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[Dogma] Príncipe-Demonio Lucifer (Acedía)

 
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Ignius



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MessagePosté le: Ven Mar 09, 2012 11:53 pm    Sujet du message: [Dogma] Príncipe-Demonio Lucifer (Acedía) Répondre en citant

Citation:



    Demonografía de Lúcifer


    La llegada al mundo de un niño ideal


    Hace mucho tiempo en un pequeño pueblo situado a algunas leguas al sur de Oanilonia, una mujer y un marido rebosantes y felices de amor y que se contentaban con lo poco que tenían, tuvieron a un pequeño angelito que llamaron Lúcifer. Los dos padres, Lucía y Fernando vivían en la felicidad, no acaudalaban oro sino que el producto de lo ganado bastaba para alimentarlos. Habían deseado tener siempre un hijo y, en este día memorable de alegría, todas sus peticiones fueron escuchadas. Así es como Lúcifer empezó su vida, en el amor más querido y bajo la protección de dos padres cariñosos y grandes devotos de su cuidado.

    Lúcifer crecía demasiado rápido para el gusto de sus padres, pero nada podía perturbar el equilibrio perfecto y familiar que se había instaurado con su llegada y Fernando no dejaba de alabar la gentileza y la benevolencia de su hijo. Lucía no ahorraba elogios en cuanto a sus capacidades y a su finura. Su padre y su madre estaban tan orgullosos de haber dado a luz a este niño tan sabio, tan cariñoso que no acababan de extasiarse delante de él. Cuando fue adolescente comprendieron que Lúcifer estaba consagrado a un gran destino.




    Los jóvenes amigos de Lúcifer siempre querían pasar tiempo con él, era de buena compañía e inspiraba confianza a un gran número. Siempre recibía los elogios de aquellos a los que encontraba y sus padres habían ahorrado hasta el menor denario para permitirle una educación correcta. Fernando siempre decía no querer que su hijo fuese un simple campesino y mantenía los sueños más dulces respecto a él. Lucía compartía la misma visión y ambos habían dado lo que tenían por su hijo. Lúcifer era honrado, era realmente bueno, condescendiente y un amigo verdadero, ponía en práctica todo el amor que había recibido con otros. Un noble caballero, Calistán, que reinaba sobre un dominio lejano del pueblo oyó hablar de este niño tan bien descrito por rumores. Decidió encontrarlo y asegurarse de que no se le habían contado fantasías. En todo el pueblo interrogó a los habitantes y todos ellos le respondieron lo mismo:

    Citation:
    "¿Lucifer el bueno? Usted le reconocerá, es un bello y joven hombre con la mirada benévola. Puede usted quedarse aquí, señor."


    El valiente caballero no tardó en cruzarse con la mirada llena de amor del joven hombre, no había tenido que preguntarse si era Lúcifer porque los ojos del chico no podían hacer mentir su reputación. Le propuso ir a ver juntos a sus padres porque deseaba ofrecerle un bello futuro. Calistán le explicó a Lúcifer que buscaba desde hace tiempo a un joven jinete, lo quería justo y valeroso, bueno y honrado; y la reputación del joven hombre lo había atraído hasta aquí. Así, le propuso a Fernando y Lucía llevar con él al joven adolescente y enseñarle la caballería, a lo que ellos tres aceptaron sin parpadear.


    El aprendizaje de la virtud y de la fe


    Lúcifer acompañó al caballero a su dominio para un aprendizaje que iba a durar largos años. Primero fue nombrado jinete durante una ceremonia dirigida por un guía espiritual y se comprometió a servir a su nuevo dueño, a respetar los valores de la caballería y a vivir siempre en la virtud. Calistán se había propuesto como obra hacer a este joven hombre un gran caballero y para iniciarlo, le habló de Oane:

    Citation:
    Calistán : "Mi joven amigo, ¿conoces a Oane?"

    Lúcifer : "Es el fundador de la gran ciudad de Oanilonia, ¿no?"

    Calistán : "No solamente eso, mi querido amigo, ¡es una gran figura de nuestro mundo porque es gracias a él que tenemos un alma! Voy a contarte su historia..."


