L'Eglise Aristotelicienne Romaine The Roman and Aristotelic Church

[Rosabelle]

La de Arques tenía ganas de acompañar a la familia Alvarez de Toledo a este singular evento, evento que había tenido lugar en tierras lejanas más...el viaje había sido el preámbulo para recibir aquellas fastuosas vistas. Como si de un obsequio se tratara, que iban desenvolviendo en cada calle, perfectamente adoquinada, en cada suntuoso edificio y en la ornamentación de sus jardines.
A su feudo le decían la Roma de Aragón ya que guardaba cierta similitud con el espíritu romano. Lo que estos hubieran construido era apto para durar siglos, su ingeniería era notable.

Decían sobre el joven Felipe que era una promesa de Castilla, que se inclinaba hacia la compasión y el duque había procurado que su educación no se aparte del camino de la luz y de las buenas costumbres. El deber de un hombre era ser justo, no precisamente bueno o generoso ya que en el sentido de justicia residía todo lo necesario para llevar un vida recta.

Cuando al fin llegaron al Sagrado Santuario tomaron asiento en silencio, no dejando de maravillarse por las proporciones de su construcción. Aprovechó para orar y agradecer cuanto le había sido dado.
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[Sonivo]

Poco a poco se iba haciendo a la ciudad, incluso ya había aprendido algunas palabras, tales como Allontanati da lì, nasello! que llegó a la conclusión de que significaba "Bienvenido a la ciudad, señor" o "Andiamo nel vicolo, bell'uomo?" que le repetían bastante algunas mujeres de varias zonas, y que parecía un piropo. Fuese lo que fuese, les sonreía a todos y les decía "Grazie".


Por desgracia, y aunque ya conocía los alrededores de la posada, se seguía perdiendo, sin ir más lejos, el día anterior le costó un triunfo volver a la posada tras su escapada, y todavía no había sido capaz de encontrar la basílica, y el día ya había llegado.

¡Izquierda o derecha? ¿hacia dónde ir? Vaya indecisión. Indecisión que se le fue de la cabeza cuando casi se le sale el corazón por la boca por causa de una jovenzuela.

- ¡Buuuuu! ¡Tío Son! le gritaron a la espalda, y del brinco que dió, casi llegaba a encaramarse al tejado del edificio de enfrente. Por fortuna, cuando se giró vió a su sobrina, que sin darle tiempo a decirle nada siguió hablando. ¿Os han dejado solo, tío? Puedo guiaros si os place, aunque antes debo esperar a Sancho, me dijo que estaría aquí sobre esta hora.


Se alegró mucho al escuchar eso, por fin alguien se apiadó de él y le haría de guía por la ciudad.

-Claro, te lo agradezco mucho, si te digo la verdad, estoy un poco perdido y desamparado en esta ciudad.

Hacía tiempo que no veía a la joven, y apreció que había crecido bastante y se había convertido en una pequeña jovencita. Seguramente atraía las miradas de cuantos jóvenes se cruzara. Sentía que se había perdido su niñez, y lamentaba no haber estado más atento a su vida, pero estando ella lejos, era dificil.....

- ¿Fue largo el viaje? le preguntó ella, aunque parecía distraida. ¡A quién había dicho que esperaban? ¿Sancho?, conocía a un Sancho, pero le parecía imposible que estuviese allí. Su Sancho debería de estar en Burgos junto a sus padres.

-Gracias por preguntar Inés, largo sí. Y por desgracia, perdí gran parte de mi equipaje por el camino, y me temo que debo de ir a la ceremonia con lo que me ves puesto. Se señaló la indumentaria, algo simple y ajada para la ocasión, ningún sastre de la ciudad tuvo tiempo de prepararle algo decente con tan poco tiempo. ¿A qué Sancho esperamos? ¿le conozco? Y de repente se acordó de que su sobrina estaba prometida. Oye, y ese otro chico.... Pakon, Lakon,... algo así, me suena recordar que era tu prometido ¿no? ¿nos va a acompañar también?
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[Ines..]

