiente fue para él como un segundo nacimiento. Miraba ahora a las niñas y los niños de su edad de una forma totalmente nueva. Su forma genital hacía que se sentiese atraído tanto por un sexo como por el otro. Juntó a todos los niños y las niñas de su pueblo, los guapos y las guapas, pequeños y altos, gordos y delgados.

    Su método era poco "ortodoxo", por decirlo de alguna forma. El acercamiento era a menudo brutal, semejante a un alma violenta, que terminaba en una zanja o un arroyo. La pareja luchaba, gritaba, arañaba, mordía, golpeaba y luego terminaba cediendo, pero no sin antes haber perdido parte de su pantalón o vestido.

    La escena se repitió durante toda una semana. Al final, muchos aldeanos, enojados por este comportamiento intolerable, irrumpieron en la finca de la familia que huyó sin recoger nada.


    Llegada a Oanilonia

    Oanilonia en ese momento era la ciudad más grande de aquellas tierras. Habitaban dentro de ella probablemente más de un millón de personas. Sin embargo, la acedia había corrompido los corazones y las almas. La mayoría de la gente se había alejado de Dios. En este ambiente llega el pequeño Asmodeo.

    Vagó durante días y días por las calles, viviendo, robando, y mendigando. Durmió la noche en un piso en el centro de la ciudad que albergaba a los más viles y despreciables. Sucio como un piojo, tiznado como una cabra, sus pasos le llevaron por casualidad a un barrio de la ciudad como ningún otro. Mujeres de pequeñas virtudes vendían sus encantos a hombres que se hallaban de paso. Algunas eran todavía jóvenes y frescas, otras estaban gastadas y marcadadas por el “trabajo”. Se dio cuenta de que una de ellas, pelirroja, era más fuerte de lo normal y sus pechos también eran mas grandes. Se acercó y tendió la mano como para coger el fruto prohibido. Esto fue bueno ya que un golpe magistral de un guantazo vino a recordarle de su edad y condición.

    La mujer empezó a despotricar palabras en un tono seco y rápido.

      « Dime, niñato, ¿quién te crees que eres para tocarme? ¿Y de dónde viene ese morbo? Cubierto de tanta mugre te doy una semana para verte muerto en el arrollo. »


    La mujer soltó una carcajada, con las dos manos en las caderas. Las mujeres de su alrededor presenciaban la escena, así como los transeúntes. Se inclinó un poco para mirar más de cerca, tomando la barbilla en sus manos.

      « Seguro que bajo esta suciedad eres más majo. Si fueras un poco mayor te haría una buena... »


    No pudo terminar la frase. Al igual que una serpiente sobre su presa, Asmodeo había puesto sus labios sobre los de ella, lo que obligó de nuevo a sorprenderse a la mujer, que respondió con una sonrisa aún más gruesa que la primera.

      « Sinceramente, ¡me gustas! Ven conmigo dentro, voy a mostrarte dos o tres cosas, a enseñarte la historia de la vida. »


    Entraron a la habitación, que estaba a oscuras ya que no había ventanas. Había una mala iluminación de antorchas, cuatro por cada esquina de la habitación. Lo que sirvía de cama era un colchón lleno de paja y se podría ocultar a los ojos de los visitantes con un tejido que se extendía por todas partes. En las paredes, Asmodeo no podía creer lo que veía. escenas eróticas mostrando hombres y mujeres desnudos, a veces en posiciones acrobáticas, a menudo surrealista. Así que pensó que tenía mucho que aprender.

    La mujer le agarró literalmente hacia su lecho. Se desvistió lentamente delante de él, mostrando abundantes curvas y bultos antiestéticos. Entonces, ella comenzó a hacer lo mismo con el niño. Sonó un grito. Ella no pudo contener su sorpresa ante la anomalía sexual de Asmodeo.

      « ¡¡Tu futuro está marcado!! »


    Y ese día, se deshizo la inocencia.

    La ciudad se hunde en la depravación

    Vivió durante muchos años junto a dicha mujer, convirtiéndose en su amante, compartiendo su cama y sus clientes. Fue particularmente peligroso y activo, multiplicando sus actos como si su vida dependiera de ello.
    Con la edad, su cuerpo creció y tomó forma. El pelo adornaba pecho. Tomó el hábito de dejarse crecer su hermoso cabello negro. Se había convertido en el centro de todo lo que la ciudad podría contar de la corrupción.

    Su fama era tal que fue presentado una vez a la corte del Rey de Oanilonia. Este hombre era todo lo malo que se puede ser. Un verdadero representante de la codicia, la avaricia y la deshonestidad. Vivía rodeado de una multitud de esposas y cortesanas. Había sucedido orgías bacanales, fiestas con la bebida. Dios había abandonado a aquel pueblo. Había oído hablar de este joven misterioso, capaz de obtener placeres inéditos. Hizo que lo trajeran.

    Asmodeo compareció ante el tribunal un día, cuando éste estaba lleno. Tanto las mesas como las sillas estaban volcadas, cuerpos yacían en el suelo. La mayoría estaban desnudos, entrelazados, juntos y encadenados por el placer. Los esclavos, desnudos también, se extendían tanto a hombres como mujeres abrazándoles obscenamente. Trajeron en bandejas de marfil todo lo necesario a los placeres orgiásticos.

