L'Eglise Aristotelicienne Romaine The Roman and Aristotelic Church

[Zebaz]

Para la sorpresa del Barón, no solo le habían hecho ir hasta Roma para presenciar la boda del soltero de oro de la familia, que mucho lo había costado decidirse a casarse. Que todo el mundo sabia lo poco que le gustaba viajar, por miedo de que le pasase algo o llegase a morir en mitad del camino, o cualquier cosa.
Que después de quedarse con los pies frescos y el dedo enfermo de gota había mejorado de su estado de morcilla, después de pasar días y días sin movimiento alguno. Que una vez que se había secado los pies y se dirigían a la Basílica para que pudiese empezar la ceremonia, la ropa le había quedado toda arrugada.
Vaya imagen iba a dar el Campeador entrando por la Basílica a vista de todos, que iba a ir todo arrugao como un mendigo. Y eso que poco se había movido en todo el viaje.

Y encima voy a ir todo arrugao como una pasa... Y todo por la gracia de venir a casarse a Roma. Le decía a su hija, a la que se apoyaba para caminar. Pues le habían quedado las piernas un poco engarrotadas. Seguro que el gracioso de la familia dice, mira a Zebaz, encima de tener la cara arrugada ahora se le arruga la ropa... vaya con el Barón de Illueca que lo tiene todo arrugao.

Ya se imaginaba todas las criticas que podrían decir de él. Y todo por venir a Roma a casarse.

Caminaban hacia el interior de la Basílica, una vez pusieron los primeros pasos dentro de ella, Zebaz quedo fascinado por la belleza. Por todos era conocido lo cuidados y preocupados que eran los italianos para la construcción de sus templos aristotélicos, con grandes frescos pintados en sus paredes que diesen vida y luz a las Iglesias. Pero de ninguna de las formas iba a reconocer que algo de allí le gustaba.

No se que tendrá esta Basílica, que no tenga la gran catedral de Valencia... Iba diciéndole en voz baja a su hija, al paso que saludaba con la cabeza a los invitados que ya estaban sentados en los últimos bancos de la basilia al paso que se adentraban en ella, para ir a los primeros bancos reservados para los familiares. Que vergüenza y que poco respeto, los padres de la novia con grandes feudos en el reino de València, pues ella Condesa de Morella y él el Duque de Benicarló. A parte tiene el titulo mas alto de Valencia. Nieta del difunto Rey de València, y la Reina de Aragón... y el novio ... de Valencia, que tiene no se cuantos cargos y no se cuantas cosas en València. Y venir a casarse a Roma ... me ha parecido un feo muy grande, no podían casarse a la Catedral de València? Le preguntaba a Tiana enfadado. Pues no. Se respondió él antes de que pudiese hacerlo su hija.No pueden casarse en la Catedral de València, tienen que venir a Roma ... que no tiene nada que no pueda tener València que es la mejor tierra de toda la península ... y luego aun dirán que son Valencianos ... pero a casarse vienen a Roma.

Parecía que ya se había quedado a gusto diciendo lo que durante todo el viaje no había dicho. Pero ya se encontraban sentados en uno de los bancos esperando a que empezase todo. La llegada de los novios, padrinos, testigos, la novia ...
El Rey de Castilla, Carolum, allí pasaba tan bien vestido el cogido del brazo de la Condesa de Bétera. Y un ataque de envidia le entro a Zebaz que le dijo a su hija entre dientes.

Miralo ... ahí va, que parece el maniquí de la Reina Elena con esa capa, tan bien planchada ...
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Monseñor don Zebaz Campeador Torres de Borja i Villalonga.
✠Furriel Major✠Gentleman of His Holiness✠
✠Duque de Faenza✠Conde Palatino de San Juan de Letrán✠Comandante de la Orden de Nicolás V.✠
✠Aristotelian since 1456✠Senatorial Herald✠.

[Taresa]

Taresa ya no sabía a dónde mirar: el interior de la iglesia era soberbio, y todos los asistentes se habían esforzado en ponerse sus mejores galas. Deseó ser como aquel monstruo que, a decir de los antiguos, tenía cien ojos para ser mejor guarda. Todo parecía sacado del mejor de sus sueños, había tanta belleza junta que daba la sensación de que por compensación otro lugar se tenía que haber quedado sin encanto. Se arrepintió de haber dejado el cuaderno de dibujos con el equipaje, pero recordó que no hubiera sido apropiado para la ceremonia: en misa se estaba a misa, no a cosas mundanas.