Entre sus manos llevaba también una cruz aristotélica, Felipe se preocupó de que la llevase consigo para que nadie cuestionase su entrada en la basílica, pero de alguna manera, tras reparar en las alusiones que su tío hacía sobre sus ropajes, comprendió que sería una buena acción prestársela a él. Con un gesto amable la joven se retiró la pequeña medalla y se la ofreció a Son. - ¡Estáis fantástico tío! Aunque es cierto que parecen algo ajadas... ¡No importa! Podemos decir que éstas son las ropas del tatarabuelo y que están muy bien conservadas para tener tantos años. Tened, os lo presto.- La cruz aristotélica relumbró un instante.- Llevadlo, nadie cuestionará a un aristotélico viejo. Yo iré de vuestro brazo. -Arrugó la nariz, aunque Inés se iniciaba en la incipiente madurez continuaba disfrutando de sus travesuras de niña, consentidas sólo por la buena intención que escondían (excepto cuando quiso encerrar a Lambah como monja en Santa Ilinda). En el fondo le pareció un detalle para el conde, aunque ese día parecía ser la joyera de la familia, y la de Toledo estaba dispuesta a defender su linaje por todos los medios.
Lo que no se esperaba era que le preguntase algo por su prometido, ese enigmático chico asentado en una tierra lejana con el que nunca se carteaba. Por no saber, no sabía ni a qué se dedicaba tan lejos, salvo por las parcas indicaciones de sus padres, los vizcaínos. Mudó su rostro de la diversión a la incertidumbre, no sin antes bajar la mirada y distraerse con los zapatos que ambos llevaban. Destacaba en ella una inocencia innata y sus ojos brillaban fruto de la dulce juventud. Decidió que lo mejor era responder con sinceridad.- No sé mucho, creo que no ha sido invitado porque siempre está muy ocupado. ¡Tanto que apenas nos conocemos! Supongo que el próximo año nos conoceremos, unos pocos días antes de la boda. -Resignada ante ese destino, recordó las palabras que un día le dijo Germán en Santa Cruz como también permanecía viva en su memoria la fecha consignada para el acuerdo matrimonial. Ignoraba que las capitulaciones ya habían sido truncadas por obra del capitán de las huestes navarras cuando fueron llamadas para responder conforme a la alianza norteña; la única carta que recibió sobre el asunto era que Tafalla respondía a la llamada de Bilbao, ante lo cual Inés no tenía nada que decir, pues ese fue el deseo de sus mayores.- No os preocupéis, Sancho es un buen amigo y de buena familia, además. Es hijo también de reyes. Bueno, es que en Castilla hay más hijos de reyes que abogados y leyes, ¡que ya es decir! -Se encogió de hombros. Al principio la broma le pareció ingeniosa, sin embargo era tan aplicable al reino y la Corona como a su familia; frente a esta crítica la sola reacción que pudo articular fue hacerse la desentendida, aunque un poco impaciente, porque en la distancia observaba una modesta afluencia de personas caminando en la dirección que ellos debían tomar.
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Queen of Navarre | Princess of Ischia di Castro | Duchess of Billy | Child of Castile | Countess of Tafalla | Baroness Palatine of St John Lateran | Lady of Bressolles
Prefect of the Court of His Holiness Sixtus IV

[Magister Ceremoniarum]

El magister comenzó a sudar vestido con sus pesados ropajes litúrgicos. En su mano, un papel manuscrito por él mismo cuando el archidiácono del Pontífice había solicitado con una semana de antelación aquella ceremonia. Un dedo que se deslizó sobre la tinta hizo que se emborronaran algunas de las palabras escritas; demasiadas cosas a tener en cuenta, y él ya se estaba haciendo viejo, le faltaba paciencia. Suspiró poniendo en fila a los revoltosos monaguillos delante de la gran puerta de la sacristía mientras un monje encendía sus cirios. En ese preciso instante hubo un alboroto en la puerta que daba con el exterior de la basílica, un grupo de clérigos, guardias papales y otros servidores pontificios accedían al interior acompañando al Santo Padre. El magister, como todos los demás, se precipitaron a arrodillarse y besar la mano o la orla del manto del Pontífice. Luego de las bendiciones y las presentaciones, varios monjes ayudaron a Sixtus, y al Primado Hispánico, que también venía en la comitiva, a vestirse con los ropajes litúrgicos de color amarillo y oro, color del tiempo de Pascua. Todos juntos rezaron una oración preparatoria y se dispusieron en orden para salir de la sacristía.