    Cuando el Rey le vio entrar en la sala, de alguna manera empujó la media docena de personas que estaban borrachos acurrucados a su lado, se puso de pie y le miró fijamente a los ojos. A su alrededor, hombres y mujeres que participaban en el bacanal, una tras otra, dejaron su trabajo y clavaron sus ojos en el recién llegado. El silencio era completo.

    Asmodeo se acercó. Llevaba un vestido blanco, que contrastaba con sus ojos de negro intenso y el color oscuro de su cabello. Poco a poco descubrió sus hombros e hizo caer la prenda al suelo sin ningún tipo de vergüenza, para descubrir toda su anatomía confusa. Cruzó la sala. Las personas diferían en su camino. Él fue a encontrarse con el Rey que no dijo nada y saltó sobre él brutalmente. La gente lanzó un grito salvaje y la corte fue a más, como si todos se sintieran liberados.

    Asmodeo se convirtió en el amante o la amante del rey, desde el punto de vista que uno elija. Catalizaba las energías sexuales de la Corte ahora que no tenía límites. Más aún, este ejemplo de arriba se difundió hacia las capas superiores de la sociedad al principio y luego llegó al resto de habitantes de la ciudad.
    En las casas, calles, cunetas o en los campos o graneros, todo era libertinaje y lujuria. La bajeza había sustituido a la virtud, y el vicio a la fe. Los hombres se habían olvidado completamente de Dios, reservando sólo su alma a los placeres.

    La caída

    Era un ser el que probablemente había disfrutado más que otros por ver la caída de la ciudad. Dios no le había dado un nombre y le gustaba ver cómo el trabajo divino se degradaba.

    Fue entonces cuando el cielo se llenó de nubes oscuras y amenazantes y un fuerte viento comenzó a soplar. El Altísimo dijo a los habitantes de la ciudad.

      « Mientras que les di mi amor, se desvíaron, prefiriendo escuchar las palabras de la Criatura a la cual no di Nombre. Prefirieron abandonarse a los placeres materiales que a darme las gracias »

      Y añadió: « Creé para ustedes un lugar llamado Infierno, que dispuse en la Luna, donde el peor de entre ustedes conocerá una eternidad de tormentos para castigarlo de sus pecados. En siete días, su ciudad será absorbida por las llamas. Y los que se queden allí pasarán la eternidad en el Infierno. Sin embargo, soy magnánimo, y los que entre ustedes sepan hacer penitencia pasarán la eternidad en el Sol, donde se encuentra el Paraíso »


    Con estas terribles palabras, todos los hombres y mujeres se miraban y no se atrevían a moverse. Todos estaban ahora con miedo por su destino. Muchos decidieron huir de la ciudad, que ahora estaba maldita.

    Pero la Criatura sin Nombre, la personificación del mal, era muy astuta y decidió actuar. Eligió, entre los que quedaban, a siete hombres que fueron cada uno concentrando las negruras de la humanidad. Asmodeo fue uno de ellos. Fue persuadido de que Dios nunca tomaría medidas y su decisión estaba motivada por los celos. Por la influencia que tenía en el Rey, se las arregló para convencer a su vez a éste último, pero también al tribunal y gran parte de los habitantes, que tomaron el camino del placer y el libertinaje.

    A pesar de que algunos pocos se reunieron alrededor de una mujer de nombre Rafaëla, que estaba habitada por el espíritu de Dios. Ella se encontraba entre un grupo de siete que habían abierto sus ojos al discurso de lo divino y que estaban inspirados ahora por el amor de Dios.

    Ella viajó a la ciudad en todas direcciones, para predicar el arrepentimiento y lo hizo directamente frente a Asmodeo. Estaba convencida de la verdad y muchos la siguieron y así salvaron sus almas. Pero la mayoría de los hombres prefirieron volver a sus vicios.

    Siete días más tarde, un terremoto con una potencia increíble afectó a la ciudad. El suelo se rompió. Aparecieron grandes aberturas de las que fluían llamas. En unos momentos Oanilonia desapareció en las profundidades de la tierra. Dios golpeó con su ira la ciudad impía.
    Todos los muertos, a continuación, se presentaron ante el Altísimo. Rafaëla y los otros seis humanos se hicieron Arcángeles ante el Altísimo, mientras que los que les siguieron se convirtieron en Ángeles.

    Asmodeo y los otros seis hombres que habían elegido a la Criatura sin Nombre fueron enviados a la Luna. Estuvieron en una niebla con permanente frío, sin vida. Los cuerpos de todos se volvieron horribles y aterradores. Asmodeo recibió una cabeza y lengua de serpiente, estaba provisto de cuatro pares de senos y un falo de tamaño colosal, que tenía que estar constantemente en su hombro para poder caminar. Lujuriosos instintos fueron magnificados y atormentó día y noche a los desgraciados que se habían perdido en el infierno, igualmente como él irritaba a sus hermanos demonios persiguiendo sus deseos.

    Así fue condenado a vivir perpetuamente en las llanuras del infierno.

    Para el registro, algunos han conservado unas palabras de Asmodeo, pronunciadas por él en vida:

    Citation:
    - De todas las aberraciones sexuales, la castidad es la peor.
    - Una mujer sexualmente completa es mucho más libre.
    - Debemos enseñar a la gente a usar el sexo como una cuchara y un tenedor.
    - En materia de apetito sexual, el amor está cambiando.


Traducido del siriaco por Tibère de Arcis

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Cuartetero Ortiz de Rozas Teólogo de la Iglesia Aristotélica, Universal y Romana
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