De tal sensación que le causaba casi le faltaba el aire, el corazón se le desbocaba y la cabeza le empezaba a dar vueltas... Se apoyó un momento contra una columna para respirar y vio a su madrina dirigirse a los sitios reservados a los eclesiásticos. Ella no podía acomodarse allí, y desde luego los lugares de la familia quedaban descartados... Observó entonces en el medio del templo una figura vagamente conocida: era el señor de la Barca, lo recordaba de las clases del Ateneo. Lo acompañaba aquel hombre que lo seguía a todas partes. Se acercó a ellos y le preguntó con un hilo de voz:

-Disculpadme, señor... Siento molestaros pero, ¿está este sitio ocupado?

[Asdrubal1]

Asdrubal esperaba a que comenzara la ceremonia ensimismado en sus pensamientos cuando escuchó una voz que le resultaba conocida;

-Disculpadme, señor... Siento molestaros pero, ¿está este sitio ocupado?

Cuando se volvió para ver el origen de la voz sonrió, era T...como se llamaba? Se tendría que haber traído la libreta con lso nombres de conocidos...Taresa eso! pensó, tras lo cual dijo sonriendo;

-No, no está ocupado, podéis sentaros si quereis Taresa.
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[Taresa]

Tranquilizada por la sonrisa del caballero, tomó asiento.

-Muchas gracias, señor de la Barca. Me alegro de que os acordéis de mí. Si le digo la verdad, me siento tan perdida aquí, tan pequeña... No conozco a casi nadie de los presentes-vio pasar entonces a uno de los hermanos del novio del brazo de doña Leonor, y sonrió. -Vaya, esa es la señorita Cassanova, hacía muchísimo que no la veía. Es verdad, que es la prometida de uno de los Borja.

Se quedó embelesada mirando a la novia mientras ésta recorría el pasillo hasta el altar.

-Tan hermoso todo... parece salido de un cuento. Ojalá me acuerde bien de los detalles para pintarlo después.

[Aniessa.]

El soldado había entrado a la iglesia con sus camaradas Sayi, Ámbar y Alcaudón y a pesar de su fervor aristotélico se aburría y no veía el momento de cantar el romance que había dedicado a Nicolino, como regalo de bodas para la pareja.

[Eduardo_de_laguna]

La joven Ederne lucía radiante. Cruzó el pasillo central con solemnidad y elegancia. En su rostro se vislumbraba la sonrisa nerviosa de todas las novias y sus ojos recorrían la nave de un lateral a otro, en busca de amigos y familiares entre la muchedumbre que la recibía en pie.
Al fin llegó ante el altar. Dedicó una dulce mirada a su futuro esposo y luego se volvió hacia el prelado. El Cardenal aclaró la garganta y comenzó a improvisar el sermón.

_Roma regala a los novios un sol radiante en pleno invierno. La cálida luz se abre paso entre las nubes grises para centrar su atención sobre este templo. Dios nos observa, sin lugar a dudas.

Pocos momentos son más especiales en la vida de un fiel que la sacra unión con la persona a la que ama. Nos encontremos bajo la sombra del Vaticano o en la aldea más recóndita del país más pobre; sean nobles, artesanos o campesinos quienes se sitúen ante el altar; sea el oficiante un cardenal o un fraile, el valor del sacramento del matrimonio es siempre el mismo, es siempre grande. Cuando dos cuerpos se desean, podemos hallarnos ante la vacía lujuria, ante un bajo instinto que no conduce más que a la reducción del ser humano a simple y tosco animal. Pero cuando dos almas se desean, nos encontramos ante un hecho sublime que constata nuestra naturaleza anímica, que nos acerca a Dios a través de los sentimientos más nobles. La entrega de un hombre a una mujer y viceversa, si es sincera, debe ser bendecida, pues en ella residen los valores que fundamentan una civilización bondadosa. Entre dos esposos no puede haber lugar para el egoísmo, la envidia o la vileza. Cuando de verdad se ama, se vive por y para el otro, para el que sólo se tiene generosidad, cariño y ternura.