Los ojos oscuros e inteligentes aunque algo ya cansados del magister buscaron a dos de los monjes que debían salir los primeros. Con una gesto, estos obedecieron. A paso lento y majestuoso, ambos monjes de cabellos y barbas blancas entraron en enorme basílica circular, portando en sus manos el umbraculum y el tintinnabulum, dos objetos litúrgicos de gran simbolismo. El primero era una especie de sombrilla de colores rojos y amarillos, simbolo de la autoridad papal en la Basílica, y el segundo una campana en lo alto de un mástil adornado con las insignias papales, que servía para avisar de la llegada del Sumo Pontífice. Los dos monjes se colocaron a ambos lados del altar mayor. El umbraculum entonces fue abierto, desplegado en su máxima extensión, y la campana del tintinnabulum se hizo sonar tres veces.

Un coro de voces blancas de niños y también de hombres comenzó a cantar en uno de los extremos de la Basílica, creando un eco extraño aunque armonioso debido a la inusual forma del templo.

-Tu es Titus, et super hanc petram aedificabo Ecclesiam meam,
et portae inferi non praevalebunt adversus eam.
Et tibi dabo claves Regni coelorum.
Quodcumque ligaveris super terram, erit ligatum et in coelis.
Et quodcumque solveris super terram erit solutum et in coelis-
***
Tú eres Tito, y sobre esta piedra construirás mi iglesia,
y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos.
Todo lo que ates en la tierra, se quedará atado en el cielo;
y todo lo que desates en la tierra se dará a conocer en el cielo.

La procesión litúrgica salió en ese momento de la sacristía, atravesando las grandes puertas. La abrían tres monaguillos llevando en sus manos sendos incensarios de plata encendidos, que balanceaban de forma peligrosa lanzando al aire olorosas volutas de humo que ascendían en la inmensidad del templo haciendo que el éter se purificase. Detrás caminaba un sacerdote vestido con hábito coral llevando la cruz de guía, y acompañado con otros seis monaguillos que llevaban altos fanales alumbrando la entrada de la cruz. Después continuaban la procesión más sacerdotes, algunos monjes y diáconos y el joven sacerdote que iba a ser ordenado. Cerrando la procesión, otro sacerdote llevando en sus manos el Libro de las Virtudes, el Primado de la Iglesia Hispánica y el Santo Padre, acompañados de otros tantos diáconos y archidiáconos.

Avanzaban lentamente por el pasillo central, entre los bancos donde estaban los invitados, envueltos en el profundo olor del incienso, mientras el coro elevaba la música celestial a todos los rincones de la Basílica de Santa María Rotunda. Finalmente llegaron hasta el altar mayor, donde los sacerdotes hacían una genuflexión y se santiguaban ante la imagen de Santo Domingo y Santa María, para después tomar asiento en el coro semicircular dispuesto justo detrás del altar.
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[Felipe...]