    Y Calistán le contó la historia de los hombres, cómo se sentían abandonados por Dios y cómo se pensaban privados de talentos, cómo se consideraban dejados a un lado debido a la inferioridad de la que se imaginaban víctimas. Contó cómo Dios había reunido a sus creaciones y la cuestión que puso. Le explicó cómo una Criatura se adelantó y dio su respuesta, luego, cómo Dios le ordenó a Oane darle otra. Por fin, el caballero le descubrió cuáles fueron las palabras de Oane que nos dieron el estatuto de niños del Altísimo. Lúcifer se quedaba sin voz delante de este hombre que había sabido comprender el mundo, él mismo compartía esta visión desde hacía muchísimo tiempo. Realmente no comprendió jamás aquello de lo que se trataba, pero Lúcifer estaba seguro de ello, ahora, había encontrado las palabras para describir lo que sentía. Calistán le contó luego cómo Oane, hecho guía espiritual, condujo a los hombres por una gran llanura durante muchos años de viaje. Concluye la historia describiéndole la muerte de Oane y la aceptación que había tenido, luego acabó con la creación de Oanilonia y el culto consagrado a Oane por los que veneraban al Altísimo. Lúcifer fue seducido y afectado tanto que procuró profundizar más en su saber sobre Oane y el alba de la humanidad durante muchos años, además de hacer su trabajo de jinete que consistía en servir a su caballero.

    El joven jinete mantenía una servidumbre sin falta, con respecto a Calistán y jamás creaba dificultades, no sólo para cederle los sitios de honor en cualquier lugar, sino también para obedecerle, o en caso de que fuera necesario llevar su escudo. Esta gran subordinación debía permitirle abrazar el deseo de hacerse digno de la caballería, por sus acciones de valor y de buena conducta, pero también por la virtud, esencial para hacerse un caballero perfecto. Lúcifer veneraba al Altísimo y compartía esta devoción con su caballero, al mismo tiempo que comprendía el sentido de la vida y rezaba con fervor, él entrenaba el combate y el manejo de las armas. Su aprendizaje fue largo y difícil, durante más de siete años trabajó de manera encarnizada, se comportó como un caballero perfecto, y, para todos sus profesores, fue un alumno superdotado. Un día, mientras que hablaba con su maestro, le interrogó:


    Citation:
    Lúcifer : "Maestro, si el sentido de la vida es el amor y si somos todos iguales delante del Altísimo, ¿por qué nosotros entrenamos para combatir? ¿No deberíamos explicar la voluntad de Dios? ¿Compartir nuestro amor en cualquier circunstancia?"

    Calistán : "Mi joven jinete, ¡Dios nos ama y nosotros le amamos, pero Él nos dejó la elección de comprender esto, y así pues, el de negar este estado de amor! También dejó a nuestro lado la Criatura que había dado la primera respuesta con el fin de tentarnos y para permitirnos hacer una elección libre. También, muchos desgraciadamente, siguen los preceptos de esta infame Criatura."

    Lúcifer : "Pero, en este caso, ¿no deberíamos contentarnos con matar a la Criatura?"

    Calistán : "No, mi joven jinete, matarla sería poner fin a la voluntad de Dios y por encima de todo, esto impondría el amor del Altísimo por la fuerza. Es indispensable comprender que Él nos ama y que nosostros debemos amarle a cambio."


    Ambos así hablaron y Calistán le explicó porqué el caballero debía defender la justicia, el honor y la valentía, le dio a entender que un verdadero y valiente caballero debía de proteger al débil y retorcer el pescuezo a la injusticia. Así, todavía discutieron todo el tiempo que Lúcifer acompañó a su maestro. Para acabar su enseñanza, después de diez largos años de aprendizaje a nivel de jinete al servicio del caballero, este último lo llevó a leguas de su dominio para ver la ciudad de Oanilonia de la que habían hablado tanto. El joven hombre estaba entonces muy lejos de imaginarse lo que le había reservado Calistán.


