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[ESP]El Libro de la Hagiografía - Escolarcas

 
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Kalixtus
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MessagePosté le: Ven Sep 15, 2023 3:06 am    Sujet du message: [ESP]El Libro de la Hagiografía - Escolarcas Répondre en citant

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Kalixtus
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MessagePosté le: Ven Sep 15, 2023 3:12 am    Sujet du message: Répondre en citant

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    San Teofrasto, primer escolarca del Liceo

    El niño prodigio

    En el año 371 antes de Christós nació Tyrtame, hijo de Yorgos y Elenitsa, en la isla de Lesbos. El niño demostró, rápidamente, grandes predisposiciones, antes que el resto y declamó su primera palabra con ocho meses de edad, ante sus sorprendidos padres. Aún quedaron más sorprendidos cuando se dieron cuenta que su primera palabra fue “Dios”. A partir de su más tierna juventud, Tyrtame tuvo a Petros como preceptor. El hombre era talentosos y el niño aprendió a escribir, acerca de las matemáticas y las bases de las ciencias. Nunca antes había visto a un alumno tan dotado y estaba anonadado de ver con qué facilidad el chico asimilaba el conocimiento.

    Petros, quien tenía algunos conocidos en Atenas, propuso que fuera a Atenas a los padres del joven prodigio para que se beneficiara de mejores enseñanzas. Yorgos y Elenitsa cayeron en la cuenta que dejar a Tyrtame con ellos hubiera sido condenarlo a enloquecer. Así pues, decidieron dejarlo en la residencia familiar, acompañado de su preceptor Petros, a quién Yorgos liberó. Tytame y su preceptor, que se habían hecho amigos, viajaron hasta la inmensa ciudad de Atenas. Petros creyó conveniente presentar a su joven protegido en la Academia de Platón, aunque se necesitaban excelentes referencias para entrar aunque sabía que el talento del chico saltaría a relucir ante los maestros.

    La Academia y el conocimiento

    La fortuna estaba con el joven Tyrtame, aún teniendo orígenes humildes, puesto que fue escogido para integrar las filas de la Academia. Atraïdo por el talento del joven, Platón en persona fue a ver aquél fenómeno. Siguió, pues, los cursos del maestro en el "gymnasium", aprendiendo así sobre filosofía y perfeccionó sus concomientos. Fue en este templo de sabiduría que Tyrtame conoció a Aristóteles. El joven se subyugó por el talento oratorio del profeta; escuchaba sus palabras y enseñanzas y las comprendía mejor que nadie. Aristóteles observó rápidamente la predisposiciones del joven, a quien dió lecciones en privado de cómo él havía escuchado a Dios cuando era niño. Tyrtame incluía muchas cosas de aquél bajo mundo, hablaba sin cesar de eso con los maestros y Platón, igual que a Aristóteles, no podía sino ver la evidencia de las dotes del joven: excelente orador y recto de espíritu. Cuando hubo la discusión entre Platón y su discípulo sobre la copia de las ideas, Tyrtame quedó perplejo viendo con qué facilidad Aristóteles había demostrado la unidad de Dios y decidió dejar la Academia para seguir al Profeta. Con la despedida de su maestro Platón, dejó de ese modo Atenas. Había aprendido mucho y había desarrollado numerosos talentos; en particular la botánica, ciencia que fundaría pasando muchas horas observando pantas de todo tipo. Pero, lo que todavía dominaba más, era la teología. Se sentió atraïdo por esa ciencia como el insecto se siente atraïdo por la luz; debía encontrar respuestas a las cuestiones que se planteaba y el hecho de seguir a Aristóteles le ayudaría a saciar su sed de conocimiento.

    El Liceo, Aristóteles y la teología

    Tyrtame desembarcó en Azos, en la costa de Tróade, no lejos de Atenas, donde Aristóteles había fundado el Liceo y enseñaba teología a muchos discípulos. Se comprometió, entonces, enormemente en el estudio de esta nueva ciencia escuchando los largos discursos del Profeta sobre la naturaleza única de Dios, sobre la virtud y sobre la amistad. Tyrtame se convirtió, de este modo, en el mejor discipulo y amigo de Aristóteles, quien vió un gran futuro en él. A menudo este buscaba a Aristóteles y, juntos, se ponían a hablar:

    Citation:
    Tyrtame: “Maestro sabemos que Dios es único, el motor del mundo y la finalidad cósmica del universo. Pero si somos Sus hijos, puesto que la quinta esencia es divina, ¿no somos, a caso, el instrumento de su voluntad?”

    Aristóteles: “Mira, amigo. Dios es quien todo lo ve, todo lo siente, todo lo puede. Su Voluntad fue la de crearnos en esta tierra; nos dio lo que tenemos para saciar nuestras necesidades, ¿pero decidió imponernos Su volundat? ¿nos ha forzado a quererle?”

    Tyrtame: “Ciertamente no, pidió que se iluminara la humanidad sobre su propia natraleza.”

    Aristóteles: “¿Y por qué esta decisión? ¿Por qué, simplemente, no ha aparecido ante el hombre?”

    Tyrtame: “El Altísimo escogió a los hombres porque no son de esencia divina. Su elección fue dejar a un hombre la tarea de guiar al resto. Pero esta eleccion nos ha dejado la libertad de creer en sus palabras y, en definitiva, creer en Él.”

    Aristóteles: “Lo has visto de manera exacta, querido amigo. Si Dios se hubiera impuesto a los hombres, entonces no habríamos sido más que sus ovejas. Que nos haya dejado libres de Su voluntad nos prueba que cree en nosotros y que, por lo tanto, nos considera Sus hijos, capaces de aprender y de reflexionar.”


    Tyrtame se convirtió, inevitablemente, en el interlocutor del Profeta, difundiendo y transmitiendo lo que aprendía a los círculos de eruditos de Grecia. En Atenas, obtenía la atención de un numerosos grupo; en el Liceo, sus colegas veían en él el prodigio que debía ser. Tyrtame hacía numerosos viajes a través de Grecia, viajando desde Tebas hasta Corintio. Siempre, en sus ponencias y discursos sobre el Altísimo, tenía la adhesión de sus auditores. La claridad, la concisión y la exactitud de sus observaciones siempre eran escuchadas y la gente veía en él un apóstol de Aristóteles, en adelante Profeta del Altísimo. Tyrtame era preciado por Aristóteles, maravillado por el encanto de su palabra. A cambio, éste último le dió el nombre de Teofrasto, que significaba "Divino orador" en griego. El joven se había convertido en un hombre y su reputación había llegado a un punto insólito, sólo superado por el reconocimiento de Aristóteles, que aún era mayor. Teofrasto se quedó en Grecia cuando el profeta dejó Atenas con su discípulo Alejandro, con el encargo de substituirle y formar a los jóvenes discípulos para enseñarles la palabra que Dios le había revelado. Eso duró bastantes años, los cuales aprovechó para hacer el amor divino en el corazón de los griegos, fiel a las palabras del Profeta y sus enseñanzas.

