L'Eglise Aristotelicienne Romaine The Roman and Aristotelic Church

[Astaroth_14]

El Tíber discurría, lento, a través de la Ciudad Eterna. El hedor que de él emanaba, legendario desde tiempos del Imperio Romano, ascendía aquel atardecer rojizo, acentuando de modo alguno el aspecto decadente y podrido de la ciudad. El ombligo del mundo estaba podrido, pensaba un hombre embozado, quizás por proteger su olfato. O quizás, como tantos otros en aquella ciudad, no quería ser reconocido.

Recorría las calles con paso seguro, confiado. Una mano sujetaba la capa, la otra el pomo de la espada. No era cualquiera, eso era evidente por su modo de caminar, sin mirar a los lados, a través de las atestadas callejuelas.

Finalmente, llegó a su destino, una casona de piedra. Por puro instinto, calibró el blasón de piedra de la fachada. Casa de traidores. Leones difamados en el blasón y torres desmochadas. Curioso, sin duda. Alzó un puño enguantado y llamó tres veces con la gran aldaba de bronce que pendía de la puerta. Se oyeron pasos dentro, y pronto una mujer abrió la puerta.

Anunciad que el Marqués de Gondomar y las Islas ha llegado.-dijo con voz queda.

Esperó a que le indicasen que podía continuar en el recibidor. Como la propia ciudad, la casa tenía aspecto de vieja gloria venida a menos. De decadencia y vicio, de hombre poderoso que se ve obligado a alquilar su casa para que un grupo de extranjeros conspiren lejos de ojos curiosos.

Clavó los ojos en un viejo rosetón que filtraba la luz y sonrió. Recordó el viejo manuscrito de un tal Adso de Melk, carcomido por los ratones, que los monjes de San Martiño das Illas habían dejado atrás. Un manuscrito que hablaba de un libro perdido. Pero no un libro cualquiera, no. Este libro era de Aristóteles. El segundo libro de poética, dedicado a la comedia y el yambo.

El Marqués quería ese libro. Y no pensaba detenerse hasta conseguirlo.
[FRP] Evidentemente, es un Rp cerrado. Y, también evidentemente, el nombre hace alusión a la novela "El nombre de la rosa.". Enjoy [/FRP]
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"Un año va. Como me muera en comunión, pienso reencarnarme y quemar Roma, por inútiles."
Príncipe de Ast(inieblas)urias. Já. Ast. Y Rey de Galicia, Castilla, León y un largo etcétera, pero eso ya no tiene chiste.

[Carolum]

El ambiente de aquella casona no estaba viciado - como podría haberlo estado alguno de aquellos lugares del Trastevere romano, atestado de sus borrachos y sus mujerzuelas - más bien, había allí cierto olor a rancio y podrido, como el que había en el exterior de la casa, situada a orillas del Tíber. Quizás aquellos caballeros, extraños en esa ciudad, podían haber elegido un lugar mejor para encontrarse, pero si querían no despertar sospechas o simplemente miradas indiscretas, era realmente el lugar ideal.

El Marqués de Gondomar fue conducido a una estancia diáfana del fondo del corredor, que aparentemente daba al marchito jardín de la casa. Una sola ventana, con los vidrios ensuciados por el paso del tiempo, dejaba entrar algunos resquicios de luz. Apoyado contra la pared, sentado sobre un taburete de madera carcomido, estaba aquel a quien el marqués había venido a ver.

El fulano en cuestión se hallaba embozado con una capa negra de viaje, algo manchada de barro, que ocultaba de la luz las facciones de su cara. Como éste no podía ver bien al noble castellano, y dudando de que ciertamente fuera él, con una voz ronca exclamó:

- Bienvenido, hijo mío - seguidamente aquel sujeto extendió en dirección al de Gondomar una blanca y delgada mano con un pesado y grueso anillo de oro, que dejaba ver los grabados bueyes de los Borja.
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[Astaroth_14]

Una risa seca brotó de los labios del de Gondomar. Su inclinación, como la práctica totalidad de las que realizaba, tuvo un cierto cariz de mofa que, a buen seguro, no se le había escapado al de Borja. El joven noble no había sido jamás dado a reverencias y sumisiones, y sus títulos habían exaltado aquella cualidad.

Eminencia...

Carolum y Astaroth eran viejos amigos desde antes de ser cuanto eran. La vida era sencilla entonces, cuando la belleza de los blasones eran su preocupación común. Pero mucho habían cambiado en un año las tornas. Mucho, en verdad, para que aquel joven heraldo hubiese llegado a ser uno de los hombres fuertes de la Corte de Elena I de Castilla y quien fuese el humilde vicario de Calatayud fuese ahora un Príncipe de la Iglesia. Y precisamente aquellas tornas les obligaban a enfriar el tono. Bueno, eso y un noble decadente que, a buen seguro, vendería cuanta información pudiese sacar de aquel encuentro.

Me alegro de veros. Sabe Jah que hace demasiado que no nos vemos, y no he tenido la oportunidad de felicitaros. Vuestra prima absorbe la práctica totalidad de mi tiempo, e imagino que vuestras obligaciones hacen lo propio con vos.-esbozó una sonrisa mientras jugueteaba con un pequeño sello de plata grabado con un trisquel en su dedo.- Confío en que ande todo bien por Tarragona. A fe que no es una Archidiócesis especialmente dócil.

Echó un vistazo en derredor. Si pensaba algo, su faz no lo mostró siquiera por un instante. Al fin y al cabo, aquel lugar no había sido escogido por su elegancia ni por colmar el gusto de los interlocutores. Posó su ojo de nuevo sobre el Cardenal, bajando el tono. Tocaba comenzar a trabajar.

Bien, Eminencia, ¿os place que comencemos con lo que nos atañe?
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"Un año va. Como me muera en comunión, pienso reencarnarme y quemar Roma, por inútiles."
Príncipe de Ast(inieblas)urias. Já. Ast. Y Rey de Galicia, Castilla, León y un largo etcétera, pero eso ya no tiene chiste.