Era el día más importante de su vida y aún así, le era imposible concentrarse en lo que se le venía encima. Aquella noche no pudo dormir prácticamente nada, en su cabeza había una orgía de sentimientos, recuerdos, intenciones y sobre todo cierta inquietud por cómo sería su futuro. Hasta ese día él había sido un muchacho libre de tomar su destino, o casi libre, reflexionó recordando la actitud paternal de su hermano Germán. Sin embargo, y una vez que fuera ordenado, ya no iba a ser sólo Felipe, sino hermano Felipe, y su vida estaría atada a la Iglesia y a difundir la palabra de Dios; no podría formar una familia, y debería renunciar a todo acto carnal, justo en el momento en que su cuerpo parecía reaccionar más ante la mirada indiscreta de las sirvientas del palacio de sus padres. Sin dura era un reto, si cabe incluso más complejo que para cualquier fiel. Porque era precisamente a los clérigos a los que la Criatura Sin Nombre más atacaba y asediaba a través de los pecados y las tentaciones, porque ellos eran la fortaleza y baluarte sobre la que se sustentaba la Iglesia de Christos. Una gran responsabilidad que deseaba cargar sobre sus hombros aún sin saber cuán pesada sería. Y eso, ciertamente, le abrumaba demasiado.

Estaba el joven seminarista sentado en una silla de la sacristía, con su mirada perdida mientras a su alrededor se desataba una guerra de monaguillos, monjes, diáconos, instrumentos litúrgicos que parecía no tener fin. Estaba totalmente absorto en sus pensamientos y también en sus plegarias, porque sin duda ese día iba a necesitar de gran determinación. Aún desconocía de dónde iba a sacar las fuerzas para afrontar la ceremonia que empezaría en breves instantes. Sus reflexiones fueron interrumpidas cuando el Santo Padre y su cortejo entraron en la sacristía, y que aun siendo una estancia muy grande, pareció quedarse pequeña. Él esperó, paciente como era, a que todos los demás recibieran la bendición del Pontífice, y cuando éste iba a ser ya vestido con los ropajes para la liturgia, Felipe se coló entre los servidores para arrodillarse ante Sixtus y besar su mano brevemente. Ahí estaba, el siervo de los siervos de Dios, un anciano de sonrisa afable y cabellos blancos, cuya mirada transmitía severidad pero al mismo tiempo era cálida, como la de un abuelo que mira a sus nietos con ternura. Frágil pero poderoso, así era. -Santo Padre, nunca podré agradeceros lo suficiente porque decidiérais tomarme como pupilo y por estar aquí, en este dia tan especial para mi y mi familia. Dios os bendiga por ello- dijo el benjamín inclinando nuevamente la cabeza ante el sucesor de Titus y retirándose, porque él mismo también tenía que vestirse. Justo cuando un par de monaguillos ayudaban al joven Álvarez a terminar de vestirse, pudo ver finalmente a Monseñor Guillermo, el Primado, a quién no pudo encontrar antes entre todo el alboroto que allí había. Para él también tuvo unas palabras: - Monseñor, os doy las gracias por oficiar en mi ceremonia de ordenación. El camino ha sido largo y no siempre sencillo, pero ahora podrá contar usted con un nuevo sacerdote en la primacía. Espero no defraudaros nunca-

Su corazón latía como un caballo desbocado, sus ojeras más que evidentes delataban la vigilia por la que había pasado la noche anterior, pero estaba realmente feliz a pesar de ello y del nerviosismo que le causaba la ceremonia en sí y que toda su familia y amigos estarían presentes después de haber viajado tan lejos de la tierra que consideraba su hogar. La procesión finalmente salía de la sacristía, y a pesar de que para él fue eterna, pudo dirigir miradas y sonrisas a sus hermanos, Inés y Germán, a su tío Son, a su madrina Kalahn a quien consideraba como una madre, a la dulce Rosabelle a quien deseaba poder llamar “tía” algún día, al cardenal Kalixtus que era el rector de la Universidad, a su antiguo profesor, el inquisidor Gastaldia, y a todos los presentes que habían sido invitados a la ceremonia de ordenación.