    La sucesión del Profeta

    Cansado, cuando Aristoóteles volvió a Grecia, a la edad de sesenta años, había viajado al lado de Alejandro y Teofrasto administrado el Liceo de maravilla, hecho por el cual el Profeta no pudo más que reconocer, una vez más, su talento, el entusiasmo y el rigor de su discípulo. Alejandro había mueto unos meses antes y las conjuras ya se tramaban para repartir los territorios. Eran numerosos los que, allende a Atenas, consideraban a Aristóteles como el responsable. Lo acusaban de haber animado demasiado a Alejandro de conquistar más y más. Los que querían perseverar en el culto a los dioses griegos lo combatieron, quemándole la casa o hiriéndole los ojos a su hijo, Nicómaco. Acosado y cansado, el viejo hombre prefirió dejar la región para instalarse en Calcis hasta el fin de sus días. No olvidó de nombrar a su sucesor e hizo de Teofrasto el escolarca* del Liceo en el 322 antes de Christós. A pesar que se desoló con la salida de Aristóteles y por el modo en que le trataban sus enemigos, Teofrasto decidió luchar por la superviviencia del mensaje del Profeta. Se comprometió, así, en una lucha de todos los tiempos contra quienes practicaban el politeïsmo, extendiéndose a lugares públicos para presionar las bases de sus teorías.

    Teofrasto:
    Citation:
    “Amigos míos, ¿no veis que estos hombres se equivocan? Expulsaron al Profeta y, mediante la violencia, ¡quieren hacernos callar! Afirman que los dioses están encolerizados, que Zeus, Plutón y los otros aplastarán nuestra tierra para castigarnos por hablar de en un único Dios. ¡Todo eso son tonterías! Aristóteles lo demostró, no hay más que un único Dios, único, omnisciente, omnipotente, omnipresente. Es el que nos compone, Él es todo lo que nos rodea. Si se niega la verdad, sólo es porque el poder que tenía sobre la plebe ha cesado en cuanto se probó el carácter único del Altísimo. Perdieron esa parcela de control que tenían sobre nosotros y de aquí deriva su frustración. Durante demasiado tiempo hemos escuchado sus tonterías; durante mucho tiempo hemos dado ofrendas y dinero a los sacerdotes politeístas. Hoy sabemos que Dios ya nos ha mandado su mensaje a través de la voz de Aristóteles. El Todopoderoso nos dió el libre albedrío de creer en él; ellos nos imponen sus dioses mediante el odio y la injusticia. No escuchan sus propios discursos en profundidad, ni se adieren a su retórica pérdifa y amarga.”


    Teofrasto hablaba más a la plebe, pero aquella refutaba la no existencia de múltiples dioses. Las largas diatribas del escolarca tuvieron, empero, un impacto enorme en los griegos, sobretodo por su destreza en la oratoria. Desmontaba los argumentos que oponían los sacerdotes, demostrando claramente cómo Dios se había revelado a Aristóteles y como cada uno tenía una parte de Dios en sí mismo. Aristóteles tenía el conocimiento de los resultados de su sucesor y confesó a su hio que, en adelante, había nacido la esperanza y que nada no podrá borrar nunca lo que ya se había hecho. Cuando murió, Teofrasto fue golpeado por la tristeza y juró perpetuar su memoria y su obra per saecula saeculorum. Escribió, entonces, sus memorias, las cuales publicó y en las que figuraban numerosos diálogos que entre los dos habían compartido.

    El escolarca llegó a coneguir, entonces, un aura mayor, pues se le reconocía por su dimensión y su estilo, su ánimo tan sutil y su conocimiento teológico. Atrajo cada vez más discipulos y era extraño verlo enseñar ante menos de mil alumnos. El Liceo se convirtió en algo ineludible para quien quería estudiar teología e, incluso, el mensaje que expendió Aristóteles a la humanidad. Con el mayor entusiasmo, Teofrasto transmitía lo que había aprendido. Aún más: extendía a tpodas las clases sociales el mensaje del Altísimo, aceptando alumnos de todos los estratos sociales, pues prefería informar a crear una elit cultural y teológica.

    Durante más de veinte años, Teofrasto se empeñó en difundir la idea de que Dios era único, explicando qué era la virtud y el amor y demostrando que había dotado a los humanos de un espíritu y de un alma. Sus numerosos alumnos retransmitieron sus enseñazas por todos los rincones de Hélade, lo cual permitió que se estendiera la creencia del Altísimo y que se afianzara más profundamente en el corazón del pueblo. Después vino Antíoco, hijo de Seleuco, amigo de Alejandro y Aristóteles, cuya reputación entusiasta y su virtud había traspasado las fronteras de Siria hasta Hélade. Fueron muchos los eruditos que pensaron que se trataba del nuevo profeta. Teofrasto había tenido noticias de aquel joven que brilaba, convencido y creyente. Sabía también que Nicómaco, el hijo del Profefta, había sido su preceptor. Decidió ir al encuantro de Antíoco en persona para aprender de quién había obtenido los favores del Profeta. Volvió de nuevo de Síria asegurando que había conocido a un gran hombre, sabio y un gran experto teólogo. Ambos establecieron contacto, encontrándose de vez en cuando, pero intercambiando misivas a menudo. Antíoco aprendía de Teofrasto y el escolarca aprendía de Antíoco. Fue así hasta la muerte del escolarca.

    Los últimos días del escolarca

    Teofrasto fue escolarca del Liceo durante treinta y cuatro largos años, durante los cuales formó numerosos discípulos incluyendo uno, en particular, que le llamó la atención: Estratón de Lampsaco. Teofrasto escribió su testamento y pidió vehementemente que Estratón fuera su sucesor. Tenía una gran confianza en aquél dotado alumno, salido de Atenas para enseñar al Tribunal de Alejandría del rey Ptolomeo II.

