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Doctrina sobre la muerte

 
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Ignius



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MessagePosté le: Ven Nov 23, 2012 8:50 pm    Sujet du message: Doctrina sobre la muerte Répondre en citant

Citation:

Doctrina sobre la muerte




En la época de mi jubilación en mi ciudad natal de Reykjavik tuve la oportunidad de ver la muerte bajo todas sus formas. Habiéndola probado yo mismo una vez en la época de mi estancia en Normandía volví sobre este argumento con las preguntas que estaban albergadas en mí desde hacía mucho tiempo.

¿Por qué algunos deciden volver a la vida? ¿Y qué diferencia las muertes simples de las muertes por erradicación? ¿Por qué algunos regresan a la vida completamente transformados conservando solo del pasado el cuerpo, su corazón y algunos de sus recuerdos? He pasado muchos días desde mi jubilación absorto en el estudio de los textos religiosos y filosóficos y en algunos libros de medicina.

La primera cuestión era definir lo que diferencia la muerte simple de la gran muerte que algunos llaman erradicación. Ciertamente hace falta diferenciar la erradicación del cuerpo de aquella de la que se habla en los textos del eclipse y que supone la erradicación del vínculo entre la vida terrenal y la vida divina.

He discutido sobre esto durante mucho tiempo con el Doctor House, médico episcopal de Reykjavik además de amigo personal. Para él, lo que diferencia al vivo del muerto se concentra antes de nada en su calor. Se basa además en los escritos de nuestro profeta Aristóteles que definió que en el campo de la biología el calor está ligado a la idea de vida y el frío a la muerte. Aristóteles establece diferencias cualitativas en las parejas opuestas. Así, determinando que el sol está caliente, representa la esperanza y la felicidad y es superior a todo. Mientras que la luna es fría y representa la desesperación y la melancolía, al mismo tiempo define la superioridad del calor sobre el frío y por lo tanto de la vida sobre la muerte.

Cuando un ser humano simplemente muere sin intervenciones divinas, el cuerpo se enfría y se tensa, por falta de energía vital. Si está bien conservado es, en todo caso, capaz de volver a la vida poco a poco y padecer solamente secuelas secundarias, ya que la transición entre la vida y la muerte fue suave.

En el momento en el que la frialdad del cuerpo es tal que el alma misma no puede revivir más sin padecer profundas repercusiones es cuando el cuerpo terrenal es erradicado, casi se podría decir que el ser humano no existe más. Por otra parte, algunos utilizan la fórmula “Este personaje no existe más, o no existe aún”. Está derivada de una oración fúnebre:



Rezo por ti que no estás a nuestro lado,
Tú, mi amigo que no existe más sobre la tierra,
Existirás donde el Creador quiere que existas.



La muerte es, pues, la pérdida total del calor del cuerpo que ocasiona un frío que entumece el cuerpo como aquel que congela nuestros lagos en el invierno. Parece que, en general, la erradicación sea el punto de no retorno, aquello donde no existe criatura viva en ningún tiempo ni lugar.

Sin embargo, parece que en casos muy raros, algunos han pasado del estado de vida al estado de inexistencia sin pasar por el estado de muerte o habiendo tenido una pérdida de calor extremo. Ver la destrucción del cuerpo mismo…

¿Qué es de la libertad de aceptar o no el juicio divino en este caso? Esto es un enigma para mí, pero existen pruebas donde el alma ha encontrado o recibido otro cuerpo para existir nuevamente.

Efectivamente, parece que existen pruebas más o menos fiables que muestran casos que algunos consideran como una reencarnación. Hay testigos que afirman que la persona que la persona regresa bajo un perfil muy diferente y cambiado física e intelectualmente para que sólo sus parientes lo reconozcan más allá de estas diferencias.

Si estos hechos fuesen verdaderos, ¿cómo entender la diferencia entre una resurrección a pesar de la erradicación del cuerpo de una simple usurpación de identidad?

