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Hagiografía de San Posidonio

 
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Lujuria



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MessagePosté le: Mar Déc 16, 2014 10:35 pm    Sujet du message: Hagiografía de San Posidonio Répondre en citant

Citation:


    Hagiografía de San Posidonio (330 – 412)


    Juventud

    San Posidonio nació alrededor del año 330 después de Christos, en una pequeña ciudad de España, bajo la soberanía de Roma. Se le daba el nombre de Possidio. Su familia era una de las más importantes en la región y vivió su juventud en el lujo y la ostentación. Su padre murió en la flor de la vida y Possidio, aún muy joven, heredó todas las tierras de su padre. Se volvió propietario de sus campos y de numerosas explotaciones. Possidio se volvió entonces conocido por la forma en que explotaba la mano de obra local. Pagaba muy mal a sus obreros por recoger el grano, y aún menos por el sacrificio de sus vacas, sin embargo, la población no criticó nunca abiertamente sus actos de esclavismo, ya que Possidio era rico, poderoso y aterrorizaba a los aldeanos.

    Encuentro con el aristotelismo

    Un día, entre los jornaleros que Possidio había contratado, se encontró a un viejo que había sido destinado a trabajar en los jardines. Se sorprendió Possidio al verlo, ya que era viejo y débil, pero se sorprendió aún más cuando lo vio trabajar sin lamentarse lo más mínimo mientras que todos los otros se compadecían de la dureza del trabajo y el salario miserable. Cuando el día de trabajo terminó, Possidio quiso ir a personalmente a pagar el sueldo establecido para el viejo, pero éste lo rechazó. Possidio entonces le preguntó:

    Possidio a écrit:
    ¿Cómo, anciano? ¿Te partes el espinazo en mi huerta todo el día y rechazas mi dinero? ¿Quieres decir que se paga demasiado poco?

    Anciano a écrit:
    Trabajé con mucho gusto en vuestras posesiones, joven hombre, porque el trabajo manual ayuda a elevar el espíritu.

    Possidio a écrit:
    Al menos, acepta el sueldo que te corresponde, sino se dirá que no pago a mis jornaleros.

    Anciano a écrit:
    En verdad joven hombre, el salario es ridículamente escaso, pero nadie se atreve a decíroslo por temor.

    Possidio lo tomó por el cuello y lo observó con maldad, lo que hizo decir al anciano:

    Anciano a écrit:
    No acepto vuestro dinero de todos modos, incluso si el precio por mi trabajo fuera justo. Abandoné los bienes terrestres y prosperé gracias a los bienes del alma y la virtud. Ser rico y abusar de los débiles no os ayudará a alcanzar la verdadera felicidad y a ganar vuestra salvación. Pensad en ello, joven.

    Possidio, furioso, ordenó que se encarcelara al anciano y se retiró a sus aposentos. Sin embargo, en la soledad de la noche, las palabras del anciano empezaron a rondar por su cabeza y su corazón. Possidio se puso entonces a reflexionar seriamente. En efecto, era agradable ser rico y poderoso, pero era infeliz, sentía que le faltaba algo en el fondo de su alma. Comenzó lentamente a aceptar su condición que mucho tiempo se había negado a vislumbrar. Pidió que se liberara al anciano y lo hicieran presentarse ante él. Al día siguiente, cuando este último estuvo frente él, le pidió:

    Possidio a écrit:
    ¿Conocéis un medio de encontrar la salvación sin tener que recurrir a los bienes materiales de este mundo?

    El viejo asintió y explicó las virtudes aristotélicas a Possidio, habló largo y tendido de un Dios Todopoderoso, hecho de Amor inconmensurable y de Amistad virtuosa. Le contó la vida de los profetas y los apóstoles después de que Christos dedicara su vida a difundir el mensaje de la fe de Dios. Le leyó hagiografías de los discípulos que, aunque perseguidos por los romanos, continuaron predicando la palabra del Todopoderoso. Possidio fue alcanzado por estas palabras y en su corazón creció el deseo de profundizar en estos preceptos. Hizo del anciano su tutor y pasó días enteros encerrados en su habitación con él, escuchando las palabras de los profetas y paseando por la senda de la virtud.