    El escolarca, durante aquellos largos años, había conseguido hacer declinar el culto politeísta que gangrenaba Hélade, mientra que administraba el Liceo y formaba toda una generación de teólogos entusiastas y adeptos al único Dios. Redactó numerosas obras sobre Aristóteles y también sobre su vida y enseñanzas de la teología. Disponía de un prestigio inmenso ante los griegos que veían en él un hombre sabio y bueno, digno de ser el sucesor de Aristóteles. Durante los últimos meses de vida, el escolarca procuró acabar sus escritos no terminados. Dio el dinero que había acumulado al Liceo, para propulsar el mensaje del Profeta.

    A la avanzada edad de ochenta y tres años, Teofrasto se apagó durante su sueño, rodeado de la veneración pública. En honor a su recuerdo, los filósofos del Liceo y los eruditos de Atenas dejaron un período de duelo. Teofrasto fue visitado por los más importantes hombres de su tiempo, que le rendían homenaje. Su cuerpo fue enterrado en Atenas, en un pequeño lugar donde se plantó un olivo sobre su sepultura. El árbol dió un fruto precioso de manera precoz y algunos creen que es una señal del divino orador.





    *Nota del traductor: Escolarca = Rector o Director




    Traducido del griego por Monseñor Bender.B.Rodriguez.
    Traducido al español por Monseñor Ignius de Muntaner.
    Revisado por Chapita.

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Kalixtus
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MessagePosté le: Ven Sep 15, 2023 3:17 am    Sujet du message: Répondre en citant

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    San Estraton de Lampsaco, segundo escolarca


    El nacimiento de un larguirucho.

    Estratón, hijo de Arcelias, nació alrededor del 300 años antes de Christos en Lámpsaco, una pequeña villa de Asia Menor, cercana al estrecho del Bósforo, situada entre las ciudades de Cyzique y Abydos, al sudoeste de Bizancio.
    El pequeño nació de modo prematuro, bastante seco e incluso los padres dudaron que sobreviviera a los siguientes tres días, puesto que la tradición marcaba que se colocaran los niños en la cima de una colina, no lejos de la ciudad, durante los tres primeros días tras el nacimiento. Si sobrevivían, es que eran suficientemente robustos.
    Para gran sorpresa de todos, Estratón sobrevivió a este calvario y se mostró, a pesar de las apariencias, muy resistente. Pasó su infancia entre las enaguas de su madre y las enseñanzas de sus preceptores. El jovencillo desarrolló rápidamente un talento innato para las ciencias. Tenía capacidad de observación y análisis poco comunes, se interesó, a primera vista por cuestiones físicas.
    Siempre se le regañaba por su delgadez, puesto que el niño estaba, por otro lado, a menudo, enfermo de modo más regular que el cambio de las estaciones. Quedaba, pues, guardando cama o encerrado en su dormitorio, absorbiendo libros y estudios que le proporcionaban sus maestros.
    A la edad de trece años, fue enviado, siguiendo los consejos de sus preceptores, al Liceo de Aristóteles, para que se convirtiera en filósofo y teólogo.


    El descubrimiento de la teología aristotélica.

    Hasta entonces, el joven Estratón jamás se había planteado la cuestión de la existencia de Dios. Ciertamente, sabía que en algunos puntos de la Hélade la gente creía que existía un único Dios y que lo había creado todo. Fue delante de Teofrasto; rector del Liceo; que descubrió que todo eso tenía un sentido indiscutible.
    El larguirucho; como se le llamaba entonces; cayó en gracia al teólogo y se esforzaba todavía más en todo aquello relacionado con el Altísimo. Pasó, pues, parte de la adolescencia estudiando los escritos aristotélicos de su preceptor Teofrasto y consagró el resto de su tiempo a estudiar Física, ciencia por la cual había desarrollado un afecto particular.
    Pasaba así su vida entre el escritorio y las bibliotecas, para consagrarse a los estudios y las termas para tratar sus recurrentes infecciones. Los médicos de su tiempo se tiraban de los pelos por no entender como podía seguir estando tan bien engullendo tres comidas al día. Acabaron por no pronosticarle demasiados años de vida, previendo que no superaría los veinticinco. A pesar de las desastrosas predicciones, Estratón siguió profundizando en sus conocimientos.
    Fue tan brillante que Teofrasto se interesó mucho por él, tomándolo bajo su protección y explicándole la teología aristotélica. Hacia el año 305 antes de Christos, el Liceo ya se había convertido en un centro de referencia teológica, formando un numeroso grupo de discípulos en la ciencia considerada como el conocimiento de Dios, siendo Estratón el mejor discípulo que había conocido el Liceo desde Teofrasto.
    El joven pasó a ser llamado rápidamente "el físico", puesto que excedía en la materia. Desarrolló la idea de la Creación del Mundo, obra de la Naturaleza mediante la fuerza, la voluntad del Altísimo y del movimiento. A su entender, la evolución del mundo y su complejidad procedían del juego permanente de los elementos y de la existencia de Dios. Llegó a conciliar teología y física, sirviéndose de los fundamentos del nacimiento del mundo, propulsando divinamente, sus observaciones prácticas y descubrimientos teóricos.
    Estudió, de este modo, los movimientos y las interacciones entre los elementos, publicando numerosas obras de referencia sobre el tema.
    A la edad de 30 años, el tribunal de Alejandría pidió a Teofrasto que mandara un discípulo del Liceo para instruir al futuro Rey. El escolarca encontró en Estratón un preceptor muy adecuado para la tarea, pues su acceso a la cultura egipcia era extenso y le permitiría vivir la Fe en Dios. Así pues, el joven teólogo dejó a su maestro para ir, de cabeza, a los documentos de la corte de Egipto.