Finalmente los clérigos llegaron al altar mayor, y cada uno de ellos fue a los sitios que tenían asignados según el rígido protocolo de la misa pontificia. Felipe sabía también lo que debía hacer, y tras santiguarse ante las imágenes de Santo Domingo y de Santa María, rodeados de bellas flores amarillas y blancas, se arrodilló ante el altar mayor con las manos orantes y finalmente se tumbó boca abajo sobre el magnífico suelo de mármol, que con su dureza y frialdad recibió al muchacho cuando éste abrió los brazos en cruz. Era el primer paso para la ordenación, postrarse ante Dios con humildad, como uno más de sus hijos pecadores, que aspiraban a recibir la bendición del Todopoderoso y acceder a su ministerio. Iba vestido con un albae blanco, la túnica del bautismo: sencillez, humildad e inocencia, patrocinada por los ahorros de su hermana y sus hábiles sastres.
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_______.______Sanctae Mariae Rotundae cardinalis episcopus | Archiepiscopus Burdigalensis
__________..Secretarius brevium ad Principes | Sanctae Sedis Vice-cancillarius et Magnus Auditor

[Roderic_]

CAT

La ciutat eterna un vestigi d'antigues civilitzacions on l'arquitectura era un dels seus principals atractius, i malgrat ser tan antiga encara s'alçava esplendorosa en el centre de la península itàlica. No obstant això, la ciutat no sols era un grup d'edificis antics, és aquí on residia el Papa i la Cúria, convertint la ciutat en el centre de l'aristotelisme, on es formulaven els edictes i decisions que afectaven a tots els fidels i no tant. Pels seus carrers es podia observa tot tipus de persones, tan diverses com els estils de les seves vestimentes. Entre tal quantitat de gent, es trobava un grup compost pel que semblaven ser escortes cuidant d'un jove entrant en l'adolescència i que, si s'ha de jutjar pel seu rostre, era la primera visita que realitzava, la curiositat tan pròpia de l'edat havia fet que es detingués en diversos llocs per a veure les coses que venien, causant a més del retard en l'arribada a la Basílica, les clares mostres d'impaciència pel qual semblava el líder del grup.

El jove no parava de riure i de parlar en tot el camí fins que van arribar a la basílica, on semblava que el Papa acaba d'ingressar, pels rumors que s'escoltaven entre la gent. Amb una petita inclinació de cap, va fer la seva entrada el menor dels D´Aleixar, acompanyat únicament amb l'home de confiança de la família. Per al català cap rostre se li va fer conegut, alguna cosa que realment no hauria de sorprendre'l, després de tot havia conegut al castellà en un dels passadissos de l'abadia de Fornovo on tots dos eren estudiants i havien compartit diverses hores discutint entre ells sobre les lliçons rebudes, per la qual cosa va triar un dels bancs que es trobaven gairebé a meitat, atès que segurament els que es trobaven davant serien ocupats per familiars i membres del clergat – Recorda que demà anirem a la Universitat Pontifica per a inscriure'm a alguns cursos, Felipe m'ha recomanat prendre alguns aquí – la veu del jove demostrava l'enèrgic que estava o potser fora per les coques que havia estat consumint. Com tota resposta només va obtenir el que semblava un lleu grunyit afirmatiu per part de l'home, però no van poder continuar conversant atès que la cerimònia anava començant.
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ES

La ciudad eterna un vestigio de antiguas civilizaciones donde la arquitectura era uno de sus principales atractivos, y a pesar de ser tan antigua aún se alzaba esplendorosa en el centro de la península itálica. Sin embargo, la ciudad no solo era un grupo de edificios antiguos, es ahí donde residía el Papa y la Curia, convirtiendo la ciudad en el centro del aristotelismo, donde se formulaban los edictos y decisiones que afectaban a todos los fieles y no tanto. Por sus calles se podía observa todo tipo de personas, tan diversas como los estilos de sus vestimentas. Entre tal cantidad de gente, se encontraba un grupo compuesto por lo que parecían ser escoltas cuidando de un joven entrando en la adolescencia y que, a juzgar por su rostro, era la primera visita que realizaba, la curiosidad tan propia de la edad había hecho que se detuviera en diversos puestos para ver las cosas que vendían, causando además del retraso en la llegada a la Basílica, las claras muestras de impaciencia por el que parecía el líder del grupo.

El joven no paraba de reír y de hablar en todo el camino hasta que llegaron a la basílica, donde parecía que el Papa acaba de ingresar, por los rumores que se escuchaban entre la gente. Con una pequeña inclinación de cabeza, hizo su entrada el menor de los D´Aleixar, acompañado únicamente con el hombre de confianza de la familia. Para el catalán ningún rostro se le hizo conocido, algo que realmente no debería de sorprenderle, después de todo había conocido al castellano en uno de los pasillos de la abadía de Fornovo donde ambos eran estudiantes y habían compartido varias horas discutiendo entre ellos sobre las lecciones recibidas, por lo que escogió uno de los bancos que se encontraban casi a mitad, dado que seguramente los que se encontraban enfrente serian ocupados por familiares y miembros del clero – Recuerda que mañana iremos a la Universidad Pontifica para inscribirme a algunos cursos, Felipe me ha recomendado tomar algunos aquí – la voz del joven demostraba lo enérgico que estaba o quizás fuera por las cocas que había estado consumiendo. Como toda respuesta solo obtuvo lo que parecía un leve gruñido afirmativo por parte del hombre, pero no pudieron continuar conversando dado que la ceremonia iba comenzando.
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Cardinal Dean // Cardinal Bishop // Cardinal Vicar Grand Inquisitor // Prelate of Honour of His Holiness //
Archbishop sine cura of Sassari and Urbino // Bishop sine cura of Urgell // Chancellor of the Order of Saint Nicolas V .

[sancho.ferran]

Tarde y mal, así llegaba Sancho a responder a la invitción que había recibido de Inés para asistir a la ceremonia de su hermano Felipe. Al parecer el joven iba a formar parte de la iglesia aristotélica como ya lo había hecho su propio hermano Jousepe, muchos años antes de que él mismo naciese, sin duda el Altísimo requiere hijos de nobles para su iglesia y todos pagaban el precio sin quejarse, al menos en público...

Sancho suspiró al estar frente a la puerta del edificio donde había acordado encontrarse con Inés, descabalgó de su montura y dio unas cuantas órdenes casi sin mirar a su interlocutor para que encargasen de todo lo relacionado con la estancia que ocuparía durante su estancia en la ciudad. Se quitó sus guantes cuando terminó y se los entregó a otro de los sirvientes de Marchena que su madre había hecho acudir con él a la cita. - Tomad, no dejeis ningún detalle al azar.

Finalmente se alisó un poco los ropajes para quitar arrugas y algo de polvo del camino, para más decente entrar al encuentro de Inés. Mucho tiempo había pasado desde la última vez que la viese, pero no tanto desde que se cartearon en términos que animaban a Sancho en su fuero interno. - Siento el retraso. Dijo agachando la cabeza al llegar junto a Inés que parecía divertida junto a un hombre que él no conocía, pero no era algo extraño, Sancho seguía, a pesar del tiempo, sin conocer a mucha gente en Castilla y menos en Roma, no estaba siendo tán fácil como había planeado lo de darse a conocer y menos desde que no existía una corte real en Castilla. - Burgos ha exigido mucho cuidado antes de poder marcharme, su defensa es realmente importante.
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[Ines..]

[Linnet]

Bastante tiempo había pasado desde que pisó por última vez sus tierras en Maenza. Sintió nostalgia pero satisfecha de que él administrador del lugar había hecho un buen trabajo en mantenerlas e incluso la pelirroja no se hubiera sorprendido si la buena gente que habitaba ahí decidía algún día desconocer a la baronesa como su señora, pues hasta ya había olvidado el escaso italiano que aprendió años atrás. Había no uno si no dos asuntos que había de resolver en Roma antes de volver a sus deberes en el reino castellano, así que todo se dispuso para la visita de Linnet. Coincidió con el muchacho un par de veces en Castilla, jovial y educado, era de las pocas caras en aquel reino que Linnet no olvidaría pues Felipe era uno de los pocos aristotélicos que podían encontrarse en el reino castellano. Tras recibir la invitación, no dudó en ofrecer la hospitalidad de sus tierras a Germán, su prometida y cuantos más gustaran descansar.


Entró a la basílica y como la ceremonia estuvo a punto de comenzar, la de Metz se acomodó en un lugar discreto sin hacer mucho escándalo, miró los detalles del lugar con nostalgia y suspiró, le daba mucha paz interna estar ahí, aún así, como extrañaba aquellos tiempos donde solía ir tras de su hermano Nicolás escuchando sus buenos sermones.
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| Baroness of Maenza |

[Emilio]

El viaje es algo que prefiere no hablar. Tantas sensaciones y emociones juntas, sumado a los diversos medios de transporte tomados, hacían de Emilio un joven que finalmente se aventuró más allá de Castilla, y no sólo eso, sino que también iba a conocer a la cuna del mismo aristotelismo. Él, alguien que del barro vino pronto estaría viendo al mismísimo Papa, aunque en una prudente distancia. ¿Qué hacía Emilio en Roma? Básicamente, fue enviado por Anna para mostrar sus felicitaciones al joven Felipe. Iba acompañado por una joven dama que había conocido: de melena castaña y ciega de un ojo, que iba cubierto porque la luz le molestaba. Claro, eso fue previamente consultado y por eso estaban los dos en el lugar.
Al ingresar a la basílica y ambos enseguida se acomodaron.Tardaron justamente porque ni uno ni el otro sabía hablar italiano, así que las indicaciones se perdían en los actos fallidos de comunicación. No hicieron mucho espamento, la ceremonia había empezado por un lado y por el otro, los dos no conocían a nadie.

[Sonivo]

Poco a poco, Su sobrina y él llegaron a la basílica, para ver cómo ordenaban a Felipe. La charla entre sobrina y tío fue animada, y este se enteró de bastantes cosas,.... ¡Cómo hablaba la chiquilla! Fijo que en el futuro rompería más corazones.

Incluso le había dado una cruz bellamente ornamentada para no desentonar mucho dentro del edificio, así que Son la mostraba a todo aquel con el que se encontraba, no fuesen a dudar de su fe por ir con esas ropas.


La ceremonia fue como todas, aburrida, con muchos cánticos y rezos. Su sobrino allí en medio, con su cara de no haber roto un plato en la vida, y con esa ¿sotana? blanca que estaba seguro no duraría mucho tiempo así de impoluta.

Al menos a la mitad de la ceremonia la llegada de un chico joven que se sentó al lado de su sobrina le entretuvo un poco, ¿sería el famoso Sancho? A partir de entonces no pudo dejar volar su imaginación, actuando como un resorte imitando a los demás cuando veía que hacían algo que debía imitar.
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[ArianaAnthea Del Casalièr]

¡Pero no, no, el Maestro de Capilla no llegaba tarde! Estaba allí... con su coro, en la sombra o casi. De hecho, no tenía ninguna razón para ser visible, y seamos sinceros, le gustaba mucho la humildad. En primer lugar por naturaleza, en segundo lugar porque le permitía escuchar con toda tranquilidad las voces que le rodeaban y le traía una paz sin parangón.

Resumiendo, todo había comenzado bien, y fue con curiosidad esta vez que echó un vistazo al futuro ordenado que, en este momento, acababa de ponerse a disposición de Su Padre tumbándose, con los brazos en cruz, ante el altar mayor.


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Mais non mais non le Maître de Chapelle n'était pas en retard ! Il était là...là-bas, avec son Chœur, dans l'ombre ou presque. De fait, il n'avait aucune raison d'être visible, et puis avouons le, il aimait beaucoup l'humilité. Premièrement par nature, secondement parce que cela lui permettait d'écouter en toute quiétude les voix autour de lui et cela lui apportait une paix à nulle autre pareille.

Bref, tout avait bien débuté, et c'est avec curiosité cette fois qu'il jeta un œil au futur ordonné qui, en l'instant, venait de se mettre à la disposition de Leur Père en s'allongeant, bras en croix, devant le maître autel.

Merci à JD Felipe pour la traduction
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[Sixtus]

Que el Altísimo bendiga a sus hijos que elijan servirle - respondió simplemente el poco ceremonioso anciano mientras los monaguillos lo vestían para la ceremonia.
Ingresando por una puerta oculta de la sacristía, el Pontífice puntual se paró frente al altar del Panteón, mirando a la pequeña procesión que escoltaba al futuro sacerdote hacia él.
Este era el primer nuevo sacerdote en tierras hispanas en mucho tiempo y, accidentalmente, también su último (y en realidad su primero) pupilo, lo que le hizo doble (o triple?) feliz.
Una vez que el joven se presentó ante él, hizo un gesto de bendición y dijo: Queridos hijos, ante todo, renovemos juntos la confianza en nuestra fe.

Creo en Dios, el Altísimo todopoderoso,
Creador del Cielo y de la Tierra,
de los Infiernos y del Paraíso,
Juez de nuestra alma en la hora de la muerte.

Y en Aristóteles, su profeta,
El hijo de Nicómaco y Faestis,
enviado para enseñar la sabiduría
y las leyes divinas del Universo a los hombres perdidos.

Creo también en Christos,
Nacido de María y Giosep.
Dedicó su vida para mostrarnos el camino del Paraíso.
Por ello después de haber sufrido con Ponce,
Murió como mártir para salvarnos.
Alcanzó el Sol donde lo esperaba Aristóteles a la derecha del Altísimo.

Creo en la Acción Divina,
En la Santa Iglesia Aristotélica Romana, Única e Indivisible;
En la comunión de los Santos;
En el perdón de los pecados
Y en la Vida Eterna.
Amen.
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Eskerrik asko Iñési sinaduragatik

[Felipe...]

Tras ocho minutos y veinte segundos de retraso en los que Felipe se preguntaba qué estaba haciendo su anciano maestro en la sacristía, finalmente el Pontífice hizo su entrada en la Basílica y todos los fieles se pusieron en pie. El joven muchacho estaba habituado a ver al viejo todos los días, y ya se había vuelto una rutina escuchar sus lecciones, responder a sus complejas preguntas, y aceptar las correcciones y críticas a sus propias respuestas, pero verlo en aquel grandioso escenario, revestido de todo el ceremonial y majestad, le hizo sentir muy pequeño, muy humilde. El castellano aún no comprendía la excepcionalidad de aquel acontecimiento, pero él se sentía como en una nube en ese momento, sin alguna duda el momento más importante de su corta vida.

Felipe también recitó el credo:

Creo en Dios, el Altísimo todopoderoso,
Creador del Cielo y de la Tierra,
de los Infiernos y del Paraíso,
Juez de nuestra alma en la hora de la muerte.

Y en Aristóteles, su profeta,
El hijo de Nicómaco y Faestis,
enviado para enseñar la sabiduría
y las leyes divinas del Universo a los hombres perdidos.

Creo también en Christos,
Nacido de María y Giosep.
Dedicó su vida para mostrarnos el camino del Paraíso.
Por ello después de haber sufrido con Ponce,
Murió como mártir para salvarnos.
Alcanzó el Sol donde lo esperaba Aristóteles a la derecha del Altísimo.

Creo en la Acción Divina,
En la Santa Iglesia Aristotélica Romana, Única e Indivisible;
En la comunión de los Santos;
En el perdón de los pecados
Y en la Vida Eterna.
Amen.
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__________..Secretarius brevium ad Principes | Sanctae Sedis Vice-cancillarius et Magnus Auditor

[Felipe...]

Cuando todos finalizaron de recitar el credo, oración por la que los fieles renovaban sus creencias y fidelidad en la Iglesia de Dios, Felipe se acercó lentamente hasta el Santo Padre y se inclinó profundamente y con gran reverencia.

—Vuestra Santidad, me encuentro aquí, ante Dios y su vicario en la tierra, suplicante, solicitando ser admitido en la Santa Iglesia Aristotélica, para servir a Dios con todo mi ser y voluntad durante todos los años de mi vida, hasta que el Todopoderoso me llame a su lado y deba enfrentarme a su terrible juicio.
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