    Ordenación y Viaje

    En esta época, los creyentes aristotélicos ya no eran perseguidos por los Romanos. Los clérigos podían predicar y ejercer sus funciones a la luz del sol sin ningún temor. Possidio pasó un año entero aprendiendo las enseñanzas del anciano, hasta que decidió que era el momento para emprender el camino. En el fondo de su corazón sentía que había aprendido mucho. Un día, apoyándose en el balcón de su palacio, hizo reunir a todos los jornaleros que habían trabajado en sus campos y les dijo:

    Posidio a écrit:
    Hermanos, finalmente he decidido comprometerme en la vía de la Iglesia. Estos últimos años lo he hecho mal, os acosé y no os pagué lo que merecíais por vuestro trabajo, pero ahora el camino que conduce a la riqueza material no constituye ya nada para mí. Os dejo todo eso. ¡Tomad mis campos, mi explotaciones, mis tierras, compartidlas entre vosotros y encontrad la prosperidad!

    Hecho esto, Possidio estaba preparado para su partida. Él y el anciano fueron Valencia, capital de esta provincia y lugar donde los jóvenes hacían sus estudios. Possidio cambió su nombre por el de Posidonio y recibió el sacramento de la ordenación. Hizo cuatro votos: castidad, caridad, humildad y suavidad. Renunció a los placeres carnales, al vicio y a la violencia. Estudió durante dos largos años los fundamentos filosóficos y teológicos del pensamiento aristotélico y aprendió los secretos del Libro de las Virtudes. Estudió lógica, moral, ontología, metafísica y teología. Adquirió las virtudes y las ideas trascendentes y estudió griego antiguo.

    Desgraciadamente la biblioteca de Valencia no poseía todos los libros, por lo que decidió entonces emprender un largo viaje a las distintas partes del Imperio, tanto al Este como al Oeste, para completar su conocimiento.

    Durante sus numerosos viajes, siempre con su inseparable viejo maestro, Posidonio mostró una gran caridad y una gran solidaridad hacia los pobres en particular. Donaba cinco escudos al final de cada misa y no había ninguna iglesia en el Reino en la cual él no hiciese esta donación.

    Posidonio en Mirandola

    De camino a Roma, donde Posidonio iba a ser nombrado Obispo por el Papa, ambos fueron atacados por un grupo de miserables ladrones que les despojaron de sus escasas pertenencias y los dejaron en el barro, sin ni siquiera dignarse a ayudarles a volver a ponerse en pie. Posidonio, que de los dos era el menos malherido, tomó al viejo maestro y fue a pie durante todo el día, haciendo caso omiso de la fatiga, hasta que llegaron a un pequeño pueblo con un exuberante huerto. Los guardianes de la Ciudad avistaron a los dos viajeros agotados y los condujeron a la posada para que pudieran descansar. Mientras tanto, el gobernador local fue informado de su llegada. Se reunió con los dos clérigos y se sorprendió al enterarse de que se negaban a presentar una denuncia y revelar la identidad de los ladrones que los habían atacado. Todas sus dudas desaparecieron cuando se enteró de que se trataba realmente de dos clérigos famosos por su caridad y su humildad. El gobernador declaró:

    Gobernador a écrit:
    Escuchad, Mirandola carece de un guía espiritual desde hace algún tiempo. Sería un honor si, hasta la vuelta del sacerdote que nos ha dejado para viajar, permanecierais aquí para llenar este vacío. Los fieles se sienten abandonados por la Iglesia y temo que la herejía se propague peligrosamente en la población.

    Posidonio aceptó inmediatamente, incluso sintiendo el deber de ir a Roma. Así pues, si bien debía permanecer tres meses en la ciudad de Mirandola, Posidonio estuvo mucho más, ya que el sacerdote no volvió. Fue amado por el pueblo. El religioso, que era conocido por sus fervientes sermones, se volvió aún más hacia este pueblo que le amaba. Practicó el culto aristotélico y los sacramentos con mucha seriedad, por lo que recibió las felicitaciones del Arzobispo de la Provincia. Sin embargo, un triste acontecimiento perturbó la felicidad de Posidonio, su viejo maestro pasó a mejor vida después de una larga vida dedicada a predicar el dogma de Aristóteles y Christos. Posidonio veló su cuerpo durante tres noches, llorando la muerte de su querido amigo a quien debía todo, celebró una misa simple, pero conmovedora en su honor y cuando el sacerdote del pueblo regresó, marchó a Roma con el corazón roto.