    La aventura en Alejandría

    Cuando puso los pies en la corte de Alejandría; en Egipto; Estratón sabía que la existencia única de Dios no era, todavía, una creencia bien enraizada. Los sacerdotes egipcios practicaban el paganismo y creían en un panteón divino compuesto de múltiples divinidades.
    Estratón desconfió de estos últimos y evitó la tentación de afirmar de modo demasiado claro la existencia del Altísimo. Se lo confió a Ptolomeo II, hijo de Ptolomeo I y hermano de Arsino II. Estratón se entrevistó, así, con un joven chico de nueve años, curioso y más despierto de lo habitual, al cual le inculcó los valores que había aprendido en el Liceo: los principios de la filosofía, de la física y por supuesto, de la teología. Explicó al joven Ptolomeo cómo Dios creaba todas las cosas y pidió que revelara el contenido de sus lecciones al resto. Dijo que Aristóteles era el profeta verdadero de Dios y como Teofrasto había hecho con él, retransmitía su palabra, aquella vez, el mensaje divino.
    Rápidamente, no obstante, los sacerdotes egipcios fueron hacia Estratón para que se guardara del deseo de enseñar lo que aquellos calificaban de errores fundamentales. Estratón prefirió evitar la confrontación directa y, aunque defendió su opinión, declaró que se limitaría a estudiar con su alumno filosofía y ciencias. Ptolomeo estaba, no obstante, más que receptivo a las enseñanzas teológicas y se mostraba especialmente interesado por Aristóteles y sus trabajos sobre la virtud y la amistad. Ptolomeo estaba destinado a convertirse en faraón y sólo los sacerdotes paganos podrían ratificarle. Como era extremadamente inteligente, supo que debería abstenerse de revelar todo aquello hasta que no llegara al trono de Egipto. Ambos decidieron guardar en secreto aquellas enseñanzas y sólo revelar el mensaje del Altísimo cuando fuera el jefe de las tierras alejandrinas.

    Durante ocho años, Estratón enseñó en secreto lo que el Profeta había revelado a la humanidad; hacía ver que atendía lo dicho por los sacerdotes politeístas de la ciudad, por lo cual Ptolomeo ganó mayor respeto, lo cual gratificó dándoles 80 talentos de oro en gratitud.
    Con los preceptos de Estratón, Ptolomeo se abrió a la cultura y a la Hélade, por lo cual sería considerado el primer faraón en intentar acercar ambos reinos mediante tratados de paz, intercambios culturales y de salud.
    La salud del filósofo no había tenido mejora, ésta fluctuaba constantemente, estando, a veces, en el lindar de la muerte; sólo su entusiasmo le mantenía con vida, siendo cierto que todavía no había terminado su misión en la tierra. Estratón se enteró que Teofrasto acababa de morir en Atenas y le había legado el Liceo, nombrándole escolarca.

    Una nueva era teológica.

    A partir de su acceso al cargo de escolarca, Estratón reformó el Liceo. Consideró necesario modificar las condiciones de acceso y prefirió orientar las enseñanzas hacia la teología. Así pues, el estudio de las enseñanzas de Aristóteles y el mensaje del Altísimo se convirtieron en pilar fundamental de la escuela de Axios. Si Teofrasto ya había orientado el Liceo en este sentido, Estratón lo ratificó con unos nuevos estatutos que definían el estudio de la teología como pilar fundamental del resto de ciencias. Aunque era menos buen orador que su antecesor, no seguía siendo menos excelente en la materia y sus largos discursos sobre la naturaleza del alma subyugaban a sus alumnos.
    Estratón intentó incluir el pasar del alma del humano y lo que producía en cada uno. Ante sus discípulos explicaba:

    Estratón: –
    Citation:
    “El alma y el pensamiento son dos cosas distintas. El Altísimo dotó a cada uno de nosotros con un alma que, cuando muramos, se incorporará en Su Reino.
    El alma y el pensamiento están vinculados de manera estrecha, puesto que una inspira al otro. Sin pensamiento no se puede describir ninguna sensación. Así pues, el alma es el símbolo de nuestra Fe y lo que nos da la capacidad de experimentar. Sabemos lo que es justo y lo que no y escogemos sabiendo qué implicará actuar virtuosamente o no. Este es el motivo por el cual nuestra alma fluye sobre nuestro pensamiento y contrariamente, nuestro pensamiento influye sobre el pasar a ser de nuestro alma.”


    La vida de Estratón se vió señalada por la huella de Dios un día de verano mientra entraba a su cuadragésimo año de vida. Tranquilamente, instalado en el jardín que rodeaba el Liceo, se sumió en una siesta reparadora reposando la espalda en un viejo árbol. Mientras dormía, un sueño le invadió. En este, Estratón se veía deambulando en las verdes praderas del Paraíso Solar, al lado de los Arcángeles, de Aristóteles y del mismísimo Dios. Desde este sitio, le pareció ver la tierra y los hombres moviéndose como pequeñas hormigas que intentaban sobrevivir en un mundo hostil. En este sueño místico, conversaba con el Altísimo y retuvo que difundir las enseñanzas de Aristóteles sería su bienvenida. Fue entonces que varios discípulos pasaron delante suyo y le creyeron muerto, puesto que su piel estaba pálida y su respiración era demasiado tenue. Les sorprendió todavía más verlo rodeado de un fino halo brillante e imaginario lo que suponía que, definitivamente, Estratón había abandonado el reino terrestre.
    Para muchos no fue ninguna sorpresa, pues siempre había estado enfermizo y débil. Pero, con gran estupor para todos, mientra uno de los discípulos se acercaba a él, el escolarca abrió los ojos sorprendido y su piel recobró su color. En su cara se podía leer la calma y la tranquilidad. Cuando se levantó, todos descubrieron que el árbol al que se había apoyado había tomado una nueva forma. Tras aquél día, Estratón fue todavía más apreciado y respetado por todos, ya que estaban convencidos que había tenido un vínculo directo con el Profeta y con Dios.

    Durante su mandato, fue el arquitecto de la creencia en el Dios único. Su virtud y su disponibilidad le permitieron estar cerca del poder ateniense. Logró así que los dirigentes temporales le tuvieran como guía espiritual. Si un conflicto nacía entre dos ciudades griegas, se consultaba con Estratón y su dictamen se convertía en motivo de decisión. Era sabio y sus palabras llevaban certeza y razón allí donde había incerteza y faltas; le escuchaban como a un oráculo y nadie dudaba de su fe en el único Dios.

    El escolarca escribió decenas de obras, emprendiendo las enseñanzas de Aristóteles, profundizándolas en algunos puntos. Estos textos permitieron enraizar un poco más la creencia en Dios en los territorios helenos y su amistad anterior con Ptolomeo, aseguró a la religión aristotélica naciente el reconocimiento en Egipto.
    Estratón recuperó los vínculos que Teofrasto había instaurado con Antíoco de Siria y cuando este accedió al trono, pidió que el Liceo mandase a sus mejores teólogos, petición a la cual el escolarca accedió. Escogió entre sus mejores discípulos y los mandó a cumplir lo que Dios le había encargado: evangelizar las lejanas tierras de Oriente Medio y Asia. Se reconoció a Estratón el haber permitido la extensión de la Fe en el Dios único por la orientación que dio al Liceo. Tuvo numerosos discípulos y tres de ellos recibieron su máxima atención: Hipócrates, Epícrates y Licón. Pero, de los tres, sólo Licón se ganó su aprecio por su elocuencia y casi perfecta comprensión de la teología. Le instó a perfeccionar su arte durante los siguientes veinte años que fue escolarca y finalmente, le designó como su único sucesor al frente del Liceo.