Analizamos los hechos concretos:

1) Es de conocimiento general que ninguna materia puede sobrevivir sin energía y que ninguna criatura puede vivir sin un alma y viceversa.

2) Es de conocimiento general que el tiempo límite de supervivencia de un alma sin el cuerpo es de casi quince días.

3) Parece demostrado e innegable que nada se puede explicar y que la voluntad divina es superior a las leyes de la vida.

4) En general se ha podido comprobar también que las leyes de la física y las leyes divinas no son modificadas por nuestro Creador, ya que cambiándolas, Él modificaría toda la creación y por ende si todo permanece inalterado quiere decir que nada ha sido modificado.

Así que propongo un mayor rigor en el control de los funerales y sobre la definición de lo que la Iglesia considerará como persona que no existe más para nuestro mundo.

Yo por ejemplo creo mucho en la compilación de reglas firmes respecto al argumento. Los funerales aristotélicos, con los cuales la Iglesia les proporciona a los difuntos la ayuda espiritual y honra sus cuerpos y al mismo tiempo conduce a la conciencia de la esperanza viva, deben ser celebrados según las leyes litúrgicas.

Ocurre que la erradicación de la vida debe ser confirmada por un clérigo o un médico reconocido por Roma. Por erradicación de la vida se entiende que el cuerpo está totalmente frío y que es imposible que el alma pueda retomar posesión, de cualquier modo, de dicho cuerpo.

La ceremonia de la sepultura deberá hacerse solamente después de esta constatación y luego una misa según el dogma confirmaría ante los ojos del Altísimo la extinción de la unión entre el alma y el cuerpo del difunto.
La ceremonia deberá estar seguida de una inscripción en un registro de difuntos con la prueba de los parientes y posiblemente, si las personas poseen los fondos y los medios, un retrato que, representando el perfil del difunto, será agregado a dicho archivo. Según los medios que posean los parientes y las costumbres locales se fabricará también una lápida con el retrato del difunto que se colocará en el lugar de su tumba.

Si todos estos puntos fueron respetados la Iglesia considerará que la persona en cuestión no existirá nunca más, excepto en la memoria colectiva y en el corazón de aquellos que lo conocieron.

Si una persona, también con un cuerpo diferente viniese a pretender estar viva mientras la creencia popular lo considera muerto, la Iglesia no debería pronunciarse sobre la veracidad o no de los hechos, si la erradicación del alma del cuerpo no fue hecha según las reglas.

En cambio si una anulación de matrimonio concierne a este caso, sigue siendo válido ya que el Derecho contempla la separación en caso de desaparición. El superviviente deberá hacerse bendecir después de ser confesado y haber sido absuelto. Renovará sus deseos de bautismo y encontrará su estatus de fiel entre la Comunidad creyente. Si fuese sacerdote también deberá renovar sus votos.

Por el contrario si los funerales han tenido lugar según las reglas no podrá ser reconocido como superviviente.

Efectivamente si una persona es declarada muerta por la Iglesia, cuyo cuerpo ha sido bien identificado y por el cual los funerales han tenido lugar según las reglas, independientemente de las condiciones de un eventual retorno de la persona, esta no se beneficiará más de los sacramentos y títulos dados por la Iglesia, ya que una supervivencia implicaría otro nacimiento, siempre que esta supervivencia sea real y no una estafa.

Pero para la vida laica del superviviente la Iglesia no debe pronunciarse y ha de esperar a que las leyes de la ciudad decidan, ya que nuestra misión es proteger a la humanidad salvando las almas.
Naturalmente para que esto pueda realizarse sin complicaciones inútiles hará falta conservar en un lugar seguro una prueba de los funerales y un registro de las muertes.

Así pues, espero que mis búsquedas y mis reflexiones permitan evitar muchos conflictos y faciliten el regreso, entre nosotros, de los raros supervivientes con los que nos cruzamos inevitablemente durante nuestra vida.



Jeandalf de Reykjavik en Octubre de 1455.




Traducido por Padre Prior Jesús Alfonso Froissart del Campo.
Revisión por Casiopea Alonso Beltrán.


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