    La elección como obispo

    Posidonio llegó a Roma precedido de la fama de hombre piadoso y caritativo que se había ganado en la parroquia de Mirandola donde había extendido la palabra de Aristóteles entre los pobres y había hecho importantes donaciones a los más necesitados. Fue bien recibido por el Papa y ese mismo día, se le nombró Obispo de la ciudad de Valencia, en España, tierra de la cual era nativo. Durante su corta estancia en Roma, el obispo Posidonio fue invitado a asistir al juicio de algunos ladrones paganos conocidos para sus crímenes contra los aristotélicos, acusados, entre otras cosas de haber blasfemado contra el Todopoderoso y de desvalijar una iglesia, siendo todas estas faltas legalmente condenables. Cuando Posidonio vio a los culpables, reconoció a los ladrones que los habían atacado a él y a su anciano maestro por el camino de Roma. Tomó la palabra de inmediato y dijo:

    Posidonio a écrit:
    ¡Deteneos! ¡No los castiguéis! Es más fácil enseñar al camino de la virtud y la amistad a través del perdón, que a través del castigo. Hermanos, arrepentíos de vuestros pecados y abrazad la fe en el Altísimo, que, a diferencia de esos pobres dioses paganos, os perdonará y purificará.

    En ese momento, los ladrones se arrepintieron y humildemente pidieron el bautismo, que fue celebrado en ese mismo lugar por Posidonio. De estos bandidos, tres llegaron a ser más tarde clérigos, lo que demuestra el impacto del mensaje de Aristóteles y Christos a través de los sermones de Posidonio mediante las palabras del siervo del Altísimo.

    La invasión de los bárbaros y el exilio

    Durante muchos años después de su regreso a España, Posidonio administró la diócesis de Valencia con compromiso y dedicación. Podría haber recibido muchos altos cargos, como Arzobispo o Cardenal, o incluso Papa, pero cada vez que se le proponía, él se negaba por temor a alejarse demasiado de los pobres fieles de Valencia, y por aquellos niños a quienes amaba y de los que había captado todo su amor.

    En el año 412 después de la venida del Christos, sin embargo, esa región de España fue invadida por un pueblo bárbaro, los visigodos, que prendieron fuego a un gran número de ciudades poderosas y populosas. El rey de los visigodos fue un ferviente partidario de la religión pagana, predicada especialmente entre los bárbaros del Norte. El Aristotelismo que profesaban los obispos del reino de valencia no era del agrado del rey, por lo que ordenó su conversión de inmediato a su religión. Todos estuvieron de acuerdo, todos menos Posidonio. Ahora era viejo y débil de cuerpo, pero su mente se mantuvo joven durante toda su vida. Por lo tanto, fue llevado ante el rey de los bárbaros.

    Rey bárbaro a écrit:
    ¿Te atreves a desafiarme continuando con tu doctrina, obispo loco? ¿Tu vida no vale nada para ti?

    Posidonio a écrit:
    En verdad, si yo renunciase a mi fe salvaría mi cuerpo, pero no mi alma, dijo Posidonio. La verdadera fuerza no reside en las armas y en la amenaza, sino en la voluntad con la que permanecer fiel a mi doctrina incluso bajo amenaza.

    El rey bárbaro, impresionado por el desprecio feroz que mostró Posidonio a la muerte, ordenó que fuera exiliado de inmediato y, que en caso de regresar al reino que los vándalos habían conquistado, fuera ejecutado

    La fuente del agua:

    Posidonio comenzó solo su viaje hacia la frontera del reino tras haber jurado ante el rey de los bárbaros que nunca regresaría. Envuelto en harapos, apoyado en un bastón y con unos pocos suministros, llegó a un pequeño pueblo. Allí, a pesar de que la población parecía vivir en una gran miseria, fue recibido con alegría e invitado a quedarse durante unos días, una invitación a la que él no se negó.