    El fin de una vida que entra en la leyenda

    Cuanto más envejecía más le decían que desafiaba a las leyes de la medicina e incluso, que debía su longevidad al Altísimo. Su cuerpo era tan delgado y tan frágil que sólo salía de sus dependencias para impartir clase a sus discípulos. Con setenta y dos años era tan delgado que parecía cadavérico. Los médicos le instigaban a aligerarle los dolores? que invadían su cuerpo y no llegaban a ver como un hombre tan delgaducho podía vivir tanto tiempo. Así pues, nació el rumor en toda la Hélade que Estratón era llevado a cuello? por el Altísimo, el cual le confería una vida más larga para seguir la misión que le había confiado. A principios de invierno, minado por un resfriado y la tos, todavía más raquítico de lo que nadie se pueda imaginar, Estratón murió. Así, entró en la leyenda y Diógenes declaró al respecto:

    Diogenes -
    Citation:
    “Había un hombre delgaducho, escuchadme bien, por las fricciones. Es de Estratón de quién me refiero, que nació en Lámpsaco. Siempre luchando contra la enfermedad, murió sin dudar de su conocimiento.”


    Así pues, la leyenda quiso que su muerte fuese así, por la enfermedad. Para Estratón, la Hélade siempre creerá que hubo un hombre dignamente virtuoso, de la mayor estima y excelente en todo tipo de estudio, especialmente en la enseñanza de la teología aristotélica.

    Traducido del griego por Monseñor Bender.B.Rodriguez
    Traducido por Ignius - Revisado por Chapita - Re-revisado por Nicolino



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    San Lycon de Troade, tercer escolarca


    Una señal del Altísimo

    Lycon, hijo de Astyanacte, nació alrededor de -302 en una pequeña ciudad de la costa de la Troade. Su historia es la de un hombre bajo la influencia del Altísimo desde su nacimiento. En efecto, el joven Lycon, vino al mundo con una marca de nacimiento en la base de la nuca que representaba un círculo perfecto. Su infancia, él la pasó con los suyos, en el amor y la amistad, conociendo la vida que todo niño soñaba tener. Un día de otoño recibió la bendición del Altísimo. Encerrado en una cueva esperando el final de una tormenta tenebrosa y de una lluvia diluviana, el joven Lycon, de 13 años de edad vio un intenso resplandor desde el fondo de la cueva. Él entonces avanzó para comprender lo qué miraba y sólo vio un halo de luz sobre el claro granito de la pared rocosa. De repente, un rostro apareció en la piedra con los rasgos de Aristóteles y luego tomó sus propios rasgos, antes de desaparecer en las sombras. El joven no tenía grandes conocimientos, pero conocía a Aristóteles, cuyas estatuas estaban en muchas ciudades. Así admitió que se trataba de un signo del Altísimo del que apenas sabía nada. Regresó a casa y decidió dejar a su familia para ir a Axos al Liceo, donde Aristóteles era escolarca. Cuando llegó allí, en -289, él se presentó a las puertas del Liceo pidiendo ser recibido por el escolarca. Ante su aire decidido y su tenacidad, un discípulo lo llevó ante Theophraste, quien conversó con él. Lycon le explicó lo que había visto en la cueva y cómo había interpretado esa señal. Teofrasto probó a este joven hombre haciéndole muchas preguntas sobre la lógica, la filosofía e incluso, la teología. Le asombró ver cómo, con un buen sentido evidente, el pequeño respondía con precisión y con qué talento se expresaba. El escolarca decidió así permitirle entrar en el Liceo y lo confió a su mejor discípulo para que lo guiara en sus enseñanzas.


    El aprendizaje de la teología aristotélica.


    Lycon fue un alumno brillante, sus habilidades de comprensión superaron con creces a las de otros alumnos e incluso Teofrasto se quedó atónito al ver con qué facilidades estaba aprendiendo el joven. Éste no había tenido la suerte de tener buenas enseñanzas, por lo que trabajaba tanto más para ponerse al día. Si bien mostraba una excelente elocución, seguía siendo un pobre escritor. Cuando el escolarca falleció, Estratón se convirtió en su sucesor y retomó la enseñanza que su antiguo maestro había dado al joven Lycon. También él quedó asombrado al ver cómo en tan poco tiempo el joven griego se había formado un profundo conocimiento de la teología.

    Lycon pasó así sus primeros años en el liceo, acaparado por el estudio de la teología, de las ciencias y de la filosofía. Manifestó su mayor interés en el estudio de la voz de Dios y de los textos del profeta Aristóteles, tratando de identificar por qué había recibido una señal. A menudo hablaba de ello con su maestro Estratón, que estaba convencido de que Lycon había encontrado la voluntad divina en su camino. A su lado, otros discípulos comenzaron a envidiar su condición de discípulo favorito de Estratón. Hieremías, brillante alumno de la burguesía ateniense, veía con mal ojo al joven de origen más modesto. Le cuestionó la validez de sus argumentos cuando discutía sobre la naturaleza de Dios y sobre las virtudes. Lycon, con mucha facilidad, a menudo le devolvía a sus sentencias con un razonamiento impecable. Hieremías y Lycon se convirtieron en verdaderos enemigos, de modo que sus diálogos a menudo tomaban los caminos de la justa oratoria. Y, no es de extrañar, siempre fue el hijo de Troade quien tenía la última palabra.