    La caballería y la gloria de Dios


    Calistán y Lúcifer cabalgaron hasta las estribaciones de la ciudad de Oanilonia, que ya estaba mancillada por el vicio y el pecado. Si el caballero había contado la historia de esta ciudad, no había olvidado tampoco precisar en lo que se había convertido y cómo los pícaros y otro maniáticos tenían fuerza de ley a veces allí. Lúcifer quedó boquiabierto delante de la imponente ciudad, sus ojos quedaron maravillados por el símbolo que representaba y sentía en el fondo de él la envidia de devolver a este lugar su esplendor legendario.

    Calistán llevó así a Lúcifer sobre la tumba de Oane y, delante de los que antaño hacían las veces de sacerdote, empezó una gran ceremonia. El caballero consideró este día que no le tenía que enseñar ya nada más al joven hombre devenido en razón y fuerza. LÚcifer, en sus veinticinco años, fue así armado Caballero por Calistán. Este último le ofreció las tierras que poseía en Oanilonia y un peculio no despreciable con la misión de enderezar los defectos de esta ciudad de pasado tan brillante. Lúcifer se sintió entonces investido de una misión divina y, por primera vez, orgulloso de lo que tenía que cumplir de ahora en adelante.




    El caballero Lúcifer instaló su feudo en el dominio que le había sido dado. Sus prédicas en la ciudad para encontrar a hombres y mujeres que desearan acompañarlo en su voluntad de redorar el escudo de Oanilonia, su prestancia y sus grandes cualidades, umentadas por su virtud y su fe, le permitieron convencer a muchas más almas de las que pensaba. Lúcifer fundó así la Orden de las Personas Justas de Oane y se propuso defender la justicia, proteger a los débiles y combatir la miseria por todos los medios de los que disponía. En algunos meses, se hizo un personaje ineludible de la ciudad, ahuyentando a los bandoleros y provocando la admiración de los poderosos. Fue recibido por los dirigentes de Oanilonia que le dieron su firma en blanco con el fin de que corrigiera los defectos. Sus hombres difundían la historia de Oane y explicaban el sentido de la vida mientras que él, armado de su coraje, se peleaba para hacer mejores a los malvados hombres con los que se cruzaba. Lúcifer jamás dio prueba de violencia inconsiderada, se peleaba sólo en último recurso y únicamente para defenderse o defender al débil frente al más fuerte. Él mismo velaba donde no había justicia y trabajaba de común acuerdo con las autoridades de Oanilonia, asegurándose para que la justicia dignamente retornara.

    En apenas cinco años, la Orden de las Personas justas de Oane se volvió ineludible en todo el reino y los hombres que se habían unido a Lucifer compartían totalmente la misma fe y el mismo código de honor, él mismo había armado a cinco caballeros y, en toda la comunidad, las Personas Justas eran verdaderos amigos. Calistán venía a verlo regularmente y estaba orgulloso de lo que había conseguido su antiguo jinete. Sus padres también fueron colmados por el destino de su hijo, pero, a pesar de su insistencia, se negaron a ir a vivir a su dominio. Le habían explicado que debían de trabajar porque Dios les había dado la tierra y porque, relajarse en la ociosidad no haría nada por su felicidad. Lúcifer, con pesar, comprendió su decisión y fue feliz de acogerlos cada vez que ellos querían. La ciudad de Oanilonia parecía curarse de sus dolores y las Personas Justas fueron temidas y respetadas. Le devolvían gloria a Dios y empujaban a los hombres a ver el amor que Dios les tenía, no por la fuerza sino por sus actos y sus palabras. El culto del Altísimo jamás fue tan fuerte en Oanilonia, exceptuando después de la muerte de Oane.

    Inevitablemente, en estos tiempos llenos de los mismos problemas, Lucifer atizó el odio y espíritu de venganza. Muchos eran los que se corrompían en las cárceles de la ciudad por el solo acto del Caballero. Ricos y avaros comenzaban a ver en él una amenaza, pensando que acabaría por procurar gobernar Oanilonia en su lugar. Los que pecaban y difundían el vicio se sentían también amenazados. Los corrompidos y los grandes bandoleros sabían que no podrían vivir de sus crímenes mientras la Orden de las Personas Justas reinara allí dueña de la ciudad, y, conocían la razón de todo esto, Lúcifer el bueno... Así se reagruparon y decidieron hacer desaparecer a este embarazoso caballero.



    El insostenible sufrimiento y la tentación


    Poderosos y ricos amedrentados, bajo la influencia de la tentación y del pecado, financiaron entonces a los malandrines más viles de Oanilonia con el único fin de reducir a Lúcifer al silencio. Sabían que directamente no podían atacarle a riesgo de convertirlo en un mártir y de devolver el culto de Dios más fuerte. Así, atacaron a todo aquel que en Lúcifer creía. Un pequeño ejército fue creado con el fin de atacar el pueblo natal del caballero. Los habitantes de los lugares fueron golpeados y magullados en sus carnes si bien Lucifer se entregó en la búsqueda de restablecer la paz en la pequeña villa. Fue entonces allá con sus caballeros para combatir a los que habían traído el odio y la violencia. Es sobre el camino que le llevaba al combate que un mensajero vino a encontrarlo y le anunció la muerte de sus padres y de sus amigos más próximos, totalmente quemados vivos. Desgarrado por la tristeza, el Justo y los suyos lucharon contra el mal victoriosamente durante algunos días, pero el sufrimiento que tenía en él no desapareció.



    Durante estos días, otros se propusieron atacar a los guías espirituales que predicaban el amor del Altísimo, haciéndoles sufrir malos tratos y torturas sin que nadie pudiera oponerse a ellos. Los pícaros tenían que ocuparse de atacar con fuerza a la Orden de las Personas Justas de Oane, y cuando Lúcifer y sus caballeros volvieron, las noticias fueron igualmente dramáticas. Casi todos los guías habían sido asesinados y la muchedumbre que regularmente les escuchaba estaba aterrorizada y no comprendía porque Dios no había intervenido en su favor. Siguieron semanas de espanto, la violencia y el homicidio acompañaron en lo sucesivo cada aparición pública de los caballeros y de los guías, hasta que la población comenzó a pensar que las Personas Justas estaban malditas. La vil empresa fomentada por los que temían a Lucifer continuó cada vez más, Calistán y su familia fueron masacrados, su dominio quemado y sus niños batidos a muerte. Lúcifer fue todavía más despechado y lentamente, comenzó a hundirse en el tormento más terrible.

    Todo esto no bastaba para hacer cambiar al hombre que continuaba creyendo que el amor podría triunfar sobre todo este odio y toda esta violencia. Entonces, los conspiradores decidieron darle el golpe de gracia y se arreglaron para hacer abatir a sus caballeros. Todos ellos sufrieron horribles finales, sus cuerpos mutilados y sin vida fueron encontrados colgados en las cuatro esquinas de Oanilonia. Allí fue donde Lúcifer encontró a la Criatura sin Nombre, atraída por todo este sufrimiento y estos sentimientos enterrados en el fondo de una alma torturada. La Criatura tomó la forma de un espíritu y fue sobre la tumba de Oane donde Lucifer intentaba apaciguar sus dolores morales, el encuentro fue breve.


    Citation:
    Espíritu : "Joven caballero, oí tu horrible historia, el rumor dice que todos aquellos a los que amabas han sido asesinados."

    Lúcifer : "¿Quién eres tú?"

    Espíritu : "¿Qué quién soy? Soy el que yace en esta tumba, el que hizo construir esta ciudad."

    Lúcifer : "¿Oane? ¿Eres Oane? Cómo es esto posible..."

    Espíritu : "Mi joven amigo, nada es imposible para el que encontró La respuesta. Si vine es para plantearte una cuestión. ¿Vas a dejar estas atrocidades horribles impunes?"

    Lúcifer : "No quiero en absoluto hablar de eso, mi alma está desgarrada y mis noches están llenas de pesadillas y lágrimas. No sé a que más agarrarme para sobrevivir a tanto odio."

    Espíritu : "La justicia de Oanilonia jamás será bastante severa para apaciguar tu corazón y tu alma. De todos los hombres a los que conocí, jamás me había cruzado con uno ataviado con una mirada tan triste. Busca en el fondo de ti mismo, verás que debes hacer justicia, y solamente después de hacer víctima al último asesino de los tuyos, tus sufrimientos serán apaciguados..."


    El buen caballero entonces se abandonó a la venganza, y el odio se apoderó de su corazón. Había sufrido de esta manera demasiado dolor y desgracia y cedió a la cólera de no haber podido proteger los suyos, de no haber podido salvar a sus allegados. Con una violencia inmensa, se peleó para encontrar a los culpables y los masacró uno a uno, pero, sólo los que habían sido culpables de atrocidades fueron asesinados, los que habían financiado y fomentado estos proyectos escaparon de la triste suerte de sus mercenarios. Sin embargo, después de eso, Lúcifer no fue apaciguado de ninguna manera, al contrario, su pena, mezclada a los horrores que había cometido le hicieron todavía más mal.

    Así, para acabar su obra destructora y pecadora, los poderoso propietarios corrompidos decidieron un último complot montado contra Lúcifer en persona. Mientras, el caballero defendiendo la virtud, la fe, la justicia y la valentía, masacraba a prisa a aquellos que él mismo había condenado. Jueces corrompidos se presentaron en su dominio y lo acusaron de haber matado sin justicia, de haber sembrado el odio y matado ciegamente. Lúcifer, ya en los subsuelos del sufrimiento humano fue entonces echado al pasto de la plebe, demasiado contenta de ver que un héroe tan envidiado era sólo un bandolero vil. Así fue enterrado en el fango y el oprobio, acusado de todos los males y de todos los vicios. En el momento del juicio público, la sentencia fue ejemplar y pesada para el caballero acusado de haber usurpado su reputación, su Orden fue desmantelada, sus guías fueron ejecutados públicamente y sus amigos fueron desterrados de Oanilonia. Cuando Lúcifer, después de numerosos días de tortura, fue destituido de su título de caballero, sus tierras fueron embargadas y fue arrojado a las cárceles de la ciudad para corromperse allí hasta su muerte.



    El decaimiento espiritual


    En su celda, Lúcifer, magullado, despechado, abatido y en los más bajo a lo que el alma humana podía caer lloró durante días y días. No podía comprender cómo todo esto había ocurrido y se sentía abandonado por el Altísimo. Se preguntaba cómo Dios que era sólo Amor a sus ojos había podido dejar que tales cosas se produjeran. De nuevo, la Criatura sin Nombre fue poderosamente atraída por este calvario y, esta vez, usó de otra astucia para hablarle. La Criatura inyectó su alma en un preso de la cárcel próximo de la de Lúcifer.

    Citation:
    Criatura : "¡Deja de gemir como una niña!"

    Lúcifer : "...déjame..."

    Criatura : "¡No tengo que soportar esto, demasiado tiempo hace que me corrompo aquí por haber recomendado el amor del Todopoderoso!"

    Lúcifer : "¿Eres guía? ¿Quieres rezar conmigo?"

    Criatura : "Hay alguna oración que Dios oiga, bien nos ha dejado después de tanto tiempo."

    Lúcifer : "No... Dios nos dejó el libre albedrío..."

    Criatura : "No, nos abandonó. ¡Me contaron tu historia y es la última prueba!"

    Lúcifer : "¿Que quieres decir?"

    Criatura : "¡Te hiciste uno de los caballeros más poderosos que Oanilonia hubiera conocido, protegiste a los débiles y combatiste las injusticias y mira donde te llevó esto! Tus allegados todos han sido asesinados, todo aquel en que creías se hundió. ¿Todavía te hacen falta más pruebas para comprender que el Amor es una ilusión? ¿Hiciste uso de la fuerza y vengaste a los tuyos y sin embargo, estás aliviado? No hay justicia, no hay amor, los más fuertes que tú te dominaron. Es la única realidad de nuestro mundo y el motor único que debe hacernos avanzar..."


    Durante aquella noche, la Criatura mató al preso en sufrimientos atroces y Lúcifer asistió una vez más a lo que consideraba en lo sucesivo como el abandono de Dios. Los días pasaron, luego las semanas se transformaron en meses y los meses se hicieron años si bien Lúcifer alcanzó la edad de cuarenta y cuatro años encarcelado y siempre junto a una indecible pena. A medida que el tiempo había pasado, su Fe lo había dejado totalmente, no creía más en el Amor del Altísimo y su cuerpo se transformó. Sus músculos protuberantes se volvieron secos y sus oraciones a Dios dejaron sitio a siestas sin sueños. La sed de conocimiento que lo había animado se había secado y nada más animaba al hombre que fue un valiente caballero. Aunque había sido consagrado a quedar encarcelado hasta su fin, Lúcifer fue indultado y liberado por algunos hombres emocionados por la suerte que había sido reservada para él. Le dieron un pequeño pedazo de tierras laborables y bastante dinero para vivir hasta su último suspiro.


    Cansado de la vida e insatisfecho, Lúcifer comprometió a algunos empleados para ocuparse de darle la comodidad que no había tenido. No cultivó sus tierras y pasó sus días aburriéndose en su desgracia. La ociosidad lo tenía así invadido y Lúcifer no hacía nada más sólo dormir y comer, no tenía un minuto que perder por no hacer nada. De antiguos auditores de sus prédicas aficionados vinieron a verlo, todos ellos se asombraron de verlo así. Lúcifer, durante meses había comido más que se había movido, se había vuelto así graso y falto de gracia. Los hombres intentaron comprender y el más antiguo se adelantó.


    Citation:
    Anciano : "Señor Lúcifer, ¿por qué no predicas más? Los que te apenaron todos murieron o partieron."

    Lúcifer : "¿Predicar? No hay nada que predicar. Dios no nos ama y hay que preguntarse si existe. La fe es sólo una ilusión que inventamos para no temer a la muerte. De sentido, la vida carece. No hay placer para los hombres si no es el de no hacer nada. La vida es sólo un camino que pedimos prestado sin dominar el que será."

    Anciano : "Lúcifer, querrías rogar pero tu corazón no sabe más oración. Fría es la acedia que recubre tu cuerpo, eres sólo una estatua de marmol sentada en su propia tumba."


    Los ancianos quedaron aterrados de oír las intenciones de Lúcifer y de ver en cual acedia se había abandonado. Lúcifer vivió así durante más de diez años, no teniendo gusto por nada, ignorando totalmente los placeres de la vida y renegando de la fe que lo animó antaño. A los que intentaban convencerlo de recuperar las ganas de vivir, les daba el mismo discurso y todos ellos pudieron comprobar que el hombre no era más que la sombra de una alma, un cuerpo vivo sin iluminación.

    En aquél tiempo allí, Oanilonia conocía un periodo motivada y agitada por los remolinos del vicio y la espuma de los pecados. El odio y la violencia se habían apoderado de toda la ciudad, la acedia había ganado a los trabajadores que prefirieron los bienes materiales a los bienes espirituales, la ociosidad había ganado todos los escalones de la sociedad de Oanilonia, incluso Lúcifer fue tratado de nuevo en ejemplo y ascendido al rango de mito. Su actitud perezosa y ociosa se difundió rápidamente en el seno de la cloaca en que se había convertido la ciudad, y un culto verdadero le fue consagrado. Burgueses y ricos también se entregaron, a la pereza, haciendo trabajar a otros en su lugar y, como Lúcifer, comenzaron a no creer más en nada. Los pecados de acedia, de gula, de avaricia, de cólera, de envidia, de orgullo y de lujuria se apoderaron de Oanilonía, La Criatura sin Nombre, que vagabundeaba entre los hombres, inyectó su veneno en el corazón de los débiles que se volvieron contra los fuertes y la guerra estalló y así la violencia, el homicidio y el odio se conviertió en lo que guiaba la ciudad. Entonces el Altísimo habló a los hombres y les lanzó un ultimátum. Dio siete días a los humanos para abandonar Oanilonia de lo contrario, todos los presentes serían destruidos con la ciudad. Muchos fueron los que dejaron sin demora la ciudad maldita pero muchos otros se quedaron.

    La Criatura se apareció una última vez a Lúcifer y le convenció para difundir su mensaje que apelaba a la acedia. Predicó cerca de los individuos más viles que podían encontrarse en Oanilonia, siendo escuchado mucho más de lo que lo fue en el pasado cuando difundía un mensaje virtuoso lleno de amor. Poco a poco, todos ellos perdieron rápidamente el gusto por la vida y cedieron a una acedía sin límite. Vinieron a escucharlo predicar de nuevo a su propia morada contra toda forma de actividad y de espiritualidad. Los numerosos hombres asistían a sus diatribas endiabladas contra el Altísimo predicando la acedia. Lúcifer había redactado preceptos, seis a día de hoy, han sido encontrados:


    Citation:
    Primer precepto : "No hagas lo que otro puede hacer por ti, sería dañino perder tu propia existencia gastada en el trabajo."
    Segundo precepto : "Es nula la necesidad de perderse en oraciones y en meditaciones ya que el descanso del sueño alimenta tanto o más el espíritu del hombre."
    Tercer precepto : "Creer en una comunidad espiritual y religiosa es ilusorio porque el hombre intrínsecamente está consagrado al pecado. Por naturaleza es depravado y, por esencia, es vicioso. El amor es una ilusión que lo encierra en una creencia dogmática infundada."
    Cuarto precepto : "El único placer que debería tener el hombre es el de no hacer nada porque la vida es sólo vacío y su sabor no tiene ningún gusto. Así, si este placer no puede existir, tanto da no tener ningún placer."
    Quinto precepto : "Si no hacer nada es pecar entonces, predicar el pecado es virtud."
    Sexto precepto : "La virtud es un vicio cuando es erigida al nivel de icono dogmático yel vicio es una virtud cuando deja al hombre libre de no hacer nada."


    En Oanilonia, siete virtuosos aceptaron la fatalidad y el castigo de Dios, haciendo tanto como Lúcifer y otros hombres escogidos por la Criatura sin Nombre. Sylfaël encarnaba el placer y se oponía a Lúcifer en todo punto, tan pronto como aparecía en un lugar para predicar el amor de Dios y el placer virtuoso, Lúcifer pasaba detrás de él para recomendar lo inverso. Esto duró seis días, seis días largos durante los cuales los hombres y mujeres en Oanilonia escucharon a Lúcifer o a Sylfaël. Así, vino el séptimo día y Dios, en Su cólera, hizo brotar abismos de la tierra con lavas rugientes e infernales que quemaron toda vida. La tierra se rompió luego para dejar a Oanilonia desaparecer en el precipicio del olvido.


    Una eternidad de acedia

    Lúcifer se presentó al Altísimo como cada hombre y cada mujer en Oanilonia. Igual que los otros, no abjuró ninguno de sus pecados y no reconoció el poder del Altísimo. En su Santa cólera, Dios echó a Lucifer sobre la Luna con el fin de que purgue una eternidad de acedia y pague sus pecados terrestres. La cólera del Todopoderoso más fuerte ya que Lucifer le había alabado durante muchos años antes de ceder a la tentación de la Criatura sin Nombre y de hundirse en el vicio. Habiendo encarnado la acedia durante una gran parte de su existencia mortal, fue enviado sobre los picos inmensos y rocosos del Infierno y su apariencia se deformó, sus músculos y sus grasas se derritieron, su piel se estrechó sobre sus huesos hasta parecer un esqueleto. Para castigarlo por haber pasado demasiado tiempo en la ociosidad, Dios le dio el cuerpo de un viejo con la barba áspera y, por fin, debido a los numerosos años que había pasado lamentándose de su suerte sin pensar en otros, Lúcifer fue condenado a vertir lágrimas calientes por toda la eternidad.





    El Altísimo había creado el Infierno que se encontraba en la Luna con el fin de enviar allí a las más viles almas humanas. Aunque les había dado su amor y los había hecho Sus niños, muchos se volvieron contra él y manifestaron únicamente vicio y pecado, olvidando la virtud y la amistad. Así, entre los hombres, los que se abandonan, los que se olvidan en la ociosidad y la pereza espiritual o los que se entregan a la negación de la vida e ignoran su propia satisfacción se unen a las filas de las almas condenadas de Lúcifer, Príncipe de la Acedia.


Traducido del griego por monseñor Bender. B.Rodriguez

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