Cada persona tiene su propia melodía. Su alma es una partitura con un sinfín de notas que suenan de forma única e irrepetible. A veces, dos melodías se mezclan y dan sonidos espantosos que sólo podrían ser tocados por tambores y pífanos de guerra. En otras ocasiones, dos melodías se unen para conformar la más bella de las canciones que podemos ofrecer a Dios. Esa suma de notas se escriben bajo el título de “Amor”, y no hay sonido más dulce que glorifique los oídos de nuestro Padre que ese.

Bailad al son de esos bonitos acordes hasta el último día de vuestras vidas.

Tras pronunciar su homilía, algo dulzona para su gusto, el Cardenal leyó el Libro de las Virtudes que se situaba sobre el atril.

[ederne_bp]

El tiempo parecía haberse detenido mientras Su Eminencia, sonriente, esperaba que llegara hasta el lado de Nicolás. Ambos cruzamos nuestras miradas, no tengo claro por cuánto tiempo, parecieron días interminables, pero seguramente solo era una idea mía, quizás debido a que deseaba perderme en esa mirada que solo había durado segundos, no había tiempo de mirar atrás, tampoco quería hacerlo.
Permanecí junto a Nicolás con las manos ligeramente temblorosas y una expresión emocionada y aturdida. Cuando Su eminencia comenzó la ceremonia, Nicolás miro hacia delante con la boca apretada y muy concentrado.
Intente no pensar en todo lo que me preocupaba, trate de concentrarme en las palabras que Su eminencia decía:

Pocos momentos son más especiales en la vida de un fiel que la sacra unión con la persona a la que ama...
...Pero cuando dos almas se desean, nos encontramos ante un hecho sublime que constata nuestra naturaleza anímica, que nos acerca a Dios a través de los sentimientos más nobles

Aquellas palabras parecían retratar mi propia felicidad, era el día más importante en mis cortos dieciséis años, había decidido unir mi vida y mi alma a Nicolás.
Le mire de reojo y suspire silenciosamente, en solo algunos momentos más, ambos seriamos uno solo.
Aun recordaba lo rápido que Nicolás había logrado ganar mi corazón, un corazón que se revelaba a unirse a otro, un corazón que solo buscaba diversión, pensaba jamás podría latir al son de otro corazón, un cuerpo que no quería ser tocado y que ahora anhelaba la posesión de Nicolás.
Suspire y volví a elevar la vista hacia Su eminencia.

¿Vos, Ederne de Berasategui y Pern, estáis dispuesta a vivir así?

¿Lo estaba?
Sentía los labios secos, la garganta sedienta y tuve que hacer un gran esfuerzo para que la voz saliera lo suficientemente clara y no se notara el temblor.
Eleve mi mentón, y puse mis hombros en posición recta, suaves y claras las palabras salieron de mi boca.

Si, estoy dispuesta

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[Eduardo_de_laguna]

De Laguna continuó tras la firme respuesta de la joven.

_El matrimonio, tal y como nos lo enseñó Christos, nuestro Mesías, ha de ser indisoluble para ser pleno. ¿Estáis dispuesta a estar atada a Nicolás Borja d'Agnillo por el sacramento del matrimonio hasta que seáis tomados por Dios?
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[ederne_bp]

El matrimonio, tal y como nos lo enseñó Christos, nuestro Mesías, ha de ser indisoluble para ser pleno. ¿Estáis dispuesta a estar atada a Nicolás Borja d'Agnillo por el sacramento del matrimonio hasta que seáis tomados por Dios?

¿Porque tenían que venir preguntas tan difíciles y a mi directamente? Bien podrían haber comenzado con Nicolás - pensaba mientras cargaba parte de mi cuerpo en un pie, para luego pasar al otro, los nervios querían casi traicionarme pero no los dejaría.