    Desafortunadamente, el pueblo había sido golpeado por una terrible desgracia hacía dos años, no había agua en el arroyo, se había secado inexplicablemente y las lluvias eran escasas. Sin embargo, los lugareños le ofrecieron agua para demostrar la hospitalidad con el foráneo. Conmovido por el gesto, Posidonio decidió premiar a los aldeanos, pues habían demostrado gran caridad y virtud. Se dirigió al centro del pueblo y levantó su bastón invocando al Altísimo.

    Posidonio a écrit:
    Oh, Señor, que vives en nosotros a través de los mensajes que has transmitido a tus profetas, envía tu bendición sobre esta tierra y dale agua a la población, no solo símbolo de vida, sino también de purificación de los pecados.

    Entonces, golpeando con su bastón el suelo, el agua fluyó en abundancia.

    Los ciudadanos de la aldea comenzaron a celebrar y a alabar a su salvador, pero desafortunadamente el ruido también atrajo a los guardias bárbaros que no estaban muy lejos de allí. Cuando se dieron cuenta de que el responsable de aquel alboroto era Posidonio, lo arrestaron para llevarlo hasta su rey.

    En esta ocasión, un joven armado con un palo se puso delante de la guardia y trató de defender a Posidonio, pero él mismo le dijo que parara: "¡No malgastes tu vida de esa manera, joven! Ya ves que mi tiempo está llegando a su fin, el tuyo acaba de empezar. No derrames sangre inocente sobre mí ahora que estoy feliz por haber culminado mi misión."

    Y así fue arrestado.

    El martirio

    Cuando el rey de los visigodos volvió a ver al antiguo obispo frente a él, se enfureció de una manera terrible y de inmediato ordenó su ejecución pública. Posidonio se dejó guiar por los verdugos sin oposición, ya que no tenía en absoluto miedo a la muerte.

    La ejecución se llevó a cabo en la plaza central de Valencia, y allí, delante de una gran multitud, fue decapitado. Sus últimas palabras fueron dirigidas al Altísimo:

    Posidonio a écrit:
    Señor, recibe mi alma a tu lado, acuérdate de mí cuando sean llamados los justos y los virtuosos, déjame admirar tu sabiduría y la luz de los profetas.

    Así murió, en el año del Señor 412. La multitud que se componía en gran parte de aristotélicos que escondieron su fe por miedo a ser perseguidos por los visigodos, atacaron a los asesinos cuando éstos quisieron tirar el cuerpo del obispo a una fosa común. Se las arreglaron para tomar la cabeza del mártir y lo ocultaron por algún tiempo en la casa de un rico comerciante de la ciudad, que fue amigo de Posidonio. En cuanto al cuerpo, uno de los propios consejeros de la corte del rey, movido por la compasión, consiguió recuperarlo para que su gente pudiera darle una sepultura digna.

    Varios años más tarde, el cuerpo y el cráneo se reconstituyeron con el palo que utilizó para obrar el milagro. Incluso cuando los árabes invadieron una parte de África y amenazaron con destruir los restos del santo, los fieles piadosos se encargaron de que las reliquias se llevaran a Mirandola sin daños, donde se erigió una iglesia en su honor.

    Símbolos y reliquias

    La iconografía religiosa de San Posidonio es interpretada como la de un hombre que iba vestido con largos harapos, símbolo de su humildad y su modestia, la cual mantuvo incluso cuando fue Obispo. Su símbolo más importante es el palo con el que obró el milagro de la fuente.

    Las reliquias atribuidas al santo son varias. En Mirandola, además de los restos mortales del santo y el palo con el que se realizó el milagro, existe un sencillo cáliz con el que se celebraba las misas en la parroquia de Mirandola. La casa donde el santo vivió durante su estancia en el pueblo fue incorporada a la iglesia de San Posidonio. En Valencia, se mantiene un dedo del santo y un dobladillo de su vestido de Obispo


    Traducido por Lujuria Hellsing
    Revisado por Lluvia de Soria


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