    Estratón observó durante mucho tiempo esta adversidad constructiva para Lycon, que se hizo cada vez más seguro. Mostró talentos extraordinarios en los oratorios de Atenas, donde el escolarca lo enviaba regularmente para enseñar teología. Sus buenas palabras y argumentos no podían ser cuestionados. Aunque utilizaba las mejores enseñanzas que Aristóteles había legado a los liceos, sabía sin embargo, asegurarse la atención de sus auditorios con sus buenas palabras y su fino y sutil humor. Estratón lo encontró tan talentoso, que le propuso unirse a la corte de Alejandría donde el faraón Ptolomeo II, de quien había sido preceptor, acababa de revelar el mensaje del profeta Aristóteles. Lycon no pudo rechazar una oportunidad así y fue sin pestañear. Fue en contacto con el faraón que Lycon comenzó a prestar especial atención a su apariencia, comprendiendo que, además de los orificios del discurso, un buen recubrimiento podía acabar por convencer a las últimas reticencias. Lycon permaneció al lado del faraón durante varios años, viajando y regresando hasta Grecia para informar sobre la evolución de la fe en el verdadero Dios en Egipto, y dando de beber al joven Ptolomeo su saber en la materia.

    En 268, a la muerte de Estratón, fue designado por el testamento de este último como escolarca del Liceo.


    Estratón de Lámpsaco a écrit:
    Lycon sucederá a mi escuela, ya que los demás son o demasiado viejos o están sobrecargados de ocupaciones; y harán bien, y los demás también, si aprueban esta disposición. Le doy todos mis libros, excepto los que escribí, y le dejo todos mis muebles de mesa, mis copas y mis hábitos.



    El reinado del escolarca


    Lycon de Troade, de treinta y cuatro años de edad, se convirtió en el tercer escolarca del Liceo, privilegio reservado a la élite de los teólogos. Es en Grecia, el comienzo de la guerra de cremónides de las ciudades contra Macedonia. Atenas, bajo el impulso de Lycon, se alía con Esparta y Ptolomeo II. Su gran conocimiento del faraón permitirá facilitar el entendimiento entre los dos pueblos y contener las veleidades ofensivas de los macedonios. Durante algunos años, el nuevo escolarca se concentró en la dirección del Liceo, esforzándose por enseñar a los jóvenes discípulos las palabras del profeta Aristóteles y el mensaje que había revelado. Se dedicó especialmente a perfeccionar su capacidad de educar y se convirtió en un excelente pedagogo. A este respecto decía:

    Lycon: -"Hay que gobernar a los jóvenes con la vergüenza y el amor por el honor, como se usa para los caballos el espolón y la brida."

    A medida que pasaron los años, logró superar su mediocre escritura y publicó algunos ensayos sobre la cuestión de la enseñanza, textos que, más tarde, fueron utilizados por sus sucesores para mejorar la enseñanza del Liceo. A diferencia de su maestro y predecesor, Lycon cuidaba mucho de él y pasaba muchas horas practicando cada semana, también prestaba especial atención a los hábitos que llevaba tan bien que se le hizo la reputación de un hombre excesivamente atento y preparado. Para él, era una cuestión de respeto y elegancia.

    Lycon se convirtió en un buen consejero para los atenienses, ayudando a los eruditos y a otros personajes famosos cuando apelaban a él. Su empatía y su tendencia caritativa lo convirtieron en un hombre venerado por sus pares. Todos le reconocieron una forma de genio en el acercamiento a la teología y sus discípulos llegaron a ser tan dotados que los que los escuchaban no podían sino adherirse a las tesis aristotélicas. El escolarca fue llamado por Antíoco cuando defendió Pérgamo en los confines de la Asia menor, hacia el mar Egeo. En efecto, el rey Seléucida tenía necesidad de poner allí un teólogo, pero había descubierto una biblioteca de una amplitud poco común, tan grande como la de Alejandría. Lycon fue entonces al lugar después de largos meses de viajes con el joven Andonios para delegarlo en la reconstrucción de la biblioteca de Pérgamo. Allí conoció a quien venció a Antíoco y dio la independencia a Pérgamo. Más tarde se hizo amigo de Attale, el sucesor de Eumena y primer rey de Pérgamo. Su trabajo a su lado permitió conservar intacta la fe en Dios que Antíoco había traído a estos lejanos territorios, donó numerosas obras a la biblioteca que fue dirigida por Andonios. Así se estableció una rivalidad entre las dos bibliotecas más grandes del mundo civilizado, la de Alejandría practicaba el estudio del léxico, de los textos versos por versos, palabra por palabra. Pérgamo por el contrario, se buscaba el sentido profundo, incluso oculto, de los textos, considerando que lo que realmente significaba no correspondía necesariamente a lo que estaba escrito.

    El escolarca visitó así numerosos reinos entre ellos Siria de Antíoco Theos, Esparta, Egipto, Babilonia, que declinaba desde que Seleuco I prevaleció a favor de Seléucia del Tigris. Dondequiera que pasó, el escolarca llevó a brillantes teólogos del Liceo y los presentó a los dirigentes de cada ciudad, dejándolos como consejeros y preceptores.

    Lycon fue el primer escolarca en jerarquizar el Liceo y fundar así el primer borrador de una institución religiosa cuyo dogma estaba constituido por el mensaje de Aristóteles. Su reputación, junto a sus contemporáneos y a los dirigentes del mundo, le aportó un aura considerable que hizo de él el consejero de todos los que tenían Fe en el Altísimo. El escolarca dirigía así el Liceo y sus mejores discípulos, una vez que se habían convertido en profesores, se encargaban de transmitir las enseñanzas de Aristóteles. Cada semana reunía a un cenáculo, formado por sus amigos profesores, en el que cada uno tenía un papel preciso. Uno se encargaba de agrupar las solicitudes de teología fuera del instituto, otro se encargaba de archivar los discursos celebrados en el lugar público, otro estaba encargado de las relaciones con los dirigentes de los diferentes reinos que tenían los favores de Lycon. El cenáculo se convirtió en un verdadero órgano que dirigía el funcionamiento del liceo, estaba constituido por Rulon, Calino, Aristón, Ampbion, Python, Aristomaco, Heraclio y Lycomedes.


    Digno hasta la muerte


    Durante cuarenta y cuatro años, Lycon de Troade dirigió el Liceo y promulgó la teología aristotélica como proyecto de religión jerarquizada y organizada. De setenta y ocho años de edad, Lycon se había ganado la amistad de un gran número de dirigentes y había presenciado cómo un número igualmente importante moría a causa de la guerra o eran asesinados. Era reconocido en todo el mundo griego y en los reinos circundantes, incluyendo Macedonia y Egipto. Así su obra siguió siendo una de las más importantes ya que desarrolló el funcionamiento del Liceo para convertirlo en una verdadera herramienta a la gloria del Altísimo.

    En sus últimos años, el escolarca sufrió un mal incurable que le obligó a caminar apoyado en un bastón. A pesar de sus dificultades, siguió enseñando a sus discípulos y aconsejando a los atenienses. Todos le pedían que descansara pero él, deseaba ante todo terminar lo que había comenzado hace mucho tiempo. En su voluntad de cambio, mientras que cada escolarca había designado hasta entonces a su sucesor, él decidió que el cenáculo del Liceo elegiría al más apto para dirigir la escuela de Aristóteles. Fue Aristón de Céos quien obtuvo los votos de sus compañeros profesores del Liceo y asumió la sucesión del escolarca.

    Fue una noche de otoño en el -224 cuando murió Lycon de Troade, vestido con su más bella librea y siempre preparado como para conocer a un gran rey. Su amigo, Atalo I, declaró sobre su muerte:

    Atalo I: -"No puedo silenciar la suerte de Lycon, que murió afligido por un mal sin igual; me sorprende que, teniendo que recorrer el largo camino de la otra vida y que siempre necesitó ayuda para caminar, lo hiciera en una noche."

    Traducido del griego por Monseñor Bender.B.Rodríguez.
    Traducido por Kalahn Hojaseca de Palafox.
    Revisado por Padre Gasper Olavarrieta Palacios



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MessagePosté le: Ven Sep 15, 2023 3:20 am    Sujet du message: Répondre en citant

Citation:


    San Aristón de Ceos, cuarto escolarca 


    Infancia


    Aristón vino al mundo en Loulis en la isla de Ceos situada en el mar Egeo alrededor del año - 269. Se sabe muy poco de su infancia, excepto que era de la nobleza local y que, como cada cadete de las familias de Ceos, fue enviado a Atenas para ser erudito. En esta época, Atenas no es más que un reflejo de sí misma, que desde hace casi un siglo ha estado bajo el dominio de los Macedonios, una sombra que poco a poco cae en el olvido, aunque conserva una gran influencia cultural en toda Grecia y más allá del imperio persa y mesopotámico.


    Sabiduría, teología y medicina

    El hijo de Ceos integró el Liceo, fundado por Aristóteles en -335, como estudiante y se convirtió en discípulo de Lycon de Troade, entonces escolarca y responsable de las enseñanzas en teología. Asistió asiduamente a las clases y fue un alumno brillante. Rápidamente sucumbió a los preceptos dejados por el profeta del Altísimo y su fe en el Dios Único se volvió rápidamente sacerdocio. Apenas veinte años, Aristón se convirtió en uno de los discípulos más prominentes del Liceo, asimilando con justicia y sabiduría las palabras de Aristóteles. El joven se interesó de cerca por otra disciplina, que no estaba de moda, la medicina. Viajó a Egipto para perfeccionar su arte y estudió brillantemente la fisiología humana y la medicina junto a Herófilo de Calcedonia, fundador de la gran escuela de medicina de Alejandría. Regresó cinco años después, después de la muerte de Herófilo, las alforjas cargadas de ensayos que trataban de esta ciencia tan particular.

    A su regreso, ante la excelencia de sus discursos sobre el tema y ante la famosa argumentación del joven Aristón, Lycon de Troade decidió confiarle la cátedra de medicina. Cuando hablaba de su arte, el joven era simplemente resplandeciente, mezclando con precisión teorías médicas y teología aristotélica.

    Aristón de Ceos: -"¿No nos dio Aristóteles la orden de integrarnos plenamente en la ciudad? ¿No nos enseñó a vivir en amistad y a practicar la virtud? ¡Por eso digo que si dominamos un arte como la medicina, debemos compartirlo por el bien de la ciudad! El bienestar y la atención de los enfermos, los indigentes y los desfavorecidos están en total consonancia con la amistad virtuosa y el interés colectivo. Si Dios nos ha dado el conocimiento de la medicina, no es para brillar en las fiestas mundanas, sino para utilizarlo entre quienes son víctimas de la injusta desgracia de la aflicción."

    Así, en -234 Aristón fundó el primer dispensario de medicina en Atenas. Allí contrató a sus mejores discípulos en la materia y proporcionó cuidados y terapias a los que sufrían los peores males. Allí practicó esta ciencia tal como la había aprendido, de manera voluntaria, sin pedir nunca un centavo. Para poder cubrir los gastos, hizo un llamamiento al mecenazgo, que fue escuchado por muchos nobles Griegos. Estos, ante el inconfundible y resplandeciente entusiasmo de Ariston, dieron edificio y material para permitir a los cuidadores realizar su obra. El dispensario atendió a miles de enfermos y, en cambio, si no todos se curaban, cada uno recibía medios mejores para soportar su sufrimiento y su pena.

    Cuando Lycon decidió reformar el Liceo y creó el cenáculo, invitó a Ariston, que se encargó de las misiones caritativas. Entonces, de unos cuarenta años de edad, el médico se convirtió en uno de los discípulos más queridos del escolarca, y con el tiempo la relación entre maestro y alumno se transformó en amistad. Dentro del cenáculo, cada decisión que se tomaba era validada por un voto, y el escolarca era responsable de la decisión final. Lycon, siempre se apoyaba en sus consejeros, todos los profesores del Liceo, y todos los amigos del rector. Cuando falleció en -224, no designó, a diferencia de sus predecesores, a ningún sucesor, sino que dejó como consigna que los miembros del cenáculo eligieran por sí mismos al próximo escolarca. Así, después de tres largos días de debates y discursos, Aristón de Ceos fue elegido cuarto escolarca del Liceo.


    Un escolarca que encarna la virtud


    Abandonado por los preceptos de Aristóteles y el proselitismo, Aristón continuó, iluminado por el aura de sus predecesores, transmitiendo las enseñanzas del profeta, mezclando éstas con las diversas conclusiones sobre la virtud, la moral y la amistad, que se habían llevado desde entonces. Concluyó la reforma del liceo grabando en el mármol los estatutos del cenáculo, su funcionamiento y su organización. En unos pocos años, el liceo adquirió una nueva dimensión en el mundo griego, convirtiéndose en el lugar ineludible donde encontrar consejos y principios para los dirigentes y nobles de los cuatro rincones del imperio macedonio. Aristón enviaba a sus mejores teólogos a través de los reinos, tanto a Egipto como a Persia, pasando por las primeras tierras de Asia.

    Como ya no podía sostener el dispensario, nombró un sucesor que hizo entrar en el cenáculo a cargo que ocupaba anteriormente. Decidido a convencer a los gobernantes de los imperios y reinos vecinos de la necesidad de atender a los enfermos, creó numerosos dispensarios. Sus grandes y elocuentes discursos sobre el tema conmovían a quienes los escuchaban, se sentían investidos de una misión de orden divino y practicaban el mecenazgo por doquier donde se crearon los dispensarios. Aristón estaba convencido de que debía restaurar la justicia en este mundo bajo, traer un poco más de equidad a los que eran víctimas de las injusticias y morían de los males de los que se conocía el tratamiento. Dedicó gran parte de su trabajo a promover el cuidado de los necesitados. Los dispensarios que abrió en los cuatro rincones del mundo helénico albergaron a miles de personas enfermas y otras personas que padecían, que eran curados con tratamientos termales y plantas medicinales que podían curarse. Este trabajo fue considerable y ayudó a mejorar la vida de muchos de sus conciudadanos. Siempre, Aristón propuso las enseñanzas de Aristóteles y el amor del Altísimo, se propuso llevar la solidaridad a la ciudad y a la comunidad de hombres. Fueran creyentes o no, todos los que pasaban por las puertas de sus dispensarios recibían la mejor acogida. Aunque pasaba mucho tiempo en el Liceo administrando su funcionamiento, impartiendo teología, aconsejando a los dirigentes y a los aristócratas, Aristón visitaba los lugares de atención que había dejado a sus discípulos. Siempre tomaba tiempo para reunirse con los enfermos y prestarles asistencia cuando los médicos encontraban dificultad.

    Durante una de sus visitas tuvo lugar una historia particular. Un joven indigente con dolores agudos visitó el dispensario de Atenas. Desde su más tierna infancia, sufría sin que nadie pudiera saber por qué, sus dolores le desgarraban y su cuerpo herido no hacía más que sobrevivir. Mientras los médicos diagnosticaron su rápida muerte en los peores sufrimientos, Aristón acudió a su lado. El joven le pareció virtuoso y amoroso, contentándose con vivir en la miseria sin reclamar nada, aceptando su dolor sin poder hacerlo desaparecer. El escolarca le contó entonces las palabras de Aristóteles y el amor de Dios, y le tomó de la mano para compartir un poco de su sufrimiento. Ese día, algo extraordinario sucedió, un intenso calor se desprendió de las manos del escolarca, sorprendiendo tanto a éste como al joven. Después de una noche de sueño menos agitada de lo habitual, el indigente se despertó sin la sombra de un dolor, sanado por la palabra del escolarca y la imposición de sus manos. Pidió entonces ver a Aristón para rendirle homenaje y este último le manifestó afecto y respeto en estas palabras:

    Aristón: -"Mi joven amigo, no tienes que agradecerme ni alabarme por haberme preocupado por ti. No hay hombre en nuestro mundo que deba soportar la indiferencia y el sufrimiento como tú los conociste. Aristóteles nos lo ha enseñado y el Altísimo, en su mansedumbre, nos exhorta a ayudarnos los unos a los otros. Ahora, vive tu vida como siempre debiste hacerlo y no te olvides de ayudar a los que puedas ayudar".

    El joven nunca más enfermó y, durante toda su vida, llevó su amistad y su ayuda a los que, como él, habían sufrido más que de razón. Ariston cuando a él, gracias a esta excepcional curación, había adquirido el apodo de "médico de Dios". Siempre siguió ofreciendo cuidados y terapias cuando pudo.

    Aproximadamente en el año -200, la República de Roma comienza a extenderse a los imperios mediterráneos. Roma, Pérgamo y Rodas se unen contra Felipe V de Macedonia, desencadenando entonces la segunda guerra macedonia. El escolarca se comprometerá entonces a tratar con ambas partes, formulando conclusiones intransigentes con respecto a las veleidades guerreras a través del cenáculo. Aristón juzgaba insoportable esta guerra porque era ilegítima e innecesaria, luchó ferozmente para que cesaran los combates, pero no lo consiguió. Sin embargo, gracias a su influencia, ha logrado ayudar a Grecia a lograr su independencia.

    Durante su reinado como escolarca, que duró treinta y nueve años, Aristón realizó la mutación del Liceo que, de un lugar de enseñanza teológica y filosófica se convirtió en un lugar de decisiones basadas en los preceptos y enseñanzas del profeta. Si bien el Liceo seguía siendo un lugar de saber y de conocimiento, tomó un impulso considerable durante estos años y se convirtió en una especie de concilio de teólogos, escuchado y respetado por numerosos dirigentes.

    Entre sus numerosos discípulos, Aristón contó a Critolao de Faselis, a quien nombró al cenáculo a los veinticinco años como encargado de la diplomacia. Pronto se hizo amigo de este joven teólogo, cuyo conocimiento en materia de comportamiento humano le asombraba. Decía de él:

    Aristón de Ceos: -"¡Es tan ingenioso y tan meticuloso en la observación de cada gesto corporal que puede saber si se le sostiene un discurso falso sin siquiera hacer una pregunta!"


    Una muerte en la amistad


    En -185 Aristón de Ceos pasó de vida a muerte, arrastrado por la vejez a la edad de ochenta y cuatro años, rodeado de la amistad de los miembros del cenáculo. La primera preocupación de todos fue mostrarle lo importante que era. Todos vinieron a verlo cuando estaba muriendo y le contaron algunos versos sobre su pasado común. Se cuenta que Aristón anotó en sus memorias la más mínima palabra que se le había dicho y que mandó que le entregaran un ejemplar de las mismas a cada uno de sus amigos. Por último, sobre cada dispensario que había surgido gracias a él fue grabado en el mármol el nombre de Ariston y una máxima:

    "Si pudiera salvar un alma de una muerte sufriente, ¡entonces habría salvado la mía! [Aristón de Ceos - Fundador del dispensario]"

    De conformidad con las disposiciones que adoptó e instauró en los estatutos del cenáculo, Aristón no designó un sucesor. El cenáculo tuvo que asumir esa tarea. El cuarto escolarca fue enterrado como los tres anteriores, en las criptas del Liceo, y sus escritos fueron publicados póstumamente por sus discípulos. Aristón marcó el Liceo con su empréstito, hecho de fervor y virtud.


    Traducido del griego por monseñor Bender.B.Rodríguez.
    Traducido al español por Kalahn Hojaseca de Palafox
    Revisado por Padre Gasper Olavarrieta Palacios

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