La pregunta anterior ya me tenía las manos temblorosas y algo sudadas, mire a Nicolás quien capto mi temblor y sonrió felinamente, lo amaba y comprendí que si estaba dispuesta a estar atada a él. Para siempre, no quería volver a separarme de su lado nunca más.
Atada… la palabra resonaba en los breves segundos que habían pasado desde que Su Eminencia la había pronunciado. Deseaba estar atada, ser completamente suya.
Instintivamente cogí su mano y la entrelace con la mía, le di un apretoncito que Nicolás correspondió, aquello me dio la seguridad que me faltaba, antes que mis rodillas flaquearan, erguí nuevamente mi barbilla y gire mi cabeza hacia Nicolás. Le sonreí y asentí para dar más énfasis a mis palabras.
Sí, estoy dispuesta - dije al fin - dispuestísima - susurre
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[Eduardo_de_laguna]

Los nervios parecían haberle ganado la pugna al temple de la joven Berasategui. La muchacha miraba al prelado con ojos de cordero suplicando clemencia. Había visto herejes comparecer con más sosiego ante la Inquisición. El cardenal no entendía la razón de ser de tanto pavor. Luego miró a Nicolino, y la comprendió.

_Y vos, Nicolás Borja d'Agnillo, ¿estáis dispuesto a vivir queriendo a la dama Enerde de Berasategui con un amor tan puro y virtuoso que glorificará a Dios?
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[Nicolino]

El Borja estaba seguro de lo que diría, y no porque lo supiera, sino porque lo quería y lo deseaba de forma sincera. Era más fácil decirlo si la afirmación era verdadera y auténtica. Y...además, lo había pensado durante semanas antes de proponerle matrimonio quién ahora sería su esposa. ¿Estaba de verdad dispuesto a contraer nupcias?: había reflexionado, cavilado, meditado sobre el verdadero significado de aquello, sobre cómo sería su vida, y cómo vería pasar los años junto aquella mujer, que sería su compañera el resto de sus días.

Y él, que era de decisiones rápidas improvisadas y prácticas, se había tomado la decisión muy en serio, y tanto se había obsesionado con aquella bendición y unión ante los ojos de Dios, que se había pasado toda la mañana de iglesia en iglesia confesándose por pecados de pronta comisión.

Llegado el momento, se sentía sereno, y la calma reinaba en él. Escuchó el sermón del cardenal, comprendiendo el significado de sus palabras mientras eran pronunciadas. Sonreía, y devolvía las miradas a su amada. Y sintió infinito regocijo al oír sus palabras.

Cuando el oficiante habló, dirigiéndose a él, clavó su mirada en la del clérigo, y como si se hallara ante la presencia de un profeta, contestó con la cabeza erguida y singular seguridad:

-Sí, lo estoy.
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A schism? Just try it. I will strip you of all you have...

[Eduardo_de_laguna]

El Cardenal continuó dirigiéndose al novio, que había adquirido un porte castrense.

_¿Estáis dispuesto a estar atado a Ederne de Berasategui por el sacramento del matrimonio hasta que seáis tomados por Dios?
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[Nicolino]

En aquel momento se definía todo para él. Cuando pronunciara esas palabras, ya no habría vuelta atrás. Allí se concretaba aquella decisión que había tomado ya un tiempo atrás. Su mirada estaba en los ojos del cardenal, pero por un instante vio más allá, y pensó en los muchos años venideros.

Sentía el palpitar de su corazón, y todo se volvió silencio para él durante unos segundos. Sonrió, y como quién se enfrente a algo nuevo, contestó:

-Sí, lo estoy.-escuchó su voz, se oyó diciéndolo. Sí, ya lo había dicho, finalmente.
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A schism? Just try it. I will strip you of all you have...

[Eduardo_de_laguna]

Era el turno del regio padrino. A él se dirigió De Laguna.

_¿Y vos, Carolum Borja d'Agnillo, testigo de Ederne de Berasategui y Pern, oísteis como yo que está dispuesta a permanecer atada a Nicolás Borja d'Agnillo hasta que la muerte los separe, en el refugio de un amor tan puro y virtuoso que glorificará a Dios?
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[Carolum]

La ceremonia le aburría... demasiadas veces había escuchado esas mismas palabras, esas mismas respuestas. Se había distraído mirando hacia las bóvedas del templo, que tenían pintadas bellos frescos con motivos de Las Virtudes. De fondo escuchaba al oficiante y a los novios responder. Jugueteó con el grueso sello real que llevaba en la mano izquierda mientras perdía la vista en las vidrieras coloreadas, por las que la luz atravesaba e iluminaba el interior con un haz de colorida luminosidad.

Bajó la vista justo cuando el cardenal De Laguna se dirigió a él, preguntando si había oído el deseo de la joven novia para casarse...

- Si... lo he oído-. respondió en voz alta para que todos